La región italiana del Piamonte, situada en los Alpes, en la frontera con Francia, es una de las más bellas de Europa.
Pues en este verdadero paraíso de la naturaleza, en el Monte de Crea, hacia el año 350 d.C., San Eusebio, obispo de Vercelli, hizo construir una capilla en honor de Nuestra Señora. La intención era santificar el lugar, anteriormente consagrado a divinidades paganas.
Diez años más tarde, el propio santo trajo de Oriente, donde había estado exiliado, tres estatuas de la Virgen María. Una la envió a la capilla de Crea y las otras dos a Oropa y Cerdeña, su tierra natal. Esta información procede de sus manuscritos encontrados en los archivos de la diócesis de Vercelli, que datan de su episcopado.
La antigua estatua de Nuestra Señora de Crea fue expuesta a una larga investigación científica durante su restauración, finalizada en 1981. Por ello, ha perdido el color negro y poético original del restringido grupo de "Nuestras Damas Negras o Morenas" al que pertenece.
La capilla de esta devoción, verdadera reliquia de la Iglesia primitiva y corazón del santuario de Crea, también tuvo que ser reconstruida a lo largo de los siglos.A principios del segundo milenio, los canónigos regulares de Asti se establecieron en el convento de Crea. En 1483, tras una breve estancia de los Servitas, les sucedieron los monjes Lateranenses. A la presencia de estos hombres de gran cultura y sensibilidad artística, basada en la sólida formación religiosa dictada por la Orden, se debe el desarrollo del Santuario del Sacro Monte de Crea, hoy recorrido obligado para todos los cristianos del mundo oriental y occidental.
Tras este periodo, en 1820, la Santa Sede cedió la custodia del Santuario a la exquisita Orden de los Frailes Menores de la Observancia. El 5 de agosto de 1890, cuando el arduo trabajo de restauración era ya considerable, la venerada escultura de Nuestra Señora de Crea recibió el manto de Reina y fue solemnemente coronada, junto con el Niño Jesús que lleva en brazos.
Los franciscanos necesitaron ciento setenta años para que el Santuario de Nuestra Señora del Sacro Monte de Crea recuperase su esplendor original y desempeñase el papel de "Ciudad del Espíritu" propuesto por su fundador, San Eusebio de Verselli. En los últimos tiempos se ha convertido en un importante centro de acontecimientos marianos para el mundo cristiano, pero siempre con una creciente afluencia de peregrinos y romeros devotos de María.
En 1980, el gobierno italiano delimitó la zona del Santuario como reserva ecológica, que fue donada al Vaticano para su conservación. Desde 1992, este santuario mariano está bajo el cuidado de los sacerdotes de la diócesis de Casale Monferrato.
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