Los barcos que venían al Perú tomaban el nombre de galeones y llegaban, primero, al puerto de Cartagena y, de allí, pasaban al de Portobelo (Puerto Bello). Allí, se realizaba una gran feria, a la que asistían los comerciantes limeños que hacían su arribo a este lugar, mediante la llamada Armada del Mar del Sur, hasta Panamá, y, luego, por tierra, atravesaban el istmo para llegar a Portobelo. Efectuadas las compras y ventas en Portobelo, los comerciantes se embarcaban, nuevamente, en la Armada del Mar del Sur y arribaban al Callao, desde donde enviaban las mercaderías por tierra a los pueblos y ciudades del interior del virreinato como Arequipa, Cuzco, Charcas, Buenos Aires, Santiago y Montevideo. De esta manera, el Virreinato del Perú se convierte en eje comercial de la colonia. El Callao como puerto autorizado mantuvo sus preeminencia sobre otros puertos menores, tanto de la costa del Pacifico, como el Atlántico.
El
posible viaje de la Virgencita: Como podemos fácilmente adivinar, fue
una dura y larga travesía, pero con un final muy feliz. Tras iniciar
viaje un galeón
español, partiendo desde Sevilla o Cádiz –siendo ésta ciudad, por los
registros y fechas históricas, la más probable– puso rumbo al Nuevo
Mundo. Hizo la escala habitual de aprovisionamiento en la Gomera o
Tenerife. Allí se embarcó a la Virgencita, desconociendo su destino
final. Sus portadores –emigrantes Canarios y/o frailes, posiblemente
dominicos– surcaron el mar, y pisaron tierra firme en Cartagena. En la
Tercera etapa del viaje llegaron hasta Portobelo. Luego, cruzaron el istmo de Panamá
para embarcar de nuevo, ésta vez, utilizando un barco de la Armada del
Mar del Sur: El Nuestra Señora de Loreto (1619/1640) o el San Diego del
Milagro (1628/1656), tomando como destino o rumbo final el Puerto del
Callao, Lima, Ciudad de los Reyes. Para finalmente desde allí –como
describen las crónicas de la época– por tierra, llegar hasta Caravelí
(Fin del viaje). O quizá -tras su llegada a Arequipa- decidió mejor
asentarse y ser venerada, en el Jardín del Sur.
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