Hay una imagen sagrada que se ha hecho muy famosa y conocida, ya que ha sido reproducida muchas veces y su fama ha traspasado así las fronteras del lugar para el que fue concebida.
Hoy voy a hablarte de un cuadro, de un artista estimado y de un rostro dulce y cariñoso: su rostro, la Madonna dell'Olivo pintada por Nicolò Barabino.
Para admirarla, tendrás que ir a la iglesia de Santa Maria della Cella, en Sampierdarena.
Apretado entre las densas casas de Sampierdarena, es un edificio religioso con muchos puntos de interés y hay varias razones para visitarlo.
Allí encontrarás el cuadro del que quiero hablarte, una obra nacida de la inspiración de un talentoso artista nativo de esta zona. Y para que se hagan una idea de su temperamento, les contaré algunas noticias leídas en el volumen Storia di Sampierdarena (Historia de Sampierdarena) de Tito Tuto y Marcello Campagnol (D'Amore Editore 1975).
Nicolò Barabino nació en 1832 en el seno de una familia de gente sencilla; era el primero de nueve hermanos.
Su padre era sastre de profesión y quería que su hijo mayor trabajara en un taller, por lo que, con sólo 7 años, el pequeño Nicolò dejó la escuela para ir a trabajar con su padre. Ya de niño, Nicolò demostró su talento, al parecer haciendo espléndidas estatuillas para el belén (pesebre), y cuando tenía doce años, su padre lo inscribió en la Accademia Ligustica delle Belle Arti.
Sin embargo, cuando el chico ganó una medalla de oro por sus estudios, comentó: "¿Y qué te crees que eres? ¡Ti te te d'ese!" (¿Y ahora qué te crees que eres? ¡Ya te darás cuenta!)
Barabino se convertiría más tarde en un artista consumado y siempre recordaría con afecto la severidad de su padre, afirmando que a él le debía su carácter y su capacidad para evitar cualquier forma de jactancia. Y en Via Sampierdarena, en el número 99 de la que fue su casa natal, hay una placa en memoria de este artista.
Y demos también un salto atrás en el tiempo: es 1887 el año en que Nicolò Barabino presenta en la Exposición Nacional de Venecia un cuadro titulado "Quasi oliva speciosa in campis." El verso latino que acompaña a esta impactante imagen de la Virgen está tomado de la Biblia y significa Como un majestuoso olivo en la llanura.
El artista pintó este cuadro con la intención de donarlo a la iglesia de la Cella, como quería su madre, pero su obra expuesta en Venecia llamó la atención de la reina Margarita, que quiso comprarlo y llevárselo a Roma.
El cuadro comprado por la soberana desapareció, pero Barabino también realizó un segundo cuadro y lo donó a la iglesia de Sampierdarena, donde aún se conserva esta imagen tan apreciada y venerada.
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