La devoción por la Virgen ha sido una constante en la Historia de la Iglesia, tanto en la romana como en la de Oriente. La mayoría de las festividades marianas tienen un origen especifico y concreto como es la aparición de la Virgen en un lugar determinado y una fecha que, aunque en muchos casos, envuelta en la leyenda parece ser reconocida por todos como cierta.
Respecto a la iconografía de estas imágenes, sea cual sea el sitio en que se venera, es invariable; siempre es la misma imagen de María. No concebimos a la Virgen del Pilar de forma distinta a la primigenia de Zaragoza, ni otra de Guadalupe distinta a la de su Santuario en España. Igual ocurre con el día de su celebración que en estos casos es invariable en todos los sitios, al igual que las festividades de la vida de María.
Sin embargo, al hablar de la celebración e imagen de Nuestra la Sra. La Virgen de la Paz se puede observar que de las numerosísimas imágenes existentes no hay dos iguales y no todas tienen su celebración en el mismo día 24 de enero, aunque este sea el día más frecuente de celebración.
En cuanto a la ICONOGRAFIA, los datos gráficos son muy recientes y desconocidos en lo que se refiere a la primitiva imagen. El primer testimonio gráfico que se tiene de la imagen de la Virgen de la Paz data del 5 de febrero de 1914, se trata de una fotografía realizada por Ricardo Sanchez y publicada en la revista Vida Manchega en su nº 96. En principio hemos de señalar que la imagen que actualmente se venera es, en orden cronológico, la cuarta imagen.
Echando la vista atrás, podemos decir que por el siglo XIII debido a la profunda devoción mariana de los pueblos de España y una vez consolidada la repoblación de Villarta, se venerase alguna imagen de la Virgen que, posteriormente, pasó a venerarse bajo la advocación de Nuestra Señora de la Paz con la creación de dicha festividad a partir de 1369. Esta iconográfica pudo ser destruida en la Guerra de la Independencia o expoliada por las tropas francesas.
Siguiendo con las hipótesis, parece claro suponer que en el año 1814, una vez terminada la guerra y vuelto a reconstruir el pueblo, una de las medidas adoptadas fue el encargo de una nueva talla de la Virgen, esto podemos saberlo por las reseñas de MADOZ en su famoso Diccionario en el que dice que se “venera a la Virgen de la Paz en su ermita”. Imagen esta, que sería posteriormente destruida en 1.936 con motivo de la Guerra Civil.
Terminada la guerra, se procede a encargar una nueva talla. Concretamente el 10 de octubre de 1939, se desplazan a Valencia, Manuel Rodríguez y Eladio Garrido para contratar la adquisición de la imagen. El encargo se hace al prestigioso escultor valenciano Josep María Bayarri i Hurtado quien el día 23 de diciembre de 1939 se desplaza a Villarta para hacer entrega de la imagen y de las andas. Sin embargo, sin saber las causa concretas, en el año 1955 se encarga una nueva talla a la fábrica de ornamentos e imágenes religiosas Santarrufina, de Madrid que es pagada por la Hermandad el 4 de enero de 1956 por importe de 6.300 pesetas y es la que actualmente veneramos todos los villarteros en la Iglesia de San Juan Bautista, siendo la talla de Joseph María Bayarri la que preside el hall de entrada del Ayuntamiento de Villarta en su condición de Alcadesa perpetua de la villa.
Con rspecto al origen de nuestras fiestas, a pesar de no existir datos concretos a cerca de su antigüedad, ésta hay que buscarla en el último tercio del siglo XIV. La leyenda nos dice que el origen de las Paces se remonta hasta el final de la guerra entre Enrique de Trastamara y su hermano Pedro I el cruel, en el año de 1369. Según esta leyenda, el jinete que iba de Montiel (donde Enrique acabó con su hermano) a Toledo a dar la noticia, paró a descansar en Villarta, donde anunció el final de la guerra. Las gentes del pueblo decidieron ir a la ermita cercana a dar las gracias a la Virgen porque se habían hecho las paces. Allí, con un poco de vino y unas viandas, tras visitar a la Virgen, decidieron recoger leña y hacer una pequeña hoguera para calentarse...
Pero esto es solo una leyenda, desgraciadamente no existen datos que nos digan claramente cual es la antigüedad de nuestras fiestas, aunque hay indicios que nos permiten llegar a algunas conclusiones. El primero de ellos nos dice que el origen de las Paces no está muy largo de la leyenda, pues en el año 1369, en el Concilio Eclesiástico del Arzobispado de Toledo se instituye la festividad de Nuestra Señora de la Paz al día siguiente a San Ildefonso (el 24 de Enero), advocación que puede estar estrechamente ligada con la paz alcanzada al matar don Enrique a su hermano Pedro I.
Es en 1575 cuando se encuentran por primera vez referencias a la relación de Villarta con la Virgen de Paz y la existencia de la ermita de la Virgen, en las respuestas de los vecinos de Villarta al cuestionario de Felipe II. A partir del año 1603 es frecuente encontrar en los libros de defunciones del archivo parroquial disposiciones de celebraciones de misa a la Virgen de la Paz, como últimas disposiciones de los difuntos, así como de bienes como tierras u otros donativos. De tal forma que tal y como se recoge en el catastro del Marques de la Ensenada (1752) la imagen de la Virgen de la Paz es propietaria de varias tierras. Las rentas obtenidas de estas tierras, así como los donativos se dedicaban para aceite de la lámpara que debía permanecer encendida todo el año y a otros gastos de culto.
El culto a la Virgen es tan acendrado que 30 años después, el prior Fray Gregorio de Tejada informa al cardenal Lorenzana que la Virgen de la Paz es la patrona de Villarta (junto a San Juan) y su festividad se convierte en principal. A pesar de todo, no aparecen datos sobre la existencia de cofradía o hermandad (debido principalmente a varios incendios) hasta principios de este siglo. En 1943 se ordenan unos nuevos estatutos que han sido reelaborados últimamente para adaptarlos a los nuevos tiempos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario