Del sitio de los Misioneros Oblatos o.cc.ss:
La Virgen de El Cisne es una de las
imágenes más veneradas del Ecuador. Se caracteriza porque su devoción no
sólo se encuentra entre quienes viven en El Cisne, sino que se expande
alrededor de todo el Ecuador e incluso existe mucha devoción en ciudades
como Nueva York y Madrid.
La Virgen María del Cisne recibe su
nombre como parte de la tradición que comenzó en Europa con miembros de
la denominada 'Orden de los Caballeros del Cisne' que elevaban templos
en honor a la Virgen María en la cima de las montañas especialmente en
Francia, Alemania y España, bajo el cuidado de los padres Franciscanos.
Fueron los padres franciscanos quienes
acompañaron a Alonso de Mercadillo en la Fundación de Loja, por lo que
crearon el culto a la virgen en El Cisne.
La devoción a la Virgen María del Cisne tiene más de cuatro siglos de Vida.
Indígenas del pueblito de El Cisne
viajaron a la ciudad de Quito con la finalidad de solicitar a Diego de
Robles la elaboración de una imagen de la Virgen de Guadalupe similar a
la que era venerada en la iglesia de Guápulo. Sin embargo Diego de
Robles talla la imagen de una virgen venerada en el santuario de la
Provincia de Cáceres en España.
En 1594, al poco tiempo de establecerse
con la imagen en este pueblo, azotó a la región una fuerte sequía, razón
por la cual Don Diego Zorrilla, Auditor de la Real Audiencia de Quito,
ordenó que todos los moradores de El Cisne se trasladaran a otro sitio,
los indios obedecieron pero se llevaron con ellos a la venerada imagen
de la virgen.
Se cuenta que poco tiempo después se
desencadenó un fuerte huracán que arrancó árboles, destrozó casas y
destruyó sembrados. Los indígenas pensaron que era una maldición de la
Virgen por haberla sacado de El Cisne, por lo que volvieron a su tierra a
pesar de la oposición de las autoridades; las cuales al final
comprendieron que Dios no permitía que El Cisne quedara abandonado y que
la imagen fuese trasladada de lugar.
Ese mismo año, los indígenas levantaron
un santuario a la Virgen, que fue el primero, luego vinieron otros hasta
que en 1934 fue construido el que se mantiene hasta la actualidad bajo
el cuidado de la Misión de Padres Oblatos, fundados por el Padre Matovelle.
La fe en la Virgen del Cisne está ligada
a numerosos milagros que se cuentan de ella y que se trasmite de
generación en generación y que ha sido llevada a todo el Ecuador y el
Mundo gracias a los emigrantes lojanos que comparten su devoción y fe.
En la última romería, se calcula la presencia de más de 20.000 personas
que emprenden una caminata desde El Cisne hasta la ciudad de Loja,
aproximadamente 75 kilómetros de recorrido. Para los lojanos, la
presencia de la Virgen del Cisne es un encuentro de tradiciones,
devoción y fe que se ha convertido en la fiesta más importante del año.
A 70 km. De Loja, en medio de una
humilde aldea de campesinos, se levanta un enorme templo gótico, muy
concurrido durante todo el año, por peregrinos del austro ecuatoriano y
del norte peruano. El templo es imponente en sí y mayor grandiosidad le
da su ubicación en la cumbre de una escarpada montaña. En su interior se
venera una imagen de la Virgen María tallada en cedro, a fines del
siglo XVI por Diego de Robles, el autor de la Virgen del Quinche y la de
Guápulo.
La Basílica es de estilo ojival, su
construcción fue iniciada por el Reverendo Padre Ricardo Fernández quien
dejó sentados los cimientos y las columnas del primer piso, la obra fue
continuada por los Padres Oblatos quienes terminaron el Santuario y
actualmente regentan la parroquia de El Cisne.
Fue en sus comienzos una hermandad
destinada a alcanzar sublimes logros entre los príncipes y señores
feudales, cuya sede principal se encontraba situada en la ciudad de
Branderbourg, sobre la montaña de Harlung. Se dice que ésta iglesia fue
fundada hacia 1140 por el príncipe Prioslaw sobre los cimientos del
templo de Triglaff y pronto adquirió la fama de un lugar santo que
atrajo la devoción y las romerías de toda Alemania.
"La Real Orden de los Caballeros del
Cisne" tiene íntima relación con la leyenda de Lohengrin, Caballero
Cristiano del Santo Grial, quien se presentó misteriosamente ante el
castillo de Steen, situado a orilllas del Rhin, en una barquilla halada
con un Cisne blanco para reclamar el Ducado de Brabant a favor de
Beatriz, hija del Duque Godofredo de Brabant, que había fallecido sin
dejar heredero varón y por lo cual su tío, el Duque de Sajonia trataba
de imponerse por la fuerza. Enfrentados en leal duelo venció Lohengrin,
quien restituyó a la princesa su Ducado y luego se casó con ella, pero
con la condición de que nunca le preguntaría de donde él había venido.
Pero Beatriz, cuando ya hubo sido madre
de dos preciosos niños quiso saber la misteriosa procedencia del padre
de sus hijos y un día se atrevió a preguntárselo, entonces él le
respondió: Soy Lohengrin, Caballero del Santo Grial e hijo de Parseval,
el héroe puro. Por esa pregunta que hiciste, tú misma has roto nuestra
dicha y debo partir y dejarte. Así fue: otra vez apareció sobre el Rhin
la frágil embarcación tirada por el cisne blanco y en ella partió
Lohengrin hacia su patria. Para perpetuar esta leyenda se creó la "Real
Orden de los Caballeros del Cisne", y su origen sirvió de inspiración a
grandes creaciones artísticas tales como el "Canto del Cisne de Schubert", "El Cisne de Saint-Saenz", "La recóndita amada de Verdi",
entre otras.
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