18 de marzo de 2021

Nuestra Señora de la Salud de Carpentras


 Del sitio María de Nazareth:

En la región de Aviñón (sur de Francia), la capilla de Nuestra Señora de la Salud fue fundada el 16 de enero de 1630 por los cónsules de la ciudad de Carpentras. Originalmente, esta capilla era de hecho una caseta de vigilancia a orillas del Auzon, un río que cruza Carpentras. En 1562, en medio de una guerra de religión entre los hugonotes y los católicos, el puesto de guardia del puente Auzon, puesto bajo la protección especial de la Virgen María, resistió a los ataques de las tropas del barón de los Adrets, jefe de los hugonotes.
Durante la gran plaga de 1628, se ordenó a los habitantes que no abandonaran la ciudad. A los soldados del puente de Auzón se les encomendó la misión de impedir pasar a cualquier persona. Después de quince días de la epidemia, se contabilizaron más de 3000 muertos.
El 10 de julio de 1628, a las 3:00 a.m., los habitantes del área de Auzon fueron despertados por las campanas de la capilla del puente. Llegaron corriendo y vieron que las campanas estaban sonando solas. A partir de esa noche, las víctimas fueron disminuyendo y, al mes siguiente, la epidemia cesó. El 16 de enero de 1630, los cónsules establecieron un acto de fundación que estipulaba sobre todo la celebración de una misa diaria.
Hoy la tradición sigue viva. Después de una procesión con antorchas, se celebra una “Misa de votos de los cónsules”, cada año, el 10 de julio a las 3:00 a.m. En ella participan monjes del monasterio de Barroux (Vaucluse), así como representantes de la autoridad civil.
La capilla es famosa por su cuota de pequeños "milagros". Un examen de salud favorable, una curación obtenida, un empleo recuperado. "No es Lourdes —dijo una religiosa presente en la asamblea—; pero cuando se va a rezar a la Santísima Virgen en esta capilla, Ella escucha”. Nicole, de 59 años, también recuerda a dos niñas de catecismo de 3 a 5 años que acudieron a la capilla para rezar por su hermana mayor con cáncer: “En el siguiente examen, se comprobó que la enfermedad había desaparecido”.


15 de marzo de 2021

Nuestra Señora de los Tres Nombres


 Del sitio Semana Santa en Pamplona:

La imagen titular de la Catedral de Pamplona es una Virgen románica del siglo XII, también conocida como Virgen del Sagrario. Se trata de la más antigua de las imágenes marianas conservadas en Navarra. Está hecha en madera y se encuentra revestida de plata, siendo uno de los más antiguos trabajos en plata que se conocen. Ante ella se coronaban, bautizaban o bendecían los reyes navarros. De ahí le viene el sobrenombre de “la Real”. El Niño es un añadido del siglo XVII y el trono es del siglo XVIII.

El centro auténtico de la catedral de Pamplona es la imagen de Santa María, asentada en su trono de plata. Se trata de una talla románica de madera policromada del siglo XII. Se la puede llamar Reina de Navarra, Señora de nuestras Cortes, amparo de nuestros obispos, presidenta del cabildo metropolitano, Madre de su Corte y de cuantos ante ella se postran diciéndole “Salve Virgen Reina, Reina Virgen Salve” o de tantos “esclavos” suyos que a sus plantas desgranan el Rosario llamándole “Madre celestial, libra a tus esclavos de pena mortal”. Es imagen, ante todo histórica, si bien, como la gran mayoría, adornada con su leyenda, en este caso sobrecargada de fantasía. Nada menos que a San Pedro se atribuye su llegada a estas tierras.

De todos modos, aparte leyendas, la imagen de Santa María de la Catedral de Pamplona llena todos los hitos de nuestra historia y se ve adornada con los principales acontecimientos de la misma. Se la denomina con tres títulos: Santa María de Pamplona, Virgen del Sagrario y Santa María la Real. Además, esporádicamente, se le ha llamado “La Blanca”, y sabedores de que su fiesta se celebra el día de La Asunción, también ha sido llamada “Virgen del Medio Agosto” en los documentos de los reyes navarros, siendo el misterio de la Asunción al que se halla dedicada la catedral.


Santa María de Pamplona

Este es el título más antiguo de esta Virgen de la Catedral, desde la época en que el obispo Pedro de Roda inicia la construcción de la fábrica románica a comienzos del siglo XII. Pero un siglo antes, en documentos coetáneos a Sancho III el Mayor, cuando la sede episcopal retorna de Leyre, se habla de volver a “Sancta María de Pamplona”. Sería interminable la enumeración de documentos antiguos en los que Santa María aparece como Señora ciudadana. Baste aportar, a modo de síntesis, las páginas del Fuero cuando recuerda “todo rey de Navarra se debe levantar en Sancta María de Pamplona; se oviere de echar moneda dévela echar en ella”.

Virgen del Sagrario 

Unos dicen que este segundo nombre se debe al hecho de tener en la parte superior de la cabeza una hendidura por detrás a modo de cajita con puerta en la que se guardaban reliquias y, a veces, la eucaristía. Otros apuntan motivos distintos. Lo cierto es que existe un documento ya en 1642 en el que a nuestra imagen se la denomina Virgen del Sagrario o Madre de Dios del Sagrario. Este cambio de nombre se debe, sin duda, a que la imagen era guardada en un tabernáculo o sagrario de plata, con sus puertas adornadas y su conopeo mariano, al gusto muy de la época según el uso de varias catedrales históricas, entre ellas la primada de Toledo.

Santa María la Real 

El título de Santa María la Real se debe a que ante Santa María de Pamplona eran coronados y proclamados los reyes de Navarra. La proclamación consistió durante siglos en levantar a los reyes sobre un pavés, una vez jurados ante Santa María los fueros, usos y costumbres del reino. El acto era realizado en presencia del obispo por los nobles y ricohombres de Navarra en representación de las Cortes y en presencia del pueblo que aclamaba frenético ¡real, real, real! Mientras se aprestaba a recoger las monedas que arrojaba el nuevo monarca y que eran las primeras que en su reinado salían de los troqueles de la Real Casa de la Moneda de la Cámara de Comptos sita en las Tecenderías Viejas. Este tercer título, aunque se le ha dado siempre, lo ostenta de manera especial y casi exclusiva desde el año 1946, año en que la gloriosa imagen fue coronada como Reina de Navarra en un acto de esplendores únicos por el cardenal Arce, legado pontificio, y por el Conde de Rodezno, vicepresidente de la Diputación Foral.

 

11 de marzo de 2021

Nuestra Señora de Skiemoniai

Del sitio Un Minuto con María:

En Skiemoniai, Lituania, el viernes 13 de junio de 1962, hacia las 23 y el día siguiente a la misma hora, en la granja colectiva Janonai, Francisca Romana Macuys, de 18 años, afirmó haber visto a la “Virgen vestida de blanco” y que Ella le dijo:

"Salvaré a la humanidad si los hombres se vuelven a Dios y se convierten [...]. Obtendré un milagro de Dios, pero hay que rezar. Hay que hacer sacrificios y, sobre todo, observar los preceptos del ayuno y los mandamientos de la Iglesia”.

Entonces nació una peregrinación local. El 25 de julio de 1962, se observó un "fenómeno luminoso" en el lugar de las apariciones. Al mes siguiente, se abrió una investigación que en 2007 aún no había terminado.

Sin embargo, el culto en este lugar será alentado por el Ordinario del lugar, el obispo de la diócesis de Panevezys, capital de esta provincia de la Alta Lituania.

9 de marzo de 2021

Nuestra Señora de Fourvière (Nueva Zelanda)


 Del sitio María de Nazareth:

Un enviado de la diócesis de Lyon (Francia) estuvo presente en diciembre de 2019 en Nueva Zelanda para la inauguración de una réplica de la estatua de Nuestra Señora de Fourvière ubicada en la colina que domina Lyon.

Esta réplica de "La Virgen de Oro", que se encuentra en la cima de la basílica de Lyon, fue instalada en diciembre pasado en Leithfield, cerca de Christchurch en Nueva Zelanda, por monseñor Patrick Le Gal, obispo auxiliar de la diócesis de Lyon y exrector de la Santuario de Fourvière.

No es la primera réplica de esta estatua, que incluso tiene una "hermana" poco conocida. De hecho, en diciembre de 1873, a petición de monseñor Callot, primer obispo de Orán (Argelia), originario de Lyon, se instaló una estatua de María en la parte superior de la Capilla de la Santa Cruz en Argelia. Había sido hecha en un taller de Lyon.

Durante la colocación, en este mes de diciembre de 2019, en el Santuario de Nuestra Señora de Fourvière de Leithfield, en Nueva Zelanda, se organizó un Festival de las Luces a la manera del que se hace en Lyon con una gran procesión mariana iluminada con velas.

 Link:  Beatitudes Community and Fourvière New Zealand

5 de marzo de 2021

Nuestra Señora Dolorosa (Portland)

 Del sitio The Grotto:

La historia de este hermoso santuario comienza a finales del siglo XIX, con un joven que se enteró de que su madre estaba a punto de morir tras dar a luz a una hija. Entre lágrimas, el muchacho corrió a la pequeña iglesia parroquial de Kitchener, Ontario, Canadá. Rezó por la vida de su madre, prometiendo que, si se salvaba, un día emprendería una gran obra para la Iglesia. Tanto su madre como su hermanita sobrevivieron. El futuro padre Ambrose Mayer nunca olvidó su promesa.
De joven, Ambrose se unió a la Orden de los Servitas y en 1918 fue enviado a ejercer su ministerio como primer pastor servita en la archidiócesis de Portland, en Oregón. Llevaba consigo el deseo de cumplir su promesa de la infancia, revelando a menudo a sus asociados su sueño de encontrar un lugar en el que construir un homenaje adecuado a María, la madre de Jesús.
En 1923, el P. Mayer dio con un terreno que era propiedad de la Union Pacific Railroad Company. La propiedad era un terreno agreste e indómito que en su día fue una cantera utilizada para obtener rocas para los lechos de las vías férreas, y que actualmente estaba programada para su venta como propiedad residencial. Él lo veía como una catedral natural que, una vez limpiada, era perfecta para la realización de su sueño.
Aunque el precio que se pedía era de 48.000 dólares, el padre Mayer no se desanimó. Con el estímulo y la aprobación entusiastas del arzobispo de Portland, Alexander Christie, el padre Mayer ofreció todo lo que tenía -3.000 dólares-, que fue aceptado como pago inicial. Una campaña nacional aportó el resto de los fondos.
El inicio del proyecto se coronó con una carta del Papa Pío XI, escrita de su puño y letra, en la que impartía una bendición apostólica especial a todos aquellos que "de cualquier manera o medida, muestren su buena voluntad y ayuden a erigir el Santuario de Nuestra Madre Dolorosa en Portland".
En septiembre de 1923, las obras comenzaron. Se excavó una cueva en el acantilado de basalto de 110 pies, y se construyó un altar de piedra, sobre el que se colocó una representación de María sosteniendo el cuerpo de su hijo después de su crucifixión. Varios años después se añadió una réplica de la Piedad de Miguel Ángel.
El 29 de mayo de 1924, tres mil personas se reunieron para la primera misa y la dedicación del Santuario de Nuestra Madre Dolorosa. En la bendición, el arzobispo Alexander Christie pronunció esta oración:
"Que éste sea un santuario de paz para todos los pueblos de la tierra, y ciertamente en estos días se necesita un santuario. Desgarrado por las diferencias, las luchas y el dolor, el mundo necesita un santuario donde el espíritu humano pueda buscar la paz y el consuelo".
La Capilla de María, Madre del Género Humano, fue dedicada en 1955 por el arzobispo de Portland, Edward D. Howard. La capilla fue diseñada por L. L. Dougan de Dougan & Heims, Arquitectos.
En 1983 el santuario fue designado Santuario Nacional. A lo largo de los años, más de diez millones de visitantes se han maravillado con el entorno sereno de la Gruta. Hoy en día, seguimos recibiendo a personas de todo el mundo, de todas las creencias y de ninguna. Sin excepción, nuestros visitantes hablan de la paz que experimentan aquí en la belleza espiritual y natural de este santuario, donde abunda la presencia de Dios y donde se rinde especial homenaje a María, la Madre Dolorosa de Jesús.
La Gruta sigue creciendo a lo largo de los años para satisfacer las necesidades de la gente en un mundo en constante cambio. El sueño, el trabajo y la promesa de un hombre se han convertido en el ministerio de todos los que sirven aquí.

4 de marzo de 2021

Nuestra Señora del Género Humano

 

Del sitio Gaudium Press: 

Que María Santísima es corredentora del humano género, es algo que se cae de su peso cuando se define que se entiende por corredención de la Virgen, y se muestra la sólida fundamentación de este justo título de María. Veámos.
Definamos primero redención. “En sentido etimológico, la palabra ‘redimir’ (del latín ‘re’ y ‘emo’ = comprar) significa volver a comprar una cosa que habíamos perdido, pagando el precio correspondiente a la nueva compra. Aplicada a la redención del mundo significa, propia y formalmente, la recuperación del hombre al estado de justicia y de salvación, sacándole del estado de injusticia y de condenación en que se había sumergido por el pecado, mediante el pago del precio del rescate: la sangre de Cristo Redentor ofrecida por Él al Padre”, nos dice Royo Marín en su Teología y Espiritualidad marianas.
Siendo así, la Redención del mundo solo podía ser realizada por Dios, pues el precio que había que pagar era infinito y solo Dios podía ofrecer esa “cantidad”. Verdaderamente, una sola gota de la sangre de Cristo, Dios-Hombre, hubiera sido suficiente para pagar esa deuda de forma más que suficiente.
Entretanto, tal como se dio de hecho la obra de la Redención, en ese rescate Dios quiso asociar a los hombres, y dentro de ellos, de forma especialísima, a María la Virgen. De tal manera que “con esta palabra (Corredención) se designa en mariología la participación que corresponde a María en la obra de la redención del género humano realizado por Cristo Redentor”, especifica Royo Marín.
¿De qué ‘calidad’ es esta participación marial en la obra redentora? Cedamos la palabra a las excelentes disquisiciones del P. Manuel Cuervo O.P., en su obra Maternidad divina y corredención mariana (Pamplona, 1967), citado por Royo Marín:
Superfluo parece decir ahora que la corredención mariana no se halla en la Escritura de una manera expresa y formal. Pero de aquí no se sigue que no se encuentre en ella de algún modo. Oscuro y como implícitamente la encontramos en la primera promesa del redentor, que había de ser de la ‘posteridad’ de la mujer, o lo que es lo mismo, del linaje humano, y por tanto nacido de mujer (Gén. 3, 15). No se dice aquí que la mujer de la que había de nacer el redentor sea María, pero, en el proceso progresivo de la misma revelación divina, se va determinando cada vez más cuál sea esa mujer de la que había de nacer el redentor del mundo. Así Isaías dice que nacería de una virgen (Is 7, 14) y Miqueas añade que su nacimiento tendría lugar en Belén (Miq 5, 2), todo lo cual concuerda con lo que los evangelistas san Mateo y san Lucas narran acerca del nacimiento del Salvador (Mt 1,23; 2, 1-6; Lc 2, 4-7). Un ángel anuncia a María ser ella la escogida por Dios para que en su seno tenga lugar la concepción del Salvador de los hombres, a lo cual presta ella su libre asentimiento (Lc 1, 28-38), dándole a luz en Belén (Lc 2, 4-7). Con lo cual se evidencia aún más que la predestinación de María para ser madre de Cristo está toda ella ordenada a la realización del gran misterio de nuestra redención.
Esta predestinación encuentra su realización efectiva en la concepción del Salvador, y en los actos por los cuales ella prepara primero la Hostia que había de ser ofrecida en la cruz por la salvación del género humano y coopera después con Cristo, identificada su voluntad con la del Hijo, co-ofreciendo al Padre la inmolación de la vida de su Hijo para salvación y rescate de todos los hombres”.
La unión de María con Jesús se extiende a todos los pasos de la vida del Salvador. (…) Ahora bien: dada la unión tan estrecha que en la predestinación y revelación divina tienen Jesús y María acerca de nuestra redención sería gran torpeza no ver en todos estos hechos [Dar a luz al Salvador; sustentarlo; nutrirlo; defenderlo de Herodes; presentarlo en el templo; buscarlo entre los doctores de la ley; ‘ayudarlo’ en el inicio de su vida pública en las bodas de Caná; asistir a la inmolación de su vida en la cruz; etc.] nada más que la materialidad de los mismos, sin percibir el lazo tan íntimo y profundo que los une en el gran misterio de nuestra salud. Porque en todos esos hechos no sólo resalta la preparación y disposición por María de la Victima, cuya vida había de ser inmolada después en el monte Calvario por la salvación de todos, sino también la unión profunda de la Madre con el Hijo en la inmolación y oblación al Padre de su vida por todo el género humano en virtud de la conformidad de voluntades entre los dos existente.
Como, por otra parte, la maternidad divina elevaba a María de un modo relativo al orden hipostático [orden en el que la divinidad se une con la humanidad en la persona de Cristo], el cual en el presente orden de cosas está esencialmente ordenado, por voluntad de Dios, a la redención del hombre con la inmolación de la vida de su hijo en la cruz, por cuya voluntad estaba plenamente identificada la de la Madre, no sólo en el fin de nuestra redención, sino también en los medios señalados por el mismo Dios para conseguirla, la Virgen María además de preparar la Víctima del sacrificio infinito, cooperó con el Hijo en la consecución de nuestra redención co-inmolando en espíritu la vida del Hijo y co-ofreciéndola al Padre por la salvación de todos, juntamente con sus atroces dolores y sufrimientos, constituyéndose así en verdadera “colaboradora” y “cooperadora” de nuestra redención como enseña también el Vaticano II. Es decir, en Corredentora nuestra”.
Entre los varios papas que hablan de forma explícita de corredención, tal vez ninguno más claro que Benedicto XV, que además recoge la unánime tradición patrística cuando afirma que “los doctores de la Iglesia enseñan comúnmente que la Santísima Virgen María, que parecía ausente de la vida pública de Jesucristo, estuvo presente, sin embargo, a su lado cuando fue a la muerte y fue clavado en la cruz, y estuvo allí por divina disposición. En efecto, en comunión su hijo doliente y agonizante, soportó el dolor y casi la muerte; abdicó los derechos de madre sobre su Hijo para conseguir la salvación de los hombres; y, para apaciguar la justicia divina, en cuanto dependía de ella, inmoló a su Hijo, de suerte que se puede afirmar, con razón, que redimió al linaje humano con Cristo. Y por esta razón, toda suerte de gracias que sacamos del tesoro de la redención nos vienen, por decirlo así, de las manos de la Virgen dolorosa”. (Benedicto XV, epís. Inter sodalicia – 22/5/1918).
Finalmente, hay que resaltar que no fue María una cooperadora más en la obra de la redención humana. Además de los hechos históricos que muestran la colaboración incomparable en la vida de su Hijo, es sobre todo su carácter de Madre de Dios, y por tanto de perteneciente al orden hipostático relativo, el que la especifica como co-redentora sin paragón con ninguno: “La misma maternidad divina, unida a la voluntad de Dios en el orden hipostático, postula esto, según el sentido de la Iglesia, de una manera firme y segura. La dignidad que de aquí resulta en la Virgen María es, sin duda, la más alta que se puede concebir en ella después de su maternidad divina. Porque eso de ser con Jesucristo principio de la redención del género humano y de su reconciliación con Dios, es cosa que solo a María fue concedido sobre todas las criaturas en virtud de su maternidad divina”, afirma Cuervo.

Por Saúl Castiblanco