Del sitio Catholic 365:
Imagínate caminando junto a nuestra amada Madre María. Viendo a esta jovencita convertirse en madre, a tan tierna edad... Imagínatela hablando, riendo y rezando contigo. Todo el tiempo, sabiendo en Su Corazón, que un día, el bebé que Ella lleva tendría que morir una muerte cruel para la salvación del mundo.
Sin deprimirse ni preocuparse visiblemente. Guardando cada emoción dentro de su dulce y Santo Corazón.
Mírala mientras cuida de José y del recién nacido. Con ternura, Ella ayuda a enseñar a Jesús cómo es y cómo se siente el verdadero amor de una madre. Mirándolo a ÉL mientras juega, y todo el tiempo sabiendo que estos son momentos atesorados hasta que Ella misma, tendrá que presenciar Sus crueles sufrimientos. La amo... Desearía ser más como Ella. En su confianza. En su entrega. En su inocencia.
Su corazón es tan grande como el universo. Ella también es nuestra Madre. Nos ama tanto como ama a Jesús, su Hijo. Su Corazón está tan lleno de gracia, que al pedirle que sea Madre nuestra, Ella acude a nuestro rescate, voluntaria y amorosamente.
Puro y Santo es el Corazón de María. Confiado y entregado, dulce y feroz. Destinada desde el principio de los tiempos a ser la nueva Eva. La nueva Madre...
Confiemos en la maternidad de María, Santa Madre de Dios. Seamos como niños pequeños que son sostenidos en sus santos brazos y apretados contra su mejilla. Que el dulce Corazón de María nos conceda la gracia de ser conducidos directamente a Su Santo Hijo, Jesús.
Dulce Corazón de María, ¡Sé nuestra salvación!
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