La primera representación de la Virgen de la Leche aparece en el cubículo de la Velatio de la catacumba de Priscila (Roma) en el siglo II, donde la Virgen sentada acerca al Niño a su pecho.
En esta misma catacumba hay otra representación de la Virgen con el Niño junto a un profeta en una actitud similar.
En el Egipto copto, donde el patriarca Cirilo de Alejandría defendió la divinidad de María, gozó de gran difusión por la estrecha relación que se estableció con Isis amamantado a Horus.
Era un tema que ilustraba plenamente el misterio de la Encarnación y señalaba la parentela carnal del Hijo de Dios.
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