Adaptado del sitio Radio María:
En Madre del Pueblo, junto al padre Marcelo Amaya, desde Catamarca, como todos los sábados, recorrimos el rostro de María en su Pueblo, nos adentramos en la historia de la llegada a Sumampa de la Virgen de la Consolación. Al respecto Fer Pacheco del Ministerio de música Sumampa nos dijo que "Siempre en cada misión, que es la evangelización a través de la música, la imagen de nuestra Madre nos acompaña".
El padre Marcelo nos llevó a recorrer la historia de la devoción a la Virgen de la Consolación de Sumampa, en la provincia de Santiago del Estero. Comenzó diciendo que “Esta devoción convoca a muchos peregrinos, a muchos fieles. Las festividades de esta imagen se celebra el 23 de noviembre, habitualmente, en honor a Nuestra Señora de la Consolación en Sumampa”.
En torno a la historia de esta advocación mariana el padre Marcelo dijo que “La historia de la imagen se remonta a 1630, y a Don Antonio Farías Sáa, un hacendado portugués, devoto de la Virgen, que estaba radicado en Córdoba y tenía su hacienda en Sumampa”.
“Compartía una tierna piedad mariana y sintió la necesidad de tener en esas desoladas tierras una imagen que le acompañara y que sirviera para reunir a la escasa cantidad de pobladores que, allá por 1630, habitaban la zona”, contó el padre Marcelo.
“Mandó a traer desde Brasil dos imágenes hacia Sumampa. Una era la Inmaculada Concepción y otra la Virgen de la Consolación”.
“El barco llegó al puerto de Buenos Aires y una vez desembarcadas fueron colocadas sobre dos carros tirados por bueyes y despachadas rumbo al norte. Al llegar a Luján, uno de los carros, el que transportaba a Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, se detuvo y los bueyes se negaron a seguir viaje”.
“La historia es por todos conocida y hoy, en las cercanías de ese paraje, se alza imponente la Basílica dedicada a la Virgen de Luján, Patrona de Argentina”.
“El otro carro siguió su ruta y al llegar a Córdoba, la imagen fue montada en el lomo de una mula para ser llevada a Santiago del Estero”. La historia cuenta que la mula, que integraba una tropa de carga, se extravió al llegar a Sumampa Viejo. Y por sí sola, sin que nadie la guiase, se encaminó a la estancia de don Antonio Farías de Sáa. El prodigio fue comentado en toda la comarca y pronto comenzaron a acudir sus moradores para rezar frente a la Virgen”.
Fer Pacheco Carrizo del Ministerio de música Sumampa, contó que “En lo personal, lo que puedo compartirles, es que siempre en cada misión, que es la evangelización a través de la música, la imagen de nuestra Madre nos acompaña”. Y completó diciendo que “En una oportunidad, antes de la pandemia, hemos tenido la posibilidad de viajar misionando, y es ahí donde hemos tenido la experiencia de la presencia de la Virgen, ante la imprudencia de un conductor, sentimos la protección de la Virgen”, recordó.
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