La Virgen de la Roca de Biarritz es inseparable de la ciudad del mismo nombre. Esta roca debe su nombre a la estatua de la Virgen que se instaló en su cima en 1865.
Cuenta la leyenda que los pescadores de Biarritz, balleneros en aquella época, se vieron envueltos en una terrible tormenta. Una luz divina los guió de vuelta a puerto. Los supervivientes erigieron una estatua de la Virgen María en esta roca en agradecimiento.
Napoleón III decidió perforar esta roca y conectarla a la costa mediante una pasarela. El primer puente de madera no resistió los caprichos del océano. En 1887, se encargó a Gustave Eiffel la realización de la estructura metálica.
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