Del sitio Cofradía de Nuestra Señora de la Luna:
Según la memoria legendaria que ha perdurado entre los pozoalbenses, la aparición de la Virgen se produjo en el siglo XV en el quinto de Navarredonda, en plena dehesa de la Jara que compartían las Siete Villas de los Pedroches, entre las que estaba incluida Pozoblanco.
Nuestra Señora se manifestó en una encina a un pastorcillo natural de la villa madre de Pedroche. El zagal intentó en varias ocasiones llevar la imagen a su pueblo natal pero ésta desaparecía en cada intento y volvía a reaparecer en la misma encina. Finalmente se optó por levantarle una ermita en el lugar de la aparición.
Cabe suponer que a lo largo de los siglos la imagen primigenia debió ser reemplazada por otras sucesivas pero la existente al comenzar el siglo XX fue destruida en los inicios de la malhadada Guerra Civil, cuando se encontraba en la localidad de Villanueva de Córdoba. Por el análisis de los restos de la madera de cedro pertenecientes a una mano original que se conserva, esta imagen había sido tallada durante el siglo XVIII.
Tras el conflicto bélico se decidió adquirir una nueva imagen, encargada en 1948 al escultor valenciano Francisco Pablo. Fue costeada mediante colecta popular y donativos de personas e instituciones relevantes.
El primer retablo con el que contó la ermita y cobijaba a la Virgen fue construido por iniciativa del presbítero y comisario del Santo Oficio Alonso Martín de Villaseca, hermano de la venerable Marta Peralbo, quien en 1678 encargó a un maestro entallador y ensamblador de Torremilano, Alonso Sánchez de Medina, la realización del mismo a cambio de 300 ducados.
Nuestra Señora de Luna ha portado distintos ajuares de joyas a lo largo de los siglos, fruto de la generosidad de sus devotos. La documentación histórica aporta noticias, por ejemplo, de la donación a la Virgen en 1595 de una sortija, puños y cuellos destinados a engalanar la imagen. Destacan igualmente los valiosos mantos realizados en tejidos y bordados nobles.
En siglos pasados el santuario contó además con diversos altares e imágenes como la de el Señor de la Expiación (un crucificado muy venerado), Santa Lucía, San Diego, la Virgen de la Aurora… y cuadros como el dedicado a San Martín, destruidos durante la última guerra civil y después renovados. También contaba con una réplica pequeña de la imagen de la Virgen de Luna conocida como la Aparecida.
Como imagen viajera (a lo largo del año la Virgen se desplaza a Pozoblanco y Villanueva y el resto del año permanece en el santuario), Nuestra Señora de Luna ha necesitado de andas para los traslados y romerías. Las más antiguas de que tenemos noticia datan de finales del siglo XVI y fueron doradas a principios del siglo XVII.
La fama y popularidad de Nuestra Señora de Luna está consignada desde hace siglos. Los pozoalbenses la invocaban con rogativas y la procesionaban en los momentos de necesidad o peligro, como cuando había falta de lluvias (“por los buenos temporales”) o en el caso de epidemias. Un informe sobre la villa firmado a finales del siglo XVIII por el vicario, Bartolomé Herruzo, afirma: “Dentro del Pueblo no hay Santuario e Imagen Célebre, pero sí en el término, a distancia de dos leguas entre Levante y Sur está uno erigido donde se da culto a la Imagen de María Santísima con la advocación de Luna, cuya aparición es antigua, y por su intercesión han logrado los naturales muchos beneficios de la Divina piedad”.
El ayuntamiento pozoalbense decidió en 1960 sustituir el nombre de la denominada hasta entonces calle del Cerro rotulándola con el de Virgen de Luna. Uno de los colegios de la ciudad lleva igualmente su nombre así como numerosas empresas.
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