Del sitio A Cristo por María:
A 60 kilómetros al oeste de Buenos Aires se halla la villa de Luján.
En 1630 no había en aquel paraje ningún rastro de población y sólo era frecuentado por las caravanas de carretas y las recuas de mulas tucumanas que bajaban o subían del puerto de Buenos Aires.
Sucedió que un portugués dueño de una estancia, a cuarenta leguas de la ciudad, trató de erigir en ella una modesta capilla dedicada a la Inmaculada Concepción de la Virgen. Para esto le pidió a un amigo de Brasil que le envíe una imagen pequeña de la Virgen. Su amigo le envió dos imágenes en bulto: una que representaba a María en su Inmaculada Concepción y que hoy se venera en el santuario de Luján y otra que tenía en sus brazos al Niño Jesús y ahora es venerada en Sumampa.
Partió entonces de Buenos Aires el encargado de conducir las imágenes. En la tarde del tercer día se detuvo la caravana para pasar la noche y al día siguiente el conductor de las imágenes preparó los bueyes para proseguir el viaje pero éstos no se movían. Vinieron en su ayuda troperos y peones pero no tuvieron suerte. Finalmente juzgaron que era necesario aliviar el peso de la carreta. Descargaron las imágenes y en ese momento los bueyes pudieron moverse con facilidad. Queriendo cerciorarse si el obstáculo provenía de las imágenes las pusieron nuevamente en la carreta y no se pudo mover. Entonces viendo que las imágenes se querían quedar en aquel lugar decidieron que una de ellas permaneciera en la Cañada y la entregaron al dueño de esas tierras. La fama del prodigio corrió hasta Buenos Aires y no faltaron quienes emprendieron un viaje a Luján para contemplar la imagen.
En 1887 la imagen fue coronada canónicamente por el Papa León XIII.
La Basílica está construida sobre unos terrenos donados por la señora de Mattos antes de su fallecimiento, siendo la primera capilla inaugurada en 1685. Un año después, llegó hasta el oratorio un párroco llamado Don Pedro Montalvo que, sumamente enfermo de tisis, deseaba rogar allí a la Virgen por su curación. Poco antes de llegar su estado se agravó. Llevado ante la imagen el Negro Manuel lo consoló diciéndole que la Virgen quería que él fuera su capellán, cosa que el religioso prometió si la Virgen le devolvía la salud. Como así sucedió Don Pedro fue capellán durante el resto de sus días.
Como la cantidad de fieles iba aumentando día a día, el 23 de octubre de 1730 el Obispado de Buenos Aires decidió otorgar al santuario el carácter de Parroquia.
En 1731 se comenzaron las obras para un nuevo templo, pero debido a numerosos inconvenientes que concluyeron con el derrumbe de las partes recién construidas, se demoró mas de 20 años en reanudar su construcción.
En 1754 se comenzaron nuevamente los trabajos de construcción, que se prolongaron durante nueve años con el aporte económico de Don Juan Lezica, agradecido a la Virgen de Luján por la cura de una enfermedad que había sido declarada incurable por sus médicos. El Santuario, que fue el más importante de la región, recibió la imagen de Nuestra Señora, en solemne ceremonia, el 8 de diciembre de 1763.
La concurrencia de fieles al Santuario llegó a hacerse tan numerosa que en los momentos de peregrinación, Luján parecía más una ciudad que un pueblo. La atención espiritual de tantos devotos, requería de un importante número de sacerdotes, por lo cual las autoridaes eclesiásticas ofrecieron al Santuario a las Congregaciones de Padres Vicentinos y Padres Bayonenses. Ambas congregaciones iniciaron su actividad en 1874. Un misionero Vicentino, el Padre Salvaire, sería quien impulsaría la construcción de la hermosa basílica que actualmente conocemos.
Sucedió que el Padre Salvaire, habiendo sido enviado en misión evangelizadora a los territorios ocupados en ese entonces por los indios, cayó en manos de un grupo de éstos que se proponían darle muerte. El Padre, viéndose ante tal amenaza, se encomendó a Nuestra Señora, prometiéndole, si era salvado, erigir un nuevo santuario. Instantes más tarde, llegó al lugar el hijo del cacique, a quien el padre había salvado, y lo puso bajo su protección.
Pasado el incidente, viajó a Europa donde hizo labrar una corona para la Virgen que fue bendecida por el entonces Papa León XIII.
De regreso a Buenos Aires, se abocó a la tarea de la construcción del nuevo templo, tal como lo había prometido, haciéndose cargo incluso de la confección de parte de los planos.
En 1890, con el decidido apoyo del Arzobispo de Buenos Aires, comenzó la obra con tesón y sin descanso. Algunos años más tarde recibió el nombramiento de Cura Párroco y Capellán. El Padre no llegó a ver la obra concluida, pues falleció en 1899, pero ésta fue continuada por su sucesor el Padre Dávani.
Ese esfuerzo fructificó hacia diciembre de 1910 al concluir los trabajos principales que permiten sea inaugurada y bendecida con extraordinario regocijo popular. Aún faltaban construir las dos esbeltas torres que hoy se elevan casi 110 metros sobre el horizonte pampeano.
La obra quedó terminada recién hacia 1930, cuando al celebrarse el tercer centenario de la milagrosa detención de la carreta, la Virgen de Luján es jurada como patrona de la Argentina, del Paraguay y del Uruguay.
Este Santuario, de estilo gótico francés, conocido en todo el orbe católico, ha sido desde su origen centro de la piedad argentina
No hay comentarios:
Publicar un comentario