Del blog Vocacionistas, llamados para llamar:
El 2 de octubre de 1921, un año después del inicio de la rama masculina, el P. Justino fundó la congregación de las Hermanas de las Divinas Vocaciones con las jóvenes de la Pía Unión. Fueron grandes las dificultades que el Padre Justino tuvo para encontrar una superiora para estas muchachas con deseos de consagrarse al servicio de las vocaciones.
Por ejemplo, habiéndole dado este encargo a las hermana Hermelinda Villani, el Padre Justino se vio sumergido en una gran tristeza cuando ésta abandonó la vida religiosa y su responsabilidad de superiora, convencida de que la obra no prosperaría. Está situación llevó al Padre Justino a nombrar una nueva superiora: la hermana Raque Marrone, decisión que alegró mucho a la comunidad. Sin embargo, luego de un tiempo la hermana debió partir para fundar otra comunidad. Nuevamente las hermanas se quedaban sin superiora. Esta vez, para ocupar dicho cargo sería elegida la hermana María Clara Lofredo, pero esta última nunca llegó a sentirse apta para este cargo y constantemente pedía al Fundador ser removida de ese servicio.
Agotados todos los recursos humanos, el Padre Justino acudió a la Madre de todas las madres, para que diera una superiora a esas hijas suyas que estaban por quedar huérfanas. Rezó y mandó a rezar. La Virgen María que nunca abandona a nadie cuando con confianza a Ella acuden, escuchó a su devoto servidor en aquella hora de angustia, asumiendo Ella misma la maternidad, no solo de la rama femenina sino también de la masculina. ¿Cómo sucedió esto?
El 11 de mayo de 1926, encontrándose en el jardín de su casa paterna, pidiendo luces de lo alto, el Padre Justino tuvo una certeza interior que así anotó en su diario espiritual: “Me ha sido infundida la certeza de que la Santísima Trinidad le ha encargado a la Virgen Santísima, el oficio de superiora inmediata de la Sociedad de las Divinas Vocaciones y por lo tanto, de todos los cargos, casas, estudios, obras y esferas, de todo, de todo…”
¿Fue acaso una visión? ¿Fue una iluminación interior? Días después del acontecimiento, el venerable Fundador fue a colocar el Santísimo Sacramento en la Capilla de las hermanas en Marcianise y su hermana Juana lo llamó y le preguntó:“¿Qué hay de verdadero en el suceso de la visión?”
A lo que P. Justino respondió: “Aquella visión fue sólo una certeza íntima, una locución interior, mientras estaba debajo del ciruelo de nuestra casa pidiendo luces de lo alto”.
Sobre las locuciones, el padre RoyoMarín, las distingue de las visiones y las define como fenómenos místicos de orden cognitivo. Se trata de fórmulas que enuncian afirmaciones o deseos, y distingue tres tipos: las locuciones auriculares, las imaginarias y las intelectuales. Tal vez en este caso, nos encontremos ante una locución intelectual.
En 1932, en Baia, mientras ordenaba el cuarto del Padre Justino, la hermana Juana notó unos garabatos en el breviario de su hermano. Fue hasta el Padre Justino y le preguntó:" ¿Qué le sucedió al libro?"
"Dejame ver" – le respondió preocupado – y luego de examinarlo dijo: "Fui yo que escribí, cuando angustiado por la falta de una superiora, tuve la certeza por parte de la Santísima Trinidad que Nuestra Señora, la Virgen, sería nuestra superiora".
El padre Luis Deodato, Vocacionista, da testimonio del siguiente acontecimiento: “Obtenida la certeza de que la Santísima Trinidad confiaba la obra a Nuestra Señora, Don Justino ordenó: - “Preparen un cuarto para nuestra Superiora”. Recuerdo que hubo un momento de desconcierto. Algunos se preguntaban: - “¿En medio de los hombres una superiora?” Y dándose cuenta de la confusión, explicó: - “¡Nuestra superiora será la Virgen!” Y luego dispuso que el portero de la comunidad depositara todas las noches las llaves del Vocacionario a los pies de la imagen de la Virgen y que por las mañanas las retirara. Con una circular extendió esta obligación a las demás casas".
Desde entonces, los religiosos y las religiosas Vocacionistas comenzaron a agregar el nombre de María al propio nombre y todas las casas Vocacionistas comenzarían a reservar un cuarto para la Virgen: la domus Mariae.
Pero la historia no termina aquí. El título de Nuestra Señora de las Divinas Vocaciones fue conferido por el obispo de Pozzuili, conforme a la narración del propio Padre Justino: “Viniendo el obispo, Mons. Petrone, a Pianura para visitar el Vocacionario, apenas vio una imagen de María Santísima que nos había dado la familia Marricco, la llamó Nuestra Señora de la Divinas Vocaciones, e hizo una invocación en voz alta: - “¡Nuestra Señora de la Divinas Vocaciones, ruega por nosotros!” Luego aplicó cincuenta días de indulgencia a quien realizará dicha invocación. El decreto fue publicado el 16 de julio de 1931”.
La imagen había sido regalada en 1929 por la familia antes mencionada, aunque no tenía los dos seminaristas, los cuales fueron mandados a hacer por el P. Justino y puestos a los pies de la Virgen, para expresar con mayor claridad el amor y cuidado maternal de María por las vocaciones. En 1989, el Padre Ludovico Caputo, superior general, encargó que se hiciera una imagen de Nuestra Señora con los dos religiosos bajo su manto y también con un mundo a sus pies. Imagen que después fue aprobada.
Sobre el amor a la Virgen y la devoción particular que los Vocacionistas tienen hacia ella, se podría escribir muchos más. Baste recordar algunos elementos más a los ya mencionados: "la nota característica del hábito tradicional Vocacionista para los padres era el rosario negro con una imagen de la Medalla Milagrosa, que llevaban siempre colgando del cuello: Las religiosas usarían dicha medalla en un cordón del color litúrgico del día.
En la fiesta y solemnidades marianas, especialmente en las casas de formación, antes de irse a descansar por la noche, debe realizarse una vigilia de oración, justamente en el cuarto dedicado a la Virgen (Cf. Directorio 64). Una tradición que brota desde el mismo Fundador, nos invita a cantar las Letanías a María justo a las 12 de la noche.
En sus escritos, el padre Justino dedica numerosas páginas a reflexionar sobre María. En la Ascensión, por ejemplo, le dedica toda la séptima parte, estableciendo la jornada mariana (cap. 113). En los devocionarios, incluyó numerosas plegarias a la Virgen. Al padre Justino le gusta hablar de la unión con María.
Todos los religiosos Vocacionistas son invitados a consagrarse a María como esclavos, siguiendo el método de San Luis María Grignon de Monfort.
Padre Emiliano María Pirán
Oración
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