Del sitio María Esperanza:
Muchos años antes de conocer Finca Betania, la señora María Esperanza
a través de mensajes recibidos de la Santísima Virgen María tiempo
atrás, ya estaba plenamente consciente de su existencia.
La Santísima Virgen María en numerosas ocasiones le habló sobre una
Tierra Santa que sería como “la Nueva Arca de Salvación”. Le dijo que la
misma se encontraba en el Centro Norte de Venezuela y que se
convertiría en un “lugar de oración y peregrinación permanente” para el
pueblo de Venezuela y luego para todas las Naciones del Mundo, a fin de
que se diesen las manos en Reconciliación los Pueblos y Naciones, y en
donde estarían unidos Iglesia y Pueblo en un sólo Corazón, o sea, Pueblo
e Iglesia trabajando unidos en un solo ideal
La Sra. María Esperanza reconoce la tierra el 29 de marzo de 1974
gracias a las descripciones dadas en los mensajes, ya que estas
coincidían en forma perfecta con el lugar: la vieja casa, el trapiche,
la siembra de caña de azúcar y de café, y la gruta de aguas cristalinas.
La confirmación simbólica de que ese era el lugar anunciado y
escogido por la Santísima Virgen María la recibe la Sra. María Esperanza
con el símbolo de una mariposa azul. En mensajes recibidos muchos años
atrás La Santísima Virgen le anunció a la Sra. María Esperanza que en el
momento que encontraran la tierra Ella se manifestaría con alas de
mariposa azul. Este hecho ocurrió cuando la Sra. María Esperanza
consiguió el lugar santo con su gruta de donde salió de improviso una
mariposa azul que revoloteó el lugar, lo cual reafirmó de una manera
sencilla pero muy hermosa lo anunciado previamente a través de los
mensajes. Actualmente en muchas ocasiones especiales la mariposa azul se
hace presente volando desde la gruta y revoloteando la explanada para
luego volverse a internar en la vegetación del lugar.
Dos años más tarde, el veinticinco (25) de marzo de 1976, tal y como
le había sido anunciado, se aparece por primera vez la Santa Madre de
Dios a la Sra. María Esperanza en Betania bajo una nueva advocación, la
de María Virgen y Madre Reconciliadora de Todos los Pueblos y Naciones.
Después de esta hermosa experiencia la Virgen le sigue apareciendo en
los años siguientes, pero no es sino hasta el año 1984 cuando se hace
visible a más de ciento cincuenta (150) personas quienes atestiguan
haberla visto clara y nítidamente. Este grupo de personas era muy
diverso, encontrándose niños, jóvenes universitarios, personas adultas,
militares, médicos, psicólogos, psiquiatras, ingenieros, juristas, etc.
A partir de ese momento comienza una investigación por parte del
Obispo de la Diócesis de Los Teques, Estado Miranda, Monseñor Pío Bello
Ricardo, que culmina con la aprobación oficial asentada en un documento
pastoral donde declara que las apariciones en Finca Betania son
auténticas y tienen carácter sobrenatural; por lo tanto el sitio debe
ser considerado como sagrado y ser tenido como meta de peregrinación y
como lugar de oración, reflexión y culto, en el que puedan realizarse
actos litúrgicos de acuerdo a las normas de la Iglesia Católica,
Apostólica y Romana.
Monseñor Pío Bello Ricardo para llegar a esas conclusiones consultó
primero con el Santo Padre San Juan Pablo II y después comunicó todas las
informaciones al Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación
para la Doctrina de la Fe, manteniendo ese contacto en continuación a
través del Nuncio Apostólico en Caracas.
Debido a la afluencia de visitantes y peregrinos de Venezuela y otras
partes del mundo, el Santuario permanece abierto al público todos los
días del año de 7 a.m. a 5 p.m.. El Obispo ha pautado además siete
fechas litúrgicas marianas en las que está permitido hacer vigilia toda
la noche en el Santuario: 2 de Febrero (Nuestra Señora de La Candelaria), 25 de Marzo (La Anunciación), 13 de Mayo (Nuestra Señora de Fátima), 16 de Julio (Nuestra Señora del Carmen), 15 de Agosto (La Asunción), 12 de Octubre (Nuestra Señora del Pilar) y 8 de Diciembre (La Inmaculada Concepción).
El nombre de Betania viene del nombre original que tenía la finca, la
cual en 1974 fue presentada en venta a la Flia. Bianchini, a la Flia.
Andreu y a la Flia. Castellano. Al verla, la Sra. María Esperanza
Medrano de Bianchini sintió que esa era la tierra prometida por Dios
desde el inicio de su misión.
Mucho antes de que la Sra. María Esperanza contrajera matrimonio, el
Señor le venía comunicando que llegaría a sus manos una tierra de mucha
importancia espiritual, que Él le entregaría cuando llegara el tiempo
establecido y su significado sería: la tierra de promisión.
En los años que van desde 1957 hasta 1974, sintió, la Sra. María
Esperanza la inspiración de visitar muchas tierras en varias partes de
Venezuela. Un día, un señor ofreció para la venta una finca en los
Valles del Tuy al Sr. Geo Bianchini y al Ing. Jesús Andreu, quienes
estaban trabajando juntos. Ellos tomaron la decisión de ir a verla, la
Sra. María Esperanza estuvo de acuerdo y establecieron el día de la
visita.
El 29 de marzo de 1974 fue el día escogido. Tres familias (la Sra.
María Esperanza, el Sr. Geo, el Sr. Andreu, la Sra. Luisa de Andreu y el
Sr. Castellano), el dueño, el Dr. Rafael Pérez y el vendedor, el Sr.
Hicle se reunieron en el lugar. Se visitó y después se conversó
largamente sobre todo lo que correspondía.
En esa finca la siembra mayor estaba representada por la caña de
azúcar, había más de 20 hectáreas sembradas, además de su buen trapiche
para producir papelón, también muchos árboles frutales y una cría
pequeña de aves. La finca estaba bien atendida y era muy agradable,
tenía una casa de construcción rústica y típica tropical, un río manso
la atravesaba, era pleno verano y estaba cargado de aguas claras y
tranquilas; todo se presentaba como un verdadero paraíso.
La Sra. María Esperanza estuvo de acuerdo y se tomó la decisión de
comprar la finca, las condiciones fueron consideradas favorables y el
dueño fue muy tratable y buena persona. Él contó que él mismo fundó esa
finca, comprando lotes de tres fincas que estaban alrededor y le dio el
nombre de BETANIA, comparando el lugar con aquél donde Jesús de Nazaret
iba a descansar a casa de sus amigos. Se supo después que él pertenecía a
un grupo evangélico de Caracas y que en la finca se reunían muchos de
sus amigos y celebraban ceremonias de bautismo colectivo por inmersión
en el río, además de muchas oraciones en conjunto. Por todo esto, se
concluyó que ese lugar correspondía con el de las indicaciones
anunciadas por la Santísima Virgen María.
Al salir de allí, todos los presentes se sintieron alegres y felices
porque les parecía haber pasado ese tiempo en otra dimensión de absoluta
paz y tranquilidad.
La Sra. María Esperanza confirmó que era el lugar escogido desde
remotas añoranzas para la realización de un designio divino de inmensas
proporciones y que allí se verificarían grandes acontecimientos. Dos
años más tarde, el 25 de marzo de 1976, esto se demostró con la
aparición de la Santísima Virgen a la Sra. María Esperanza en lo alto de
la gruta. Ella estaba acompañada por 80 personas, y aunque los demás no
pudieron verla, fueron testigos de fenómenos asociados a la aparición.
El 25 de marzo de 1984, tuvo lugar “la gran aparición” de la Santísima
Virgen a un grupo de más de 108 personas, quienes la vieron clara y
nítidamente para luego dar su testimonio oral y escrito al Obispo de la
diócesis, Monseñor Pío Bello Ricardo(+), quien tras un estudio
exhaustivo de los testimonios, dio su aprobación a través de una Carta
Pastoral.
La Madre de Dios le indicó a la Sra. María Esperanza que debía donar a
la diócesis de Los Teques los terrenos correspondientes al Santuario ya
reconocido. El día 28 de agosto de 1989 se donaron a la Iglesia 4
hectáreas. A partir de entonces, el Señor Obispo permitió celebrar actos
litúrgicos. La indicación divina es la de trabajar juntos en bien de
las almas: “Iglesia y pueblo unidos.”
Según testimonios de los testigos La Santísima Virgen aparece de
forma celestial, “se hace visible de la nada…se materializa…” dicen
algunos, pareciéndose mucho algunas veces a la Virgen de Lourdes, pero a
veces también a la Medalla Milagrosa, a María Auxiliadora, a La Virgen del Pilar, a la de Coromoto y a otras muchas advocaciones conocidas.
Ella aparece de improviso, radiante de luz, acompañada la mayoría de
las veces por un fuerte pero exquisito perfume de rosas y otros
fenómenos místicos como sonidos celestiales de cantos de corales
“invisibles”, movimientos giratorios del sol, etc.
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