Del sitio
Píldoras de Fe:
La Iglesia Católica observa con especial devoción el cumpleaños real
(el día en que nacieron) de dos grandes santos: San Juan Bautista (24 de
junio), y la Natividad de la Virgen María, la Madre de Jesús (8 de
septiembre) El Nacimiento de la Santísima Virgen es una Fiesta en la que
honramos a Dios por habernos dado a esta niña dulce y pura que fue
capaz de dar el más grado alto de aceptación de la Voluntad del Plan de
Dios.
En el caso de todos los demás santos, especialmente los mártires,
ellos son venerados en el día de su muerte, el cual es llamado "su dies
natalis", o "cumpleaños", que significa "el día de su nacimiento al
cielo".
Tu nacimiento, oh Virgen Madre de Dios, anunció la alegría a todo el
mundo, porque de Ti se ha levantado el Sol de Justicia, Cristo nuestro
Dios. Él nos libera de las ataduras del pecado, de la antigua maldición y
nos hizo bendecidos; destruyó la muerte y nos dio la vida eterna.
El nacimiento de la Virgen María señala el comienzo de nuestra
salvación. De María nos vino Jesús, el Hijo de Dios, y por medio de Él
nos llegó la salvación y la reconciliación con Dios, al fin se ha
completado. Sabemos que Dios escogió a la Virgen María para una tarea
especial, incluso desde el momento de su concepción.
A continuación, una oración para este momento histórico para la
humanidad, escrita por el Padre José Medina y publicada originalmente en
su Blog, que puede servirnos como una meditación profunda sobre este
grandioso acontecimiento para la humanidad
Oración de confianza a la Natividad de la Virgen María.
Qué grande gozo e incomparable alegría debe tener todo el mundo el
día de tu sagrado nacimiento,
oh niña santísima,
pues con la luz que tú,
como alba divina,
le trajiste,
se bañó de nueva claridad y comenzó a
respirar.
A toda la Santísima Trinidad alegraste con tu nacimiento;
al Padre,
por haber nacido su dulce esposa,
al Hijo, porque habías de ser su
Madre,
y al Espíritu Santo, porque eras su templo,
y por su virtud
habías de concebir en tu vientre virginal al Verbo Eterno.
Los santos patriarcas vieron en este día cumplidos sus deseos;
los
profetas acabadas aquellas sombras y figuras debajo de las cuales tantas
veces te dibujaron y pintaron,
los ángeles, su Reina y Señora, y los
hombres de honra,
ornamento y gloria de todo el linaje humano;
y
finalmente, todos los judíos y gentiles, justos y pecadores tienen hoy
causa de particular regocijo,
por haber salido a luz la que había de
darnos al que es luz y vida del mundo.
Tú, niña gloriosa, naciste hoy la más linda,
la más bella y hermosa y
más adornada de gracias que ninguna pura criatura.
Porque así como tu
precioso Hijo te fue muy parecido en el ser natural como hijo a su
madre,
así tú fuiste muy semejante a tu Hijo en el ser de gracia,
en la
cual él era nuestro Padre;
y así convino que en el alma y en el cuerpo
no hubiese cosa criada que contigo se pueda comparar.
Tú eres la segunda
Eva y madre de los vivientes que vivirán para
siempre,
Porque eres aquella mujer vestida de sol y coronada de estrellas,
que
tiene la luna debajo de sus pies,
y aquel santuario que Dios hizo para
habitar en él,
y aquella arca fabricada de madera de Setin, y forrada
por dentro de oro purísimo,
que son todas las virtudes con las que Dios
te adornó.
Dios te salve, María suavísima,
hija eres de Eva, más para reparar
las miserias de Eva;
hija eres de hombre, más madre de Dios;
virgen
eres, más no sin fruto;
fecunda eres, más sin detrimento de tu pureza
virginal.
Dios te salve, Virgen sacratísima,
tálamo del Esposo celestial,
templo de la sapiencia increada,
sagrario del Espíritu Santo, huerto de
delicias,
paraíso de deleites, vena de aguas vivas, y depositaria de
todas las gracias y dones de Dios,
y singular entre todas las criaturas;
pues no hay cosa que se iguale a ti, y todo lo que tiene ser está sobre
ti o debajo de ti,
porque Dios solamente es sobre ti,
y todo lo que no
es Dios está debajo de ti.
Desde este punto y desde esta hora en que saliste al mundo para bien
del mundo,
yo te reconozco y tomo por Señora mía,
y te doy el parabién y
vasallaje como a Reina soberana del cielo y de la tierra,
y madre de mi
Señor Jesucristo.
Tú, Virgen purísima y niña sacratísima,
tómame por esclavo perpetuo y
de tu Hijo santísimo,
para que yo, con verdadero y santo gozo,
me goce
hoy de tu glorioso nacimiento.
Amén.
Que, por la Natividad de la Virgen María,
podamos ser edificados en
el amor y la humildad y alcanzar,
junto a nuestra Señora, la salvación
para siempre.
Amén.
Qriswell Quero,
Venezolano, esposo y padre de familia,
servidor, ingeniero y misionero
de la fe.
Comprometido con el anuncio del Evangelio.
Creyente sólido de
que siempre existen nuevos comienzos.
Quien a Dios tiene nada lo
detiene.
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