Santísima Virgen María de la Merced,
madre de los pobres y auxilio de los que sufren persecución por amor y fidelidad a la iglesia, escucha nuestras humildes súplicas por la iglesia perseguida y por nuestros hermanos pobres,
a fin de que no desmayen en la lucha, ni vacilen en la fe,
y experimenten los consuelos que reservas
a los que perseveran fieles a las enseñanzas del Evangelio.
Concédenos, Madre, un corazón generoso para saber perdonar,
Concédenos, Madre, un corazón generoso para saber perdonar,
y para poder trabajar con firmeza y perseverancia en la construcción de una civilización nueva donde sea posible vivir con alegría sirviéndonos mutuamente y amándonos como Jesús nos amó.
Amén
Amén
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