En el legendario Japón —más concretamente en Fujisawa, en la prefectura de Kanagawa— está a punto de terminarse la mayor estatua de la Santísima Virgen hecha de madera maciza del mundo, tras 40 años de trabajo manual. Su escultor es Eiji Oyamatsu, católico de 88 años de edad, quien posee un taller y trabaja solo en el proyecto, el cual ejecuta a sus propias expensas. La obra ha demandado mucho tiempo y esfuerzo, sobre todo teniendo en cuenta que la imagen mide casi diez metros de altura.
Su intención es honrar a la legión de los gloriosos mártires católicos de Shimabara, en la prefectura de Nagasaki, que resistieron hasta la muerte para preservar su fe, cuando fueron perseguidos por los ejércitos imperiales paganos aliados a los protestantes holandeses que deseaban extinguir el catolicismo en el Imperio del Sol Naciente.
La épica resistencia hasta el martirio de miles de católicos japoneses no solo ha pasado a la historia, sino que ha inspirado innumerables muestras de admiración en compatriotas y extranjeros que visitan las ruinas y los museos que rememoran aquella gesta.
El principal periódico de Tokio, “Asahi Shimbun”, informa que los habitantes de la región, conmovidos por el entusiasmo de Oyamatsu, decidieron construir una instalación dedicada a la estatua para acogerla desde el año pasado (2021).
“Me parece providencial que me haya puesto a trabajar sin que nadie me lo haya encargado, y la estatua será albergada ahora en el lugar que más lo merece”, afirmó el escultor.
Por cierto, la resistencia de los católicos en Shimabara (1637-1638) atrae hoy la atención de muchos fieles de Nagasaki y Kumamoto. En aquellos años, católicos y campesinos aliados se atrincheraron en la región de Shimabara, alrededor del castillo de Hara, para enfrentarse a las tropas enviadas por el Shogunato Tokugawa (gobierno militar). Unos 37.000 cristianos y paganos fueron exterminados en el lugar, según las estimaciones históricas. Las ruinas del castillo de Hara, que soportan el paso del tiempo, se encuentran en Minami-Shimabara junto al mar.
Eiji Oyamatsu ganó el importante “Premio del Primer Ministro” en la Exposición de Bellas Artes de Japón (Nitten) en 2011. El escultor visitó las ruinas del castillo de Hara alrededor de 1971 y quedó sorprendido por la ausencia de monumentos o placas conmemorativas que evocaran aquella proeza de la fe.
En la nueva ciudad de Minami-Shimabara se encuentra ahora el Arima Christian Heritage Museum, empeñado en reunir los vestigios de 250 años de historia católica, mostrando su expansión, prosperidad y final represión, así como la hazaña de Shimabara.
El año 1981, Oyamatsu decidió esculpir la gigantesca estatua de la Virgen María como homenaje. Al principio, concibió como modelo una pequeña estatua de la Virgen con el Niño, de 50 centímetros de altura, que mostraba a la Madre de Dios con Jesucristo en sus brazos. Luego pensó hacer una imagen mayor, hasta que finalmente empezó a trabajar en la estatua actual, de 9,5 metros de altura. Solo el pedestal mide 3 metros de alto por 2,5 de ancho.
Como no sería fácil encontrar un árbol de ese tamaño, Oyamatsu juntó varias piezas de alcanforero de gran antigüedad. Después de terminar sus labores cotidianas, ha dedicado su tiempo libre a esculpir la estatua de la Santísima Virgen, privándose muchas veces del sueño. Pero rechazó todas las ofertas de asistencia o financiación y quiso donar la estatua a la prefectura de Minami-Shimabara. Sin embargo, hubo quienes se opusieron a su plan porque el proyecto violaba la separación vigente entre la religión y la política.
En la incertidumbre sobre el destino de la imagen, un grupo de voluntarios fundó el año 2020 la Asociación de Ciudadanos por el Patrimonio Mundial de Minami-Shimabara, que adquirió el terreno y ha reunido las donaciones necesarias para completar el plan. Solo el costo total del transporte y la instalación alcanza los 770.000 dólares. En abril se inició la construcción de una torre principal para albergar la estatua de la Santísima Virgen sobre una colina.
El lugar ofrece una impresionante vista de las ruinas del castillo de Hara y de las islas Amakusa, que separadas por un estrecho fueron también escenario de la resistencia de Shimabara. Oyamatsu llamó a su estatua Santa María Kannon del castillo de Hara. Kannon alude a las imágenes de la Virgen veneradas clandestinamente por los católicos para burlar la feroz represión pagana entre los siglos XVII y XIX, cuando el cristianismo estaba proscrito.
Oyamatsu llegará al escenario del martirio una vez que la estatua esté fijada en aquel histórico lugar. A continuación, ensamblará las piezas, aplicará las medidas antisísmicas y dará los últimos retoques, incluida la pintura. El acabado final tardará unos tres meses. Está previsto que la estatua se exponga al público en marzo de 2023, según informa el portal LifeSiteNews.
El catolicismo fue predicado por primera vez en el Japón en 1549 por san Francisco Javier. Pero a partir de 1587 fue prohibido en todo el imperio por la autoridad militar. Los sacerdotes fueron martirizados, exiliados o perseguidos con tal ferocidad que desaparecieron, mientras que los fieles perseveraron en la clandestinidad hasta el siglo XIX, cuando el catolicismo volvió a ser legalizado. Los que sobrevivieron persistiendo así en la fe católica la transmitieron oralmente a sus hijos durante estos dos siglos, sin el auxilio de los sacerdotes.
El Viernes Santo de 1865, diez mil “kakure kirisitan” (cristianos ocultos) salieron de los poblados y se presentaron en Nagasaki a los misioneros que habían regresado. Al principio, los religiosos se quedaron muy sorprendidos, pues hacía poco que habían conseguido entrar al Japón y apenas sospechaban de esta épica historia de fidelidad.
Al ver llegar a los misioneros de Occidente, algunos de estos “católicos ocultos” se dirigieron a la misión y los interrogaron preguntándoles si creían en el Papa, en la Santa Eucaristía y en la Santísima Virgen. Al oír la respuesta positiva, replicaron: “Entonces vuestro corazón es semejante al nuestro”.
Hoy la Virgen María está siendo glorificada en la región de Shimabara, regada por la sangre de tantos mártires y la paciencia en la fidelidad multisecular de japoneses católicos con una fe inquebrantable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario