La Ermita de Nuestra Señora de Luciana se localiza a unos 800 m. del núcleo urbano, sobre una villa romana emplazada a la vera del antiguo Camino Real de Levante a Andalucía. Posiblemente el topónimo local tenga que ver con el fundador de ésta, Lucius.
En el siglo XVI las Relaciones Topográficas hacen eco la importancia del culto, siendo lugar de veneración en los lugares comarcanos. Ruiz González del Corral, maestro, emprendió en este siglo una fuerte reforma en el templo que dio por resultado un edificio de planta rectangular, abovedado con crucería y, al igual que nuestra Iglesia Santo Domingo, de estilo tardogótico. En esta fase contaba ya con portal, puerta principal de cantería labrada y unas pequeñas estancias en el santero.
En los últimos años del siglo XVII, y a comienzos del siglo XVIII, el santuario cambió su cubierta de madera por otra de medio cañón con lunetos, construyéndose también el camarín de la virgen detrás del presbiterio.
La ermita posee un retablo renacentista anónimo que debió ser realizado por un maestro castellano conocedor de los avances estilísticos conectados con las formas renacentistas y cercano a las escuelas de Guadalajara y Cuenca, a la que pertenecía Yáñez de la Almedina en su última etapa. En este retablo se colocó la antigua imagen románica, en alabastro, de Nuestra Señora de Luciana, venerada desde antiguo en esta comarca. Dicho retablo tiene diversas influencias, entre ellas destacan los tratamientos de las figuras, con poses elegantes e idealizadas y la tímida idealización de las figuras con clara inspiración de artistas italianos de la época. El retablo debió de encargarse hacia 1535 y hay constancia de que en 1549 ya se encontraba instalado.
Consta de banco o predella, dos cuerpos, tres calles, ático, aletas y remate, combinando la pintura al temple mixto, en sus ocho tablas, y la escultura en bajorrelieve, en los encasamientos, entrecuerpos, guardapolvo y remate, con pilastras de basas sencilla, fustes y capiteles enriquecidos con grutescos en relieve. Predominan los motivos vegetales y geométricos (ovos, palmetas, dardos). Originalmente los motivos ornamentales de la arquitectura que encuadra las mencionadas pinturas combinaba los tonos blanco, gris-verdoso, rojo y verde aguamarina, enriquecidos por zonas con pan de oro sobre bol rojo. Iconográficamente, el retablo desarrolla el tema de la Redención.
Este retablo fue restaurado a cuenta del MEC durante los años 1991 y 1996, lo que permitió solventar el tremendo estado de abandono y deterioro sufrido por esta obra de arte en los últimos años.
La puerta principal se abre bajo un arco de medio punto construido a base de dovelas y jambas de sillares, enmarcándose el conjunto por un alfiz quebrado. En este momento la ermita ya contaba con su portal y con las estancias para el santero.
Excavaciones arqueológicas descubrieron junto al acceso principal una cripta y diversos enterramientos.
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