31 de agosto de 2018

Nuestra Señora de los Dolores

El 31 de agosto de 1843, un mil ochocientos hombres llevaban palas y picos a la iglesia católica de Santa María para construir un nuevo cementerio en Halifax, Nueva Escocia, Canadá. 

Por la tarde habían construido una hermosa iglesia allí. Este proyecto increíble, "de la iglesia construida en un día", fue la creación de William Walsh, obispo de Halifax, al igual que muchos de sus feligreses naturales de Irlanda. 

A la mañana siguiente, el obispo dedicó el nuevo cementerio de la Santa Cruz y la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores. Más tarde, la capilla fue decorada con esculturas del siglo XVI que habían traído de Europa

Esas obras flamencas que la adornaron - Cristo con la cruz, la crucifixión y la lamentación de Cristo - ahora residen en la Galería de Arte de Nueva Escocia en Halifax.

30 de agosto de 2018

Nuestra Señora de Cárquere

Del sitio foros de la Virgen María:
El culto a Nuestra Señora de Cárquere es más antiguo que la nacionalidad. Es conocido como “el milagro de Cárquere” la sanación del niño Alfonso Henrique, que habría de ser el primer rey de Portugal.
Su tutor Egas Moniz recibió la visita de la Virgen quien le informó donde estaba escondida de los moros una imagen suya, le pidió que levantara un templo en su honor y que llevara a curar al niño sentándolo en el altar en una vigilia nocturna.
Todo esto se cumplió como le dijo la Virgen.
Cárquere es una antiquísima parroquia situada en la región de Viseu, mas o menos a 10 kilómetros de Resende.
En el local donde hoy se yergue la iglesia hubo anteriormente un templo dedicado a una divinidad romana, una mezquita, una ermita y un convento.
Se cuenta que en el tiempo de la invasión árabe, cuando el Rey Rodrigo perdió España en manos de los Moros, ya se veneraba a Nuestra Señora en una pequeña ermita que existía en el local.
Una vez que los moros entraron a la zona, los cristianos trataron de esconder los objetos sagrados para que no fueran profanados.
Así en un viejísimo roble hueco (según una tradición) o en un agujero en la tierra (según otra tradición) escondieron la imagen venerada de Nuestra Señora de Cárquere, en una caja con reliquias.
Pasó el tiempo y los objetos fueron olvidados. Muchos años después nació Alfonso Henrique, que habría de ser el primer rey de Portugal. Con gran disgusto para D. Henrique y D. Teresa porque el niño nació sin poder mover las piernas, de la rodilla para abajo.
Como era usual en esa época, las criaturas de alta posición social eran entregadas a tutores que los educaban y muchas veces los acompañaban toda la vida. Alfonso Henrique tuvo como tutor a Egas Moniz, caballero de una de las más antiguas e importantes familias del Condado Portucalense.
Según la tradición, Alfonso Henrique era un niño muy pequeño y Egas Monis tuvo un sueño. En ese sueño se le apareció Nuestra Señora y le pidió que se dirigiera a Cárquere y cavara en un determinado lugar. Allí encontraría los restos de una ermita que fuera dedicada a una imagen suya. Debería mandar a construir en el mismo lugar, una nueva iglesia y colocar sobre el altar al niño enfermo, pasando la noche en vigilia.
Egas Moniz ejecutó la orden de Nuestra Señora tal como le fue pedida en su sueño. Así que encontró la imagen, contó todo al conde D. Henrique y construyó la iglesia.
Tenía 5 años Alfonso Henrique cuando la construcción fue terminada. Egas Moniz partió entonces para Cárquere con el niño acompañado por la reina D. Teresa, y lo puso sobre el altar como le mandó Nuestra Señora.
Al entrar en la capilla, natural o misteriosamente toda la comitiva se adormeció; solo el niño se mantuvo despierto. A cierta altura el se dio cuenta que una de las velas del altar se inclinaba peligrosamente. Por fin se cayo y comenzó a incendiar todo. Fue entonces que el niño trepó hasta el altar y apagó el fuego. Después, saltando de placer despertó a su madre y a toda la comitiva y luego rindieron gracias a Nuestra Señora por el milagro concedido.
También cuenta la leyenda que un día, no se sabe si antes o después de este milagro, Alfonso fue rodeado por el fuego, sin asustarse el niño contempló el fuego y éste se extinguió solo.
El conde D. Henrique, agradecido a Nuestra Señora de Cárquere por haberle devuelto la salud y la perfección a su primogénito, mando acrecentar la iglesia, hacer un convento y donarlo a los clérigos de San Agustín.
A partir de entonces le fue posible a Egas Moniz educar a su pupilo y adiestrarlo en el manejo de las armas, de modo de transformarlo en un gran guerrero, que vino a ser el primer Rey de Portugal.
Santa María de Cárquere es una minúscula e preciosísima escultura en marfil, de 29 mm de altura y 14 de base, cuyas formas y expresiones denuncian un trabajo de mucha antigüedad. La escultura representa a una Señora con un niño sentado sobre la rodilla izquierda, de corona denticulada. El niño tiene un libro en la mano izquierda y bendice con la derecha.
Tal vez, esta imagen vista y adorada por reyes, nobles y todo el pueblo en siglos remotos, fuera llevada como un talismán en un minusculo relicario de plata para defenderse en medio de las refriegas contra los moros.
La actual iglesia de Cárquere, que tiene una capilla gótica y cuerpo casi todo manuelino, tiene tres grandes estructuras con signo románico indiscutible: el Conventinho, el campanario que abunda en siglas, y la capilla funeraria que de los Señores de Resende, descendientes de Egas Moniz de Ribadouro y sus sucesores en la posesión de la famosa Honra del mismo nombre. Esta última, fría y arcaica, tiene en su interior cuatro gabinetes tumulares de granito, trapezoidales, con las armas de los “Resendes” talladas.

29 de agosto de 2018

Nuestra Señora de la Salud

Del sitio oficial de la Iglesia de Velankanni:
Situado en la Bahía de Bengala en el sureste de la India, el santuario de Nuestra Señora de la Salud fue construido cerca del sitio de tres milagros que todos dijeron que ocurrieron el 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de María, a partir de finales de 1500. La fiesta del santuario Velankanni comienza el 29 de agosto, con el izado de la bandera de la Virgen, y continúa con misas diarias y procesiones hasta el 8 de septiembre, cuando la bandera se baja.
En algún momento durante el siglo XVI, la Virgen con su hijo pequeño se le apareció a un niño hindú que llevaba la leche a la casa de un cliente. Mientras descansaba bajo un árbol banyan cerca de un estanque, la Virgen se le apareció y le pidió leche para su Hijo y el niño le dio un poco. Al llegar a la casa del cliente , el chico se disculpó por su tardanza y la reducida cantidad de leche en relación al incidente que se produjo en su camino.
En su inspección, el hombre encontró el bote de leche completo y se dio cuenta de que algo milagroso había ocurrido. Ese hombre, también hindú, con ganas de ver el lugar donde se produjo la aparición, acompañó al muchacho adonde se le apareció Nuestra Señora. Cuando llegaron al estanque, la Virgen se apareció una vez más.
Al enterarse de que era la Virgen que se apareció al joven, los residentes de la comunidad católica local quedaron extasiados. El estanque donde la aparición tuvo lugar se llama " Matha Kulam " o estanque de Nuestra Señora.
Algunos años más tarde, la Virgen se apareció de nuevo. Esta vez a un niño lisiado que vendía suero de leche cerca de una plaza pública en las afueras de la misma localidad de Vailankanni. Ella le pidió suero de leche para su Hijo lactante y el niño se lo entregó. Nuestra Señora le pidió al niño que le informe a un cierto hombre rico católico en la cercana ciudad de Nagapattinam de su aparición. Sin darse cuenta de que su pierna lisiada fue curada milagrosamente por la Virgen , el niño se levantó y comenzó su viaje. El hombre también tenía una visión de la noche anterior donde la Virgen le pidió que construyera una capilla para Ella. Juntos, el hombre y el niño regresaron al lugar del milagro.
La Virgen se apareció a los dos. El hombre levantó una capilla con techo de paja  en el lugar de su segunda aparición. Esta capilla se convirtió en un lugar sagrado de veneración a Nuestra Madre y se llama a partir de ahora, la Madre de la Buena Salud ( "Arokia Matha").
Unos años más tarde, Nuestra Madre Misericordiosa rescató a unos marineros mercantes portugueses de una violenta tormenta, que destruyó su nave. Cuando los mercaderes llegaron a la orilla de Vailankanni fueron llevados por los pescadores locales a la capilla con techo de paja. Para dar las gracias y rendir homenaje a la Virgen, se construyó una pequeña capilla permanente en su viaje de regreso. En visitas posteriores la mejoraron. Los comerciantes dedicaron la capilla a la Virgen el 8 de septiembre para celebrar la fiesta de su Natividad y para conmemorar la fecha de su aterrizaje seguro Vailankanni.
En septiembre de 1771, Vailankanni, que había sido una subestación de Nagapattinam Parish, se elevó a la categoría de parroquia.
El majestuoso Santuario hacia el Este, fue renovado en dos ocasiones en 1920 y 1933.
Su Santidad el Papa Juan XXIII, elevó el Santuario a la categoría de "Basílica" el 3 noviembre de 1962. Las apariciones de Nuestra Señora, la estatua milagrosa de Nuestra Señora, los innumerables milagros, la magnífica arquitectura y la belleza del Santuario, fueron los motivos de este Santuario para convertirse en una basílica .
La Basílica se extendió en dos pisos y fue bendecida e inaugurada en 1975.
 En 1985 , la pequeña capilla del estanque de Nuestra Señora, fue construida a nueva y bendecida.

28 de agosto de 2018

Nuestra Señora de Tinos

Del sitio 365 Days with Mary:

Hay más de 600 iglesias y monasterios en la isla griega de Tinos, que es ampliamente conocida por su icono milagroso de curación de la Madre de Dios.En junio de 1822, la Virgen María se le apareció varias veces a una monja llamada Hermana Pelagia, en el Convento de Kerovounia. Ella le señaló el lugar en un campo donde los lugareños debían buscar su Icono.  

De hecho, el Icono se encontró allí el 30 de enero de 1823; más tarde se confirmó que el lugar había sido el sitio de una antigua iglesia cristiana; de hecho, el lugar exacto donde se encontró el Icono estaba en la cripta de la iglesia. Ahora el lugar es conocido como la "Capilla del Descubrimiento". 

Después del descubrimiento, se construyó una nueva iglesia en el sitio. Fue terminado en 1830, y es conocida como la Iglesia de Megalochari (Gran Gracia). En aquellos días, los peregrinos ya estaban llegando a la isla para venerar al Icono, que rápidamente ganó fama como fuente de curación. Ahora en Grecia es venerado como una de las cosas santas más importantes de la tierra.

 La Iglesia ha registrado cientos de curaciones atribuidas al Icono Milagroso. Cada año, decenas de miles de peregrinos van a Tinos de toda Grecia y del extranjero. La fiesta principal del Icono es el 15 de agosto, la Fiesta de la Dormición de la Madre de Dios.

27 de agosto de 2018

Nuestra Señora de Quézac

Del sitio María de Nazaret:
Al Sur del Cantal, en una región verde y rodeada de valles, se encuentra el santuario de Nuestra Señora de Quézac, uno de los centros de peregrinación más visitados del centro de Francia.
La peregrinación en Quézac remonta a una época muy antigua. Ya en el siglo 12, se veía el sitio donde está la actual iglesia, un modesto oratorio donde se veneraba una estatua milagrosa que representa Virgen sentada y el Niño Jesús en sus rodillas.
La vieja iglesia era demasiado pequeña, motivo por el cual fue sustituida por el maravilloso santuario que se ve hoy, consagrado el 3 de septiembre de 1887: el Santuario mariano de Nuestra Señora de Quézac.

El centro espiritual de Betania en Quézac acoge grupos o particulares, para ejercicios espirituales, periodos de recogimiento, seminarios de trabajo o simplemente momentos de vacaciones. Desde el 2008 cuando las oblatas benedictinas de San Benedicto dejaron el lugar para un merecido descanso, Mgr Bruno Grua, obispo de Saint-Flour, hizo que las hermanas de Nuestra Señora de la Salette visitaran el lugar. Las religiosas se dejaron conquistar por este remanso de paz y decidieron instalar allí un noviciado. Esta comunidad lleva muy entregada, arraigadas en la oración, viven bajo el espíritu de la reconciliación y el esfuerzo en el apostolado.

26 de agosto de 2018

Nuestra Señora de Czestochowa

Del sitio Catholicnet:

No se conoce el origen de ésta imagen milagrosa que por muchos siglos ha estado íntimamente relacionada con la historia del pueblo polaco.
Según una leyenda, después de la crucifixión de Jesús, cuando la Virgen María se trasladó a la casa de San Juan, llevó consigo algunos artículos personales, entre ellos una mesa hecha por el mismo Redentor en el taller de San José. Se cuenta que, cuando las mujeres piadosas de Jerusalén le pidieron a San Lucas que hiciese una pintura de la Madre de Dios; fue la parte superior de esta mesa la que el Apóstol utilizó para pintar la imagen. Mientras aplicaba los broches y la pintura, San Lucas escuchó con atención como la Madre de Jesús hablaba de la vida de su Hijo; muchos de estos hechos fueron plasmados en su Evangelio.

La leyenda cuenta que la imagen permaneció en los alrededores de Jerusalén hasta que fue descubierta por Santa Elena, en el siglo cuarto.

El cuadro, junto con otras reliquias, fue trasladado a la ciudad de Constantinopla, donde el hijo de Santa Elena, el Emperador Constantino el Grande, erigió una Iglesia para su entronización. La imagen de la Madre de Dios y el Niño fue honrada por el pueblo.
Cuando los Sarracenos invadieron la ciudad, los senadores y ciudadanos cargaron la preciada imagen en procesión por las calles. Los Sarracenos se llenaron de pánico y huyeron en consternación.

Más tarde, durante el terrible reinado del Emperador Izauryn, quien rechazaba los objetos sagrados y había destruido muchos a fuego, la imagen fue salvada por su esposa, la Emperatriz Irene, quien demostró una gran astucia al esconder la imagen de la Virgen en el palacio del Emperador, lugar donde los enemigos de Nuestra Señora nunca pensarían en buscarla.

La imagen permaneció en Constantinopla por quinientos años, hasta que se convirtió en objeto de varios dotes y así fue, eventualmente, a parar en Rusia y la región rusa que más tarde se convirtió en la actual Polonia.

Después de que la imagen vino a formar parte de las posesiones del príncipe polaco, San Ladislao, fue instalada en un lugar especial de su palacio en Belz. Poco tiempo después, cuando el castillo fue asediado por los Tártaros, una flecha enemiga penetró en la Capilla por una ventana hasta el icono, causando un rasguño en la garganta de la Virgen María. La lesión permanece hasta el día de hoy, a pesar de los muchos intentos hechos a través de los años para repararla.

Las crónicas narran que San Ladislao se determinó a salvaguardar la imagen de las subsecuentes invasiones de los Tártaros trasladándola a Opala, su ciudad natal, donde estaría más segura. Este viaje lo llevó hasta Czestochowa, lugar donde decidió pasar la noche. Durante esta breve pausa de su viaje, la imagen fue trasladada a Jasna Gora (que significa "colina luminosa"). Ahí fue colocada en una pequeña Iglesia de madera llamada La Asunción. A la mañana siguiente, después de haber colocado la imagen con sumo cuidado en su vagón correspondiente, los caballos se rehusaban a moverse. Aceptando esto como una señal del cielo de que la imagen había de permanecer en Czestochowa, San Ladislao hizo regresar la imagen solemnemente, a la Iglesia de la Asunción. Esto ocurrió el día 26 de agosto de 1382, día que aún se observa como fiesta de la imagen de Nuestra Señora. Dado que fue el deseo de San Ladislao que la imagen fuese custodiada por los más santos varones, ordenó la construcción de una Iglesia y monasterio de los Padres Paulinos, quienes devotamente se han encargado de su cuidado por los últimos seis siglos.

Habiendo escapado de la furia del Emperador Izauryn, y el daño causado por la flecha de los tártaros en la garganta de la Virgen María, la imagen fue puesta en peligro por los husitas, quienes abrazaron herejías extravagantes. Estos últimos invadieron el monasterio de los Padres Paulinos en 1430 y saquearon el suntuoso santuario. Entre los objetos robados estaba la imagen de Nuestra Señora. Después de haberla colocado en el vagón, los husitas avanzaron tan sólo una corta distancia antes de que los caballos se rehusaran a caminar.

Recordando que un incidente similar había ocurrido a San Ladislao hacía unos cincuenta años atrás, y dándose cuenta de que la imagen había sido la causa, los herejes arrojaron la imagen al suelo. Ésta se quebró en tres pedazos. Uno de los ladrones sacó su espada, golpeó la imagen y le causó dos cortaduras profundas. Cuando se preparaba para golpearla por tercera vez, cayó al suelo y se retorció en agonía, hasta que murió. Las dos cortaduras en la mejilla de la Virgen, junto con el daño causado anteriormente por la lanza en su garganta, han reaparecido siempre a pesar de los repetidos intentos de restauración.

La imagen estuvo nuevamente en peligro en el año 1655. En aquel entonces, 12,000 suecos se enfrentaron a los 300 hombres que protegían el santuario. Aunque grandemente superados en número, los protectores de la Virgen lograron un gran éxito derrotando a los enemigos. Al año siguiente, la Virgen María fue aclamada como Reina de Polonia.

Cercano a nuestros tiempos, el día 14 de septiembre de 1920, cuando el ejército ruso se estableció en el Río Vístula y se preparaba para invadir la ciudad de Varsovia, el pueblo recurrió a la Virgen María. Al día siguiente, fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, el ejército ruso se retiró después que la imagen de la Virgen apareció en una nube sobre la ciudad. En la historia de Polonia, ésta victoria es conocida como El Milagro de Vístula.

Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, los alemanes invadieron y capturaron Polonia. Después de haberse tomado la ciudad de Varsovia, una de las órdenes de Hitler fue la de suspender y cancelar todas las peregrinaciones ya que estas fortalecían al pueblo polaco. En demostración al amor por Nuestra Señora y la confianza en su protección, medio millón de polacos secretamente viajaron hasta el santuario en contra de las órdenes de Hitler. Después de la liberación de la ciudad en el año 1945, un millón y medio de personas expresaron su gratitud a Nuestra Señora rezando frente a su imagen milagrosa.

Veintiocho años después del primer intento del ejército ruso por capturar la ciudad, lograron esclavizar al país completo a partir del año 1948. Sin embargo, durante ese año, más de 800,000 personas valientes peregrinaron al santuario durante la fiesta de la Asunción, una de las tres fiestas de la imagen, aunque pasaron bajo la mirada de los soldados comunistas que rutinariamente patrullaban las calles. Hoy día, el pueblo continúa rindiendo honores a la venerada imagen de Nuestra Señora y el Niño, especialmente el día 26 de agosto, día que ha sido reservado para su celebración desde tiempos del Príncipe Ladislao.

Dado el color tan oscuro de la cara y las manos de Nuestra Señora, la imagen ha sido afectuosamente llamada "la Madona Negra", frase que nos recuerda del Cantar de los Cantares, "Soy morena pero bella". Su oscuridad se atribuye a varias condiciones, de las cuales la edad es la primordial. Otro factor es las pobres condiciones de los lugares donde fue escondida para salvaguardarla; además, infinidad de velas han sido quemadas ante ella, causando que estuviese constantemente rodeada de humo; y ha sido tocada por multitudes.

Sin contar el marco, la imagen es de aproximadamente 19 pulgadas de alto, unas 13 pulgadas de ancho y casi media pulgada de grueso. Hay una tela detrás del cuadro con dibujos y representaciones de su historia y de algunos milagros obtenidos a través de la intercesión de Nuestra Señora.

Los milagros atribuidos a la intercesión de Nuestra Señora de Czestochowa son numerosos y espectaculares. La documentación de estos milagros y curaciones se encuentra preservada en los archivos de los Padres Paulinos en Jasna Gora.

La imagen milagrosa fue reconocida oficialmente por el Papa Clemente XI en el año 1717. La corona dada por el Papa fue utilizada durante la primera coronación oficial de la imagen, pero este símbolo del reinado de Nuestra Señora fue robado en el año 1909. La corona fue reemplazada por una de oro incrustada con joyas, regalada por el Papa San Pío X.

Jan Casmir, Rey de Polonia, quien peregrinó allá en el año 1656. Después de haber colocado su corona a los pies del altar de la Virgen, prometió, "Yo, Jan Casmir, Rey de Polonia, os tomo a Vos como Reina y Patrona de mi reino; coloco a mi pueblo y a mi ejército bajo vuestra protección..." Mayo 3, el día en que se hizo este voto, fue designado por el Papa Pío XI con la fiesta de María bajo el titulo de "Reina de Polonia".

En tiempos modernos, el Papa San Juan Pablo II, ha visitado varias veces a la Virgen de Czestochowa, siendo la primera en el año 1979, pocos meses después de haber sido elegido Papa. También el Papa tiene una réplica de su querida Virgen de Czestochowa en el altar de su capilla privada donde cada día pasa horas en oración. 

La Virgen de Czestochowa, herida en el cuello y en su rostro por sus enemigos, es una elocuente invitación a entregar nuestras vidas para reparar por tantas injurias que se siguen cometiendo contra nuestra Madre Amadísima.

25 de agosto de 2018

Nuestra Señora del Rosario de Paysandú

En el año 1805, el obispo de Buenos Aires de Lue y Riega crea el Curato de Paysandú bajo advocación de San Benito en honor a su propio santo teniendo como limites por el norte hasta el arroyo Dayman, por el este Arroyo Salsipuedes, por el sur el Río Negro y por el oeste el Río Uruguay (es decir el Departamento de Paysandú y Río Negro).

En agosto de 1815, el padre Damasco A. Larrañaga en su diario de viaje comenta su entrevista con el Gral. José Gervasio Artigas en la propia Iglesia que era un rancho de techo pajizo que contaba con un altar y se erigió el primer campanario con tirantes de urunday que estaba ubicado donde hoy es la oficina de Turismo.

Paysandú contaba en ese momento con una población de vecinos que la mayor parte eran indios cristianizados, cinco o seis casas que eran de terrón y paja y un comandante militar.

En el año 1827 el  Gral. Fructuoso Rivera reconquista las Misiones Orientales (San Nicolás), y desde allí trajo consigo algunas campanas a lomo de caballería que fue dejando en Capillas o Iglesias que carecían de ellas. En Paysandú, debido a la gran amistad que los unía con el Pbro. Solano García, donó una campana que en su relieve se ven estas inscripciones "Sante Nicolae, Pro Nobis Año 1689". Fue colocada el el humilde campanario de Ñandubay y Coronillo de la Iglesia.

El 25 de agosto de 1860, la primera piedra de un nuevo edificio fue colocada para reemplazar la pequeña iglesia parroquial de paja de San Benito el Moro en Paysandú

En 1864, cuando casi terminada, la nueva iglesia fue destruida por el fuego de cañón brasileño durante un conflicto regional. Reconstruida en 1870, el edificio neoclásico fue dedicado a la Virgen del Rosario, junto con San Benito el Moro.

En 1882, un incendio destruyó el altar mayor y la imagen de la Virgen del Rosario. La estatua actual fue bendecida el 25 de mayo de 1886. 

En 1898, el artista italiano Antonio Buscaglia decoró el interior con pinturas al fresco y temple. 

Su magnificencia contribuyó en 1949 a la designación de la iglesia del Papa Pío XII como Basílica Menor. 

Después de más de un siglo y ante algunos deterioros, la Basílica histórica fue restaurada en 2012.

24 de agosto de 2018

Nuestar Señora del Milagro de Tunja

La imagen original de la Virgen del Milagro de Tunja o Nuestra Señora del Topo, como también se la conoce, apareció en el antiguo Convento de las Concepcionistas el 24 de agosto de 1628. Esa madrugada, dos monjas que salían de su oración vieron un resplandor y detrás de ese fenómeno una imagen de la Virgen María impresa sobre una cortina de lienzo. La aparición de la figura desató una romería de creyentes y desde el siglo XVII el templo es un sitio frecuentado tradicionalmente por los devotos de la Virgen.
De acuerdo con esa tradición, otra figura de la Virgen se veneraba años antes en El Topo, un poblado de Muzo, localidad de Boyacá, famosa por sus minas de esmeraldas.
La Virgen del Topo es también la patrona de la Arquidiócesis de Tunja y de la Curia de Bogotá, en cuya Catedral está una réplica de la imagen detrás del altar principal. Esta figura fue declarada patrona de la Fuerza Aérea Colombiana, si bien la patrona de los aviadores es Nuestra Señora de Loreto, cuyo santuario más importante se encuentra en Loreto (Italia). En la década de 1970, el general José Ramón Calderón Molano, entonces Comandante de la Fuerza Aérea Colombiana, adoptó la tradición de honrar cada año a la Virgen del Milagro. Tunja es la ciudad capital del departamento de Boyacá, situada en el centro oriente de Colombia, está a 2.775 metros sobre el nivel del mar.
 En 1628, cuando dos Hermanas Concepcionistas del Monasterio de Tunja, a eso de las cuatro y media de la mañana, salían de su oración en la capilla. Al atravesar el patio, observaron estupefactas que en el agua de un pequeño charco dejado por la lluvia, se reflejaba una imagen de María Santísima. Sorprendidas levantaron los ojos al cielo y, suspendida entre esplendores, contemplaron la misma imagen. Miraron hacia una habitación contigua donde salía un torrente de luz e, impresa sobre un lienzo de la tosca cortina de la ventana, admiraron la misma imagen que habían visto en el agua y en el cielo. Esto recuerda la manifestación de María Santísima en México, en 1531, estampando su iconografía en una tilma del Beato Juan Diego, Santa María de Guadalupe del Tepeyac.
El hecho no tardo en reunir postradas a todas las Hermanas de la Comunidad que poco menos que extasiadas contemplaban el prodigio. Llamaron al señor Arzobispo que de la misma forma cayó de rodillas ante la Inmaculada que llenaba de luz y resplandores la pequeña habitación. Las campanas tocaron por sí solas y esto sirvió para que los vecinos sorprendidos por aquellos repiques a horas tan desusadas, corrieran al Monasterio.
El Prelado dispensó la clausura a la devota muchedumbre que invadió los claustros para cerciorarse por sus propios ojos de la verdad y grandeza del suceso. El lienzo en esos momentos comenzó a destilar bálsamo que el Prelado recogía devotamente empapando algodones y colocándolos con una cucharilla de plata en una redoma del mismo metal. "Milagro! Milagro!" gritaba la gente y así quedó bautizada la sagrada imagen. Este año de 1628 fue, pues, la fecha más egregia tanto para Tunja como para la Comunidad. El mismo Prelado levantó el Proceso Jurídico sobre la autenticidad del Milagro y permitió que fuera expuesto al culto público el prodigioso lienzo ordenando además que se celebrara todos los años solemnemente el aniversario de esta Aparición.
Actualmente es la Patrona de la Diócesis de Tunja y de las Fuerzas Aéreas Colombianas. El día de su fiesta, no se escatiman las exhibiciones aéreas para celebrar a la Patrona de los artistas del aire.
El templo fue construido por religiosos agustinos y desde 1880 está bajo el cuidado de monjas de clausura de la Comunidad de la Inmaculada Concepción. Es una iglesia colonial que se construyó en el Siglo XVII. Consagrado a Nuestra Señora de los Dolores del Topo iniciado en 1683, actualmente ostenta denominación de Santuario y se venera la Virgen del Milagro al cuidado de la Comunidad de la Inmaculada Concepción, monjas de clausura instaladas en ese lugar en 1880. Ellas llevaron la milagrosa imagen en óleo sobre lienzo del convento original de las concepcionistas que fuera fundado en la ciudad en 1599. Este templo sobresale por su singular belleza arquitectónica. El templo tiene una sola nave rectangular, de techo plano, el techo esta cubierto de numerosos adornos de flores y hojas de madera dorada, es de gran significación el retablo mayor, ejemplo del arte barroco del siglo XVIII. Actualmente tiene la categoría de santuario
El cuadro de la Virgen de los Dolores de El Topo, corresponde a la veneración que se hizo a esta imagen en El Topo, cerca a Muzo, es la patrona de los canónigos de Bogotá. Se destaca la restauración que hizo en la segunda mitad del Siglo XX, el reverendo padre Ernesto Reyes Sarmiento.

23 de agosto de 2018

Nuestra Señora de Krematis

En el lado oeste de la isla de Rodas, una isla griega, cerca de la costa suroeste de Turquía, el pueblo de Kremasti es conocido por su playa, el Valle de las Mariposas cercanas, y la Iglesia de la Asunción, construida a mano por los fieles en 1960 cerca de el sitio de dos iglesias ortodoxas anteriores.  
A partir del 15 de agosto, fiesta de la Asunción, y culminando el 23 de agosto, fiesta de Panagia Katholiki, la Declaración Universal de Toda Santa, los peregrinos convergen en Kremasti de todas las islas alrededor de Rodas. Muchos traen regalos a los laicos ante el icono de la Virgen - aceite, cera, velas, joyas, telas - o réplicas de artículos por el cual se oró, como las partes del cuerpo y dinero. Dentro de la iglesia, la gente enferma se acerca a la imagen de la esperanza de una cura. En el exterior, bailarines disfrazados realizan la danza antigua con espadas. Hay puestos de vendedores y diversiones para los niños. 
El 23 de agosto, los oficiales navales llevan la imagen de la Virgen en procesión. Este icono semicircular de la década de 1400, que representa a la Virgen Madre con el niño en la antigua pose frontal, entre los ángeles, se lleva a cabo para reproducir un mural, en el icono de "fundadora" de la iglesia de Kremasti. Fue instalado en 1926, después de que el mural en la iglesia de 1839 se había deteriorado. En 1935, un incendio reveló rastros de la pintura mural original detrás de eso. La virgen tiene el apodo cariñoso de la Dama de ojos oscuros.

22 de agosto de 2018

Nuestra Señora Reina del Cielo

CARTA ENCÍCLICA
AD CAELI REGINAM
DE NUESTRO SANTÍSIMO SEÑOR
PÍO
POR LA DIVINA PROVIDENCIA
PAPA XII
A LOS VENERABLES HERMANOS
PATRIARCAS, PRIMADOS, ARZOBISPOS, OBISPOS
Y DEMÁS ORDINARIOS LOCALES
EN PAZ Y COMUNIÓN CON LA SEDE APOSTÓLICA
SOBRE LA REALEZA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Y LA INSTITUCIÓN DE SU FIESTA

VENERABLES HERMANOS
SALUD Y BENDICIÓN APOSTÓLICA
A la Reina del Cielo, ya desde los primeros siglos de la Iglesia católica, elevó el pueblo cristiano suplicantes oraciones e himnos de loa y piedad, así en sus tiempos de felicidad y alegría como en los de angustia y peligros; y nunca falló la esperanza en la Madre del Rey divino, Jesucristo, ni languideció aquella fe que nos enseña cómo la Virgen María, Madre de Dios, reina en todo el mundo con maternal corazón, al igual que está coronada con la gloria de la realeza en la bienaventuranza celestial.
Y ahora, después de las grandes ruinas que aun ante Nuestra vista han destruido florecientes ciudades, villas y aldeas; ante el doloroso espectáculo de tales y tantos males morales que amenazadores avanzan en cenagosas oleadas, a la par que vemos resquebrajarse las bases mismas de la justicia y triunfar la corrupción, en este incierto y pavoroso estado de cosas Nos vemos profundamente angustiados, pero recurrimos confiados a nuestra Reina María, poniendo a sus pies, junto con el Nuestro, los sentimientos de devoción de todos los fieles que se glorían del nombre de cristianos.
INTRODUCCIÓN
2. Place y es útil recordar que Nos mismo, en el primer día de noviembre del Año Santo, 1950, ante una gran multitud de Eminentísimos Cardenales, de venerables Obispos, de Sacerdotes y de cristianos, llegados de las partes todas del mundo -decretamos el dogma de la Asunción de la Beatísima Virgen María al Cielo[1], donde, presente en alma y en cuerpo, reina entre los coros de los Ángeles y de los Santos, a una con su unigénito Hijo. Además, al cumplirse el centenario de la definición dogmática —hecha por Nuestro Predecesor, Pío IX, de ilustre memoria— de la Concepción de la Madre de Dios sin mancha alguna de pecado original, promulgamos[2] el Año Mariano, durante el cual vemos con suma alegría que no sólo en esta alma Ciudad —singularmente en la Basílica Liberiana, donde innumerables muchedumbres acuden a manifestar públicamente su fe y su ardiente amor a la Madre celestial— sino también en toda las partes del mundo vuelve a florecer cada vez más la devoción hacia la Virgen Madre de Dios, mientras los principales Santuarios de María han acogido y acogen todavía imponentes peregrinaciones de fieles devotos.
Y todos saben cómo Nos, siempre que se Nos ha ofrecido la posibilidad, esto es, cuando hemos podido dirigir la palabra a Nuestros hijos, que han llegado a visitarnos, y cuando por medio de las ondas radiofónicas hemos dirigido mensajes aun a pueblos alejados, jamás hemos cesado de exhortar a todos aquellos, a quienes hemos podido dirigirnos, a amar a nuestra benignísima y poderosísima Madre con un amor tierno y vivo, cual cumple a los hijos.
Recordamos a este propósito particularmente el Radiomensaje que hemos dirigido al pueblo de Portugal, al ser coronada la milagrosa Virgen de Fátima[3], Radiomensaje que Nos mismo hemos llamado de la "Realeza" de María[4].
3. Por todo ello, y como para coronar estos testimonios todos de Nuestra piedad mariana, a los que con tanto entusiasmo ha respondido el pueblo cristiano, para concluir útil y felizmente el Año Mariano que ya está terminando, así como para acceder a las insistentes peticiones que de todas partes Nos han llegado, hemos determinado instituir la fiesta litúrgica de la "Bienaventurada María Virgen Reina".
Cierto que no se trata de una nueva verdad propuesta al pueblo cristiano, porque el fundamento y las razones de la dignidad real de María, abundantemente expresadas en todo tiempo, se encuentran en los antiguos documentos de la Iglesia y en los libros de la sagrada liturgia.
Mas queremos recordarlos ahora en la presente Encíclica para renovar las alabanzas de nuestra celestial Madre y para hacer más viva la devoción en las almas, con ventajas espirituales.
I. TRADICIÓN
4. Con razón ha creído siempre el pueblo cristiano, aun en los siglos pasados, que Aquélla, de la que nació el Hijo del Altísimo, que «reinará eternamente en la casa de Jacob»[5] y [será] «Príncipe de la Paz»[6], «Rey de los reyes y Señor de los señores»[7], por encima de todas las demás criaturas recibió de Dios singularísimos privilegios de gracia. Y considerando luego las íntimas relaciones que unen a la madre con el hijo, reconoció fácilmente en la Madre de Dios una regia preeminencia sobre todos los seres.
Por ello se comprende fácilmente cómo ya los antiguos escritores de la Iglesia, fundados en las palabras del arcángel San Gabriel que predijo el reinado eterno del Hijo de María[8], y en las de Isabel que se inclinó reverente ante ella, llamándola «Madre de mi Señor»[9], al denominar a María «Madre del Rey» y «Madre del Señor», querían claramente significar que de la realeza del Hijo se había de derivar a su Madre una singular elevación y preeminencia.
5. Por esta razón San Efrén, con férvida inspiración poética, hace hablar así a María: «Manténgame el cielo con su abrazo, porque se me debe más honor que a él; pues el cielo fue tan sólo tu trono, pero no tu madre. ¡Cuánto más no habrá de honrarse y venerarse a la Madre del Rey que a su trono!»[10]. Y en otro lugar ora él así a María: «... virgen augusta y dueña, Reina, Señora, protégeme bajo tus alas, guárdame, para que no se gloríe contra mí Satanás, que siembra ruinas, ni triunfe contra mí el malvado enemigo»[11].
San Gregorio Nacianceno llama a María «Madre del Rey de todo el universo», «Madre Virgen, que dio a luz al Rey de todo el mundo»[12]. Prudencio, a su vez, afirma que la Madre se maravilló «de haber engendrado a Dios como hombre sí, pero también como Sumo Rey»[13].
Esta dignidad real de María se halla, además, claramente afirmada por quienes la llaman «Señora», «Dominadora» y «Reina».
Ya en una homilía atribuida a Orígenes, Isabel saluda a María «Madre de mi Señor», y aun la dice también: «Tú eres mi señora»[14].
Lo mismo se deduce de San Jerónimo, cuando expone su pensamiento sobre las varias "interpretaciones" del nombre de "María": «Sépase que María en la lengua siriaca significa Señora»[15]. E igualmente se expresa, después de él, San Pedro Crisólogo: «El nombre hebreo María se traduce Domina en latín; por lo tanto, el ángel la saluda Señora para que se vea libre del temor servil la Madre del Dominador, pues éste, como hijo, quiso que ella naciera y fuera llamada Señora»[16].
San Epifanio, obispo de Constantinopla, escribe al Sumo Pontífice Hormidas, que se ha de implorar la unidad de la Iglesia «por la gracia de la santa y consubstancial Trinidad y por la intercesión de nuestra santa Señora, gloriosa Virgen y Madre de Dios, María»[17].
Un autor del mismo tiempo saluda solemnemente con estas palabras a la Bienaventurada Virgen sentada a la diestra de Dios, para que pida por nosotros: «Señora de los mortales, santísima Madre de Dios»[18].
San Andrés de Creta atribuye frecuentemente la dignidad de reina a la Virgen, y así escribe: «(Jesucristo) lleva en este día como Reina del género humano, desde la morada terrenal (a los cielos) a su Madre siempre Virgen, en cuyo seno, aun permaneciendo Dios, tomó la carne humana«[19]. Y en otra parte: «Reina de todos los hombres, porque, fiel de hecho al significado de su nombre, se encuentra por encima de todos, si sólo a Dios se exceptúa»[20].
También San Germán se dirige así a la humilde Virgen: «Siéntate, Señora: eres Reina y más eminente que los reyes todos, y así te corresponde sentarte en el puesto más alto»[21]; y la llama «Señora de todos los que en la tierra habitan»[22].
San Juan Damasceno la proclama «Reina, Dueña, Señora»[23] y también «Señora de todas las criaturas»[24]; y un antiguo escritor de la Iglesia occidental la llama «Reina feliz», «Reina eterna, junto al Hijo Rey, cuya nívea cabeza está adornada con áurea corona»[25].
Finalmente, San Ildefonso de Toledo resume casi todos los títulos de honor en este saludo: «¡Oh Señora mía!, ¡oh Dominadora mía!: tú mandas en mí, Madre de mi Señor..., Señora entre las esclavas, Reina entre las hermanas»[26].
6. Los Teólogos de la Iglesia, extrayendo su doctrina de estos y otros muchos testimonios de la antigua tradición, han llamado a la Beatísima Madre Virgen Reina de todas las cosas creadas, Reina del mundo, Señora del universo.
7. Los Sumos Pastores de la Iglesia creyeron deber suyo el aprobar y excitar con exhortaciones y alabanzas la devoción del pueblo cristiano hacia la celestial Madre y Reina.
Dejando aparte documentos de los Papas recientes, recordaremos que ya en el siglo séptimo Nuestro Predecesor San Martín llamó a María «nuestra Señora gloriosa, siempre Virgen»[27]; San Agatón, en la carta sinodal, enviada a los Padres del Sexto Concilio Ecuménico, la llamó «Señora nuestra, verdadera y propiamente Madre de Dios»[28]; y en el siglo octavo, Gregorio II en una carta enviada al patriarca San Germán, leída entre aclamaciones de los Padres del Séptimo Concilio Ecuménico, proclamaba a María «Señora de todos y verdadera Madre de Dios y Señora de todos los cristianos»[29].
Recordaremos igualmente que Nuestro Predecesor, de ilustre memoria, Sixto IV, en la bula Cum praexcelsa[30], al referirse favorablemente a la doctrina de la inmaculada concepción de la Bienaventurada Virgen, comienza con estas palabras: «Reina, que siempre vigilante intercede junto al Rey que ha engendrado». E igualmente Benedicto XIV, en la bula Gloriosae Dominae[31] llama a María «Reina del Cielo y de la tierra», afirmando que «el Sumo Rey le ha confiado a ella, en cierto modo, su propio imperio».
Por ello San Alfonso de Ligorio, resumiendo toda la tradición de los siglos anteriores, escribió con suma devoción: «Porque la Virgen María fue exaltada a ser la Madre del Rey de los reyes, con justa razón la Iglesia la honra con el título de Reina»[32].
II. LITURGIA
8. La sagrada Liturgia, fiel espejo de la enseñanza comunicada por los Padres y creída por el pueblo cristiano, ha cantado en el correr de los siglos y canta de continuo, así en Oriente como en Occidente, las glorias de la celestial Reina.
9. Férvidos resuenan los acentos en el Oriente: «Oh Madre de Dios, hoy eres trasladada al cielo sobre los carros de los querubines, y los serafines se honran con estar a tus órdenes, mientras los ejércitos de la celestial milicia se postran ante Ti»[33].
Y también: «Oh justo, beatísimo [José], por tu real origen has sido escogido entre todos como Esposo de la Reina Inmaculada, que de modo inefable dará a luz al Rey Jesús»[34]. Y además: «Himno cantaré a la Madre Reina, a la cual me vuelvo gozoso, para celebrar con alegría sus glorias... Oh Señora, nuestra lengua no te puede celebrar dignamente, porque Tú, que has dado a la luz a Cristo Rey, has sido exaltada por encima de los serafines. ... Salve, Reina del mundo, salve, María, Señora de todos nosotros»[35].
En el Misal Etiópico se lee: «Oh María, centro del mundo entero..., Tú eres más grande que los querubines plurividentes y que los serafines multialados. ... El cielo y la tierra están llenos de la santidad de tu gloria»[36].
10. Canta la Iglesia Latina la antigua y dulcisima plegaria "Salve Regina", las alegres antífonas "Ave Regina caelorum", "Regina caeli laetare alleluia" y otras recitadas en las varias fiestas de la Bienaventurada Virgen María: «Estuvo a tu diestra como Reina, vestida de brocado de oro»[37]; «La tierra y el cielo te cantan cual Reina poderosa»[38]; «Hoy la Virgen María asciende al cielo; alegraos, porque con Cristo reina para siempre»[39].
A tales cantos han de añadirse las Letanías Lauretanas que invitan al pueblo católico diariamente a invocar como Reina a María; y hace ya varios siglos que, en el quinto misterio glorioso del Santo Rosario, los fieles con piadosa meditación contemplan el reino de María que abarca cielo y tierra.
11. Finalmente, el arte, al inspirarse en los principios de la fe cristiana, y como fiel intérprete de la espontánea y auténtica devoción del pueblo, ya desde el Concilio de Éfeso, ha acostumbrado a representar a María como Reina y Emperatriz que, sentada en regio trono y adornada con enseñas reales, ceñida la cabeza con corona, y rodeada por los ejércitos de ángeles y de santos, manda no sólo en las fuerzas de la naturaleza, sino también sobre los malvados asaltos de Satanás. La iconografía, también en lo que se refiere a la regia dignidad de María, se ha enriquecido en todo tiempo con obras de valor artístico, llegando hasta representar al Divino Redentor en el acto de ceñir la cabeza de su Madre con fúlgida corona.
12. Los Romanos Pontífices, favoreciendo a esta devoción del pueblo cristiano, coronaron frecuentemente con la diadema, ya por sus propias manos, ya por medio de Legados pontificios, las imágenes de la Virgen Madre de Dios, insignes tradicionalmente en la pública devoción.
III. RAZONES TEOLÓGICAS
13. Como ya hemos señalado más arriba, Venerables Hermanos, el argumento principal, en que se funda la dignidad real de María, evidente ya en los textos de la tradición antigua y en la sagrada Liturgia, es indudablemente su divina maternidad. De hecho, en las Sagradas Escrituras se afirma del Hijo que la Virgen dará a luz: «Será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob eternamente, y su reino no tendrá fin»[40]; y, además, María es proclamada «Madre del Señor»[41]. Síguese de ello lógicamente que Ella misma es Reina, pues ha dado vida a un Hijo que, ya en el instante mismo de su concepción, aun como hombre, era Rey y Señor de todas las cosas, por la unión hipostática de la naturaleza humana con el Verbo.
San Juan Damasceno escribe, por lo tanto, con todo derecho: «Verdaderamente se convirtió en Señora de toda la creación, desde que llegó a ser Madre del Creador»[42]; e igualmente puede afirmarse que fue el mismo arcángel Gabriel el primero que anunció con palabras celestiales la dignidad regia de María.
14. Mas la Beatísima Virgen ha de ser proclamada Reina no tan sólo por su divina maternidad, sino también en razón de la parte singular que por voluntad de Dios tuvo en la obra de nuestra eterna salvación.
«¿Qué cosa habrá para nosotros más dulce y suave —como escribía Nuestro Predecesor, de feliz memoria, Pío XI— que el pensamiento de que Cristo impera sobre nosotros, no sólo por derecho de naturaleza, sino también por derecho de conquista adquirido a costa de la Redención? Ojalá que todos los hombres, harto olvidadizos, recordasen cuánto le hemos costado a nuestro Salvador; "Fuisteis rescatados, no con oro o plata, ... sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un Cordero inmaculado"[43]. No somos, pues, ya nuestros, puesto que Cristo "por precio grande"[44] nos ha comprado»[45].
Ahora bien, en el cumplimiento de la obra de la Redención, María Santísima estuvo, en verdad, estrechamente asociada a Cristo; y por ello justamente canta la Sagrada Liturgia: «Dolorida junto a la cruz de nuestro Señor Jesucristo estaba Santa María, Reina del cielo y de la tierra»[46].
Y la razón es que, como ya en la Edad Media escribió un piadosísimo discípulo de San Anselmo: «Así como... Dios, al crear todas las cosas con su poder, es Padre y Señor de todo, así María, al reparar con sus méritos las cosas todas, es Madre y Señor de todo: Dios es el Señor de todas las cosas, porque las ha constituido en su propia naturaleza con su mandato, y María es la Señora de todas las cosas, al devolverlas a su original dignidad mediante la gracia que Ella mereció»[47]. La razón es que, «así como Cristo por el título particular de la Redención es nuestro Señor y nuestro Rey, así también la Bienaventurada Virgen [es nuestra Señora y Reina] por su singular concurso prestado a nuestra redención, ya suministrando su sustancia, ya ofreciéndolo voluntariamente por nosotros, ya deseando, pidiendo y procurando para cada uno nuestra salvación»[48].
15. Dadas estas premisas, puede argumentarse así: Si María, en la obra de la salvación espiritual, por voluntad de Dios fue asociada a Cristo Jesús, principio de la misma salvación, y ello en manera semejante a la en que Eva fue asociada a Adán, principio de la misma muerte, por lo cual puede afirmarse que nuestra redención se cumplió según una cierta "recapitulación"[49], por la que el género humano, sometido a la muerte por causa de una virgen, se salva también por medio de una virgen; si, además, puede decirse que esta gloriosísima Señora fue escogida para Madre de Cristo precisamente «para estar asociada a El en la redención del género humano»[50] «y si realmente fue Ella, la que, libre de toda mancha personal y original, unida siempre estrechísimamente con su Hijo, lo ofreció como nueva Eva al Eterno Padre en el Gólgota, juntamente con el holocausto de sus derechos maternos y de su maternal amor, por todos los hijos de Adán manchados con su deplorable pecado»[51]; se podrá de todo ello legítimamente concluir que, así como Cristo, el nuevo Adán, es nuestro Rey no sólo por ser Hijo de Dios, sino también por ser nuestro Redentor, así, según una cierta analogía, puede igualmente afirmarse que la Beatísima Virgen es Reina, no sólo por ser Madre de Dios, sino también por haber sido asociada cual nueva Eva al nuevo Adán.
Y, aunque es cierto que en sentido estricto, propio y absoluto, tan sólo Jesucristo —Dios y hombre— es Rey, también María, ya como Madre de Cristo Dios, ya como asociada a la obra del Divino Redentor, así en la lucha con los enemigos como en el triunfo logrado sobre todos ellos, participa de la dignidad real de Aquél, siquiera en manera limitada y analógica. De hecho, de esta unión con Cristo Rey se deriva para Ella sublimidad tan espléndida que supera a la excelencia de todas las cosas creadas: de esta misma unión con Cristo nace aquel regio poder con que ella puede dispensar los tesoros del Reino del Divino Redentor; finalmente, en la misma unión con Cristo tiene su origen la inagotable eficacia de su maternal intercesión junto al Hijo y junto al Padre.
No hay, por lo tanto, duda alguna de que María Santísima supera en dignidad a todas las criaturas, y que, después de su Hijo, tiene la primacía sobre todas ellas. «Tú finalmente —canta San Sofronio— has superado en mucho a toda criatura... ¿Qué puede existir más sublime que tal alegría, oh Virgen Madre? ¿Qué puede existir más elevado que tal gracia, que Tú sola has recibido por voluntad divina?»[52]. Alabanza, en la que aun va más allá San Germán: «Tu honrosa dignidad te coloca por encima de toda la creación: Tu excelencia te hace superior aun a los mismos ángeles»[53]. Y San Juan Damasceno llega a escribir esta expresión: «Infinita es la diferencia entre los siervos de Dios y su Madre»[54].
16. Para ayudarnos a comprender la sublime dignidad que la Madre de Dios ha alcanzado por encima de las criaturas todas, hemos de pensar bien que la Santísima Virgen, ya desde el primer instante de su concepción, fue colmada por abundancia tal de gracias que superó a la gracia de todos los Santos.
Por ello —como escribió Nuestro Predecesor Pío IX, de f. m., en su Bula— «Dios inefable ha enriquecido a María con tan gran munificencia con la abundancia de sus dones celestiales, sacados del tesoro de la divinidad, muy por encima de los Ángeles y de todos los Santos, que Ella, completamente inmune de toda mancha de pecado, en toda su belleza y perfección, tuvo tal plenitud de inocencia y de santidad que no se puede pensar otra más grande fuera de Dios y que nadie, sino sólo Dios, jamás llegará a comprender»[55].
17. Además, la Bienaventurada Virgen no tan sólo ha tenido, después de Cristo, el supremo grado de la excelencia y de la perfección, sino también una participación de aquel influjo por el que su Hijo y Redentor nuestro se dice justamente que reina en la mente y en la voluntad de los hombres. Si, de hecho, el Verbo opera milagros e infunde la gracia por medio de la humanidad que ha asumido, si se sirve de los sacramentos, y de sus Santos, como de instrumentos para salvar las almas, ¿cómo no servirse del oficio y de la obra de su santísima Madre para distribuirnos los frutos de la Redención?
«Con ánimo verdaderamente maternal —así dice el mismo Predecesor Nuestro, Pío IX, de ilustre memoria— al tener en sus manos el negocio de nuestra salvación, Ella se preocupa de todo el género humano, pues está constituida por el Señor Reina del cielo y de la tierra y está exaltada sobre los coros todos de los Ángeles y sobre los grados todos de los Santos en el cielo, estando a la diestra de su unigénito Hijo, Jesucristo, Señor nuestro, con sus maternales súplicas impetra eficacísimamente, obtiene cuanto pide, y no puede no ser escuchada»[56].
A este propósito, otro Predecesor Nuestro, de feliz memoria, León XIII, declaró que a la Bienaventurada Virgen María le ha sido concedido un poder «casi inmenso en la distribución de las gracias»[57]; y San Pío X añade que María cumple este oficio suyo «como por derecho materno»[58].
18. Gloríense, por lo tanto, todos los cristianos de estar sometidos al imperio de la Virgen Madre de Dios, la cual, a la par que goza de regio poder, arde en amor maternal.
Mas, en estas y en otras cuestiones tocantes a la Bienaventurada Virgen, tanto los Teólogos como los predicadores de la divina palabra tengan buen cuidado de evitar ciertas desviaciones, para no caer en un doble error; esto es, guárdense de las opiniones faltas de fundamento y que con expresiones exageradas sobrepasan los límites de la verdad; mas, de otra parte, eviten también cierta excesiva estrechez de mente al considerar esta singular, sublime y —más aún— casi divina dignidad de la Madre de Dios, que el Doctor Angélico nos enseña que se ha de ponderar «en razón del bien infinito, que es Dios»[59].
Por lo demás, en este como en otros puntos de la doctrina católica, la «norma próxima y universal de la verdad» es para todos el Magisterio, vivo, que Cristo ha constituido «también para declarar lo que en el depósito de la fe no se contiene sino oscura y como implícitamente»[60].
19. De los monumentos de la antigüedad cristiana, de las plegarias de la liturgia, de la innata devoción del pueblo cristiano, de las obras de arte, de todas partes hemos recogido expresiones y acentos, según los cuales la Virgen Madre de Dios sobresale por su dignidad real; y también hemos mostrado cómo las razones, que la Sagrada Teología ha deducido del tesoro de la fe divina, confirman plenamente esta verdad. De tantos testimonios reunidos se forma un concierto, cuyos ecos resuenan en la máxima amplitud, para celebrar la alta excelencia de la dignidad real de la Madre de Dios y de los hombres, que «ha sido exaltada a los reinos celestiales, por encima de los coros angélicos»[61].
IV. INSTITUCIÓN DE LA FIESTA
20. Y ante Nuestra convicción, luego de maduras y ponderadas reflexiones, de que seguirán grandes ventajas para la Iglesia si esta verdad sólidamente demostrada resplandece más evidente ante todos, como lucerna más brillante en lo alto de su candelabro, con Nuestra Autoridad Apostólica decretamos e instituimos la fiesta de María Reina, que deberá celebrarse cada año en todo el mundo el día 31 de mayo. Y mandamos que en dicho día se renueve la consagración del género humano al Inmaculado Corazón de la bienaventurada Virgen María. En ello, de hecho, está colocada la gran esperanza de que pueda surgir una nueva era tranquilizada por la paz cristiana y por el triunfo de la religión.
Procuren, pues, todos acercarse ahora con mayor confianza que antes, todos cuantos recurren al trono de la gracia y de la misericordia de nuestra Reina y Madre, para pedir socorro en la adversidad, luz en las tinieblas, consuelo en el dolor y en el llanto, y, lo que más interesa, procuren liberarse de la esclavitud del pecado, a fin de poder presentar un homenaje insustituible, saturado de encendida devoción filial, al cetro real de tan grande Madre. Sean frecuentados sus templos por las multitudes de los fieles, para en ellos celebrar sus fiestas; en las manos de todos esté la corona del Rosario para reunir juntos, en iglesias, en casas, en hospitales, en cárceles, tanto los grupos pequeños como las grandes asociaciones de fieles, a fin de celebrar sus glorias. En sumo honor sea el nombre de María más dulce que el néctar, más precioso que toda joya; nadie ose pronunciar impías blasfemias, señal de corrompido ánimo, contra este nombre, adornado con tanta majestad y venerable por la gracia maternal; ni siquiera se ose faltar en modo alguno de respeto al mismo. Se empeñen todos en imitar, con vigilante y diligente cuidado, en sus propias costumbres y en su propia alma, las grandes virtudes de la Reina del Cielo y nuestra Madre amantísima. Consecuencia de ello será que los cristianos, al venerar e imitar a tan gran Reina y Madre, se sientan finalmente hermanos, y, huyendo de los odios y de los desenfrenados deseos de riquezas, promuevan el amor social, respeten los derechos de los pobres y amen la paz. Que nadie, por lo tanto, se juzgue hijo de María, digno de ser acogido bajo su poderosísima tutela si no se mostrare, siguiendo el ejemplo de ella, dulce, casto y justo, contribuyendo con amor a la verdadera fraternidad, no dañando ni perjudicando, sino ayudando y consolando.
21. En muchos países de la tierra hay personas injustamente perseguidas a causa de su profesión cristiana y privadas de los derechos humanos y divinos de la libertad: para alejar estos males de nada sirven hasta ahora las justificadas peticiones ni las repetidas protestas. A estos hijos inocentes y afligidos vuelva sus ojos de misericordia, que con su luz llevan la serenidad, alejando tormentas y tempestades, la poderosa Señora de las cosas y de los tiempos, que sabe aplacar las violencias con su planta virginal; y que también les conceda el que pronto puedan gozar la debida libertad para la práctica de sus deberes religiosos, de tal suerte que, sirviendo a la causa del Evangelio con trabajo concorde, con egregias virtudes, que brillan ejemplares en medio de las asperezas, contribuyan también a la solidez y a la prosperidad de la patria terrenal.
22. Pensamos también que la fiesta instituida por esta Carta encíclica, para que todos más claramente reconozcan y con mayor cuidado honren el clemente y maternal imperio de la Madre de Dios, pueda muy bien contribuir a que se conserve, se consolide y se haga perenne la paz de los pueblos, amenazada casi cada día por acontecimientos llenos de ansiedad. ¿Acaso no es Ella el arco iris puesto por Dios sobre las nubes, cual signo de pacífica alianza?[62]. «Mira al arco, y bendice a quien lo ha hecho; es muy bello en su resplandor; abraza el cielo con su cerco radiante y las Manos del Excelso lo han extendido»[63]. Por lo tanto, todo el que honra a la Señora de los celestiales y de los mortales —y que nadie se crea libre de este tributo de reconocimiento y de amor— la invoque como Reina muy presente, mediadora de la paz; respete y defienda la paz, que no es la injusticia inmune ni la licencia desenfrenada, sino que, por lo contrario, es la concordia bien ordenada bajo el signo y el mandato de la voluntad de Dios: a fomentar y aumentar concordia tal impulsan las maternales exhortaciones y los mandatos de María Virgen.
Deseando muy de veras que la Reina y Madre del pueblo cristiano acoja estos Nuestros deseos y que con su paz alegre a los pueblos sacudidos por el odio, y que a todos nosotros nos muestre, después de este destierro, a Jesús que será para siempre nuestra paz y nuestra alegría, a Vosotros, Venerables Hermanos, y a vuestros fieles, impartimos de corazón la Bendición Apostólica, como auspicio de la ayuda de Dios omnipotente y en testimonio de Nuestro amor.
Dado en Roma, junto a San Pedro, en la fiesta de la Maternidad de la Virgen María, el día 11 de octubre de 1954, decimosexto de Nuestro Pontificado.
 PÍO PAPA XII

21 de agosto de 2018

Nuestra Señora de Knock

El santuario de Nuestra Señora de Knock en el condado de Mayo, Irlanda, prosperó a partir de una milagrosa aparición de la Virgen María que tuvo lugar el 21 de agosto de 1879.
Llovía y cerca de las 8 de la noche algunos vecinos del pueblo de Knock notaron un inusual resplandor alrededor de la iglesia de San Juan Bautista. Varias personas de diferentes edades vieron en la parte trasera de la capilla, en una nube de luz a la Madre de Dios. Estaba acompañada por San José a su derecha y San Juan el Evangelista vestido de obispo a su izquierda. Junto a este se encontraba un altar con una cruz a cuyo pie estaba un cordero rodeado de ángeles. Lo mas sorprendente era ver que las imágenes se movían.
Quince personas de edades comprendidas entre 6 y 75 años, contemplaron la aparición durante dos horas bajo una lluvia torrencial, al tiempo que rezaban el Santo Rosario. Si bien ellos estaban mojados, el suelo permanecía seco.
A partir de esta aparición se sucedieron varias curaciones de carácter inusitado en el pueblo y en un año ocurrieron centenares de milagros. Pocas semanas después se abrió una investigación por parte de la iglesia.
La  venida de María Santísima a este rincón de Irlanda golpeado por la pobreza y el hambre fue un símbolo de esperanza, consuelo y fortaleza en su desdicha para un lugar en donde el desempleo y la emigración eran moneda corriente.
En 1979 el Papa San Juan Pablo II peregrinó a Knock con lo que selló definitivamente la aprobación del Vaticano al Santuario Mariano Nacional de Irlanda. También acudió la Madre Teresa de Calcuta en 1993.
Este santuario recibe anualmente la devoción de mas de 1 millón de personas, quienes lo consideran especialmente milagroso para la curación de enfermos.