Festividad mariana celebrada en la ciudad italiana de Corato (Bari).
En 1656 una terrible epidemia de peste infectó el reino de Nápoles y Puglia. La ciudad de Corato contó numerosas víctimas y nada parecía que pudiera detener la enfermedad. El pueblo, aterrorizado y descorazonado, elevó sus ruegos a sus santos patronos, y sobre todo a María Santísima. Mientras tanto, los ancianos del lugar sabían, por antigua tradición, que en el sótano de una de las 25 torres que coronaban la ciudad, la llamada Torre de Grecia, se conservaba una imagen milagrosa de la Virgen.
Se pensó entonces en buscar el icono para exponerlo a la adoración pública y lograr que María les liberara de aquel mal. Se fueron a la torre, pero como no había paso abierto hacia los sótanos, se abrió un agujero donde sólo encontraron una cueva oscura y húmeda. El sacerdote Don Francesco Jodice Lojodice, que pasaba por allí al ver a tanta gente reunida, para evitar la propagación de la peste y las supersticiones, intentó disolverlos, pero todo fue en vano. Entonces encendió una lámpara votiva al borde del agujero y pidió ayuda a Nuestra Señora.
Un hombre entró en la cueva y sólo vió un ventanuco y restos de una antigua pintura. Al alba del 17 de julio de 1656, mientras nuestro sacerdote oraba a la Madre del Buen Consejo tuvo una visión de María (según se muestra hoy en su representación pictórica) en la que le decía: “¡Ánimo! hijo, consuela a esta gente pues pronto será liberado de este terrible flagelo de la ira de Dios. En mi honor rendiréis culto en este lugar subterráneo”. Don Francesco se marchó a Trani para hablar con el arzobispo, el dominico español Tomás Sarria, para que le asesorase y le diera permiso para transformar aquél sótano en un oratorio abierto al público. Obtuvo todos los permisos.
El día siguente, 18 de julio, comenzó la restauración del lugar, acondicionarlo para poderlo abrir al público y fuera un lugar digno de oración. Mientras tanto había contratado a un pintor para que plasmara la imagen de su visión, pero no era capaz de hacerlo. Al mediodía, después del rezo del “Angelus”, una mujer ciega, llamada Beatrice Dell'Oglio, milagrosamente obtuvo la vista y señalando una tabla de nogal pintada, exclamó: “!!!Aquí está María, María está aquí!!!”. Nuestro sacerdote, reconoció la imagen con la visión que tuvo y dijo: “¡Ella es la imagen que se me apareció, es Ella, es la misma!”. A partir de ese día en Corato cesó la peste. Desde entonces Santa María Greca goza de gran veneración en el lugar. Su santuario se ha convertido en lugar de peregrinación y esta devoción mariana ha realizado muchos milagros. Es la protectora especial de Corato
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