Del sitio Madre de Dios y Madre nuestra:
Francia, año 1347.
Durante todo un año la ciudad de Calais en Francia fue sitiada por las
tropas inglesas y había perdido muchos soldados durante el asedio.
El hambre, finalmente obligó a los franceses a considerar el abandono,
pero el Rey Inglés Eduardo III, no aceptaría su rendición a menos que seis
ciudadanos de Calais vinieron ante su presencia con la cabeza
descubierta, los pies descalzos, vestidos con camisas rugosas, y cada
uno con un cabestro sobre su cuello. Él exigió las llaves de Calais y
que estos hombres aceptaran sin reparo alguno, caso contrario el resto
de los ciudadanos no tendría ningún tipo de misericordia.
Toda la población rezó a la Virgen de Calais, cuya imagen había sido
dañada durante la guerra. Los que podían hacerlo se arrodillaron en su
santuario. Esta capilla había sido construida por los ingleses.
Nadie quería dar su vida sometidos a los invasores. Así, un hombre noble
se adelantó y ofreció su cabeza como un rescate para el monarca inglés y
otras cinco personas se ofrecieron como voluntarios, todos vestidos
como el rey había exigido. Cuando ellos se presentaron delante del rey
furioso airadamente les recordó las pérdidas sufridas a través de su
terquedad; luego ordenó a sus hombres que decapitaran a los seis
ciudadanos.
Los guerreros más valientes y nobles del rey le suplicaron por las vidas
de esos hombres, pero fue en vano. Entonces fue la reina Felipa de Henao
quien, arrodillándose delante de él y con lágrimas corriendo por sus
mejillas, se declaró: "Mi esposo y señor, he cruzado el mar a través de
muchos peligros para estar con usted. Permítame ahora orar para tener
compasión de estos seis presos".
Después de unos minutos de pensamiento profundo el rey declaró: "Señora,
me gustaría que hubiera sido en otro lugar el día de hoy. No puedo
negar el favor que usted me solicita. Tome estos hombres y disponga de ellos
como quiera".
La reina le dio a los seis rehenes mejor ropa, una cierta
cantidad de dinero, y los llevaron con seguridad de vuelta a
través de las líneas y puestos en libertad para regresar a casa.
El rey, humillado en la misericordia de su reina, perdonó a la ciudad.
La Reina Felipa era una figura de la Virgen, intercediendo por
aquellos hombres y obteniendo misericordia para ellos.
Lo mismo la Santísima Virgen María, Puerta del Cielo, va a hacer por nosotros
si la hacemos nuestra Abogada ante Dios. A partir de entonces la Virgen
de Calais fue cada vez más reconocida como Madre misericordiosa de
Calais.
Una magnífica capilla está en el santuario de Nuestra Señora de Calais realizada en el año 1631 por James de Bolloye, cura de Calais.
30 de junio de 2018
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