5 de agosto de 2024

Nuestra Señora de los Dolores de Soriano

 Del sitio El Color de la Fe:

Venerada por más de trescientos años en el barrio de Soriano, en la cabecera municipal de Colón, la Virgen de los Dolores de Soriano es una de las advocaciones Marianas más queridas por el pueblo queretano que la tiene por Patrona Principal de la Diócesis de Querétaro desde el 31 de octubre de 1969.

Poco se sabe sobre el origen de esta hermosa imagen, probablemente traída de España e inspirada en las Dolorosas de Sevilla. Se dice que fue traída a México por los misioneros dominicos, quienes la llevaron a la Misión de Maconí, región habitada por los chichimecas.

A finales del siglo XVII, en 1682, los misioneros franciscanos comenzaron a trabajar en un pequeño pueblo antiguamente llamado San Buenaventura de Maconí, centro de sus correrías apostólicas y cabecera de misiones. El 14 de mayo de 1686, Fray Felipe Galindo recibió la encomienda de hacerse cargo de las Misiones de la Sierra Gorda y el 18 de mayo de 1688 autorizó a los religiosos Dominicos de la Provincia de México a colaborar en las misiones.

Como ya era costumbre, los misioneros llevaban consigo una escultura de la Virgen que presidía las misiones, por lo que los dominicos llevaron la imagen de Nuestra Señora de los Dolores a la Misión en Zimapán, hoy estado de Hidalgo y una vez concluidas la llevaron a Maconí, donde la colocaron en una pequeña capilla.

Hacia el año de 1700, los indios chichimecas Jonases, los más bravos de la Sierra Gorda, se sublevaron contra los misioneros quienes tuvieron que huir quedando la Dolorosa entre los escombros de la capilla, expuesta a las inclemencias del tiempo durante 14 años, sin sufrir otro daño más que algunas quemaduras en el rostro, aún así conservó su belleza y dulzura, hasta que un misionero que removía los escombros logró rescatarla y llevarla a la Misión de Soriano.

La Dolorosa fue colocada en la iglesia de la Misión de Santo Domingo de Soriano, donde los misioneros comenzaron a propagar su devoción entre los indígenas, de ahí que la Virgen se convirtió en la gran misionera de la región. El culto a la Virgen de Soriano se extendió a la población mestiza y su templo se convirtió en punto de peregrinaje, a tal grado que en 1813 el Arzobispo de México concedió 200 días de indulgencias a todo aquel que llegara caminando al santuario, rezara, diera limosna y escuchara misa en ese lugar.

Con el paso del tiempo la afluencia de fieles fue en aumento y se integraron a las peregrinaciones grupos indígenas de estados vecinos que a la fecha llegan al Santuario, principalmente el Viernes de Dolores. El 19 de marzo de 1880 se colocó la primera piedra del actual santuario concluyendo la construcción del templo en 1890; la dedicación solemne fue el Viernes de Dolores de 1912, en plena Revolución Mexicana y durante la persecución religiosa fue libre de profanaciones.

El 25 de marzo de 1963, a petición de los sacerdotes de la Diócesis de Querétaro, el Señor Obispo Don Alfonso Toriz Cobián, pidió a S.S. Juan XXIII la coronación de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano y en noviembre ese mismo año, la Dolorosa dejó su santuario de Soriano para ser llevada a la ciudad a diferentes parroquias para ser conocida y venerada. Finalmente, el 7 de febrero de 1964, el Cardenal José Garibi Rivera y el Señor Obispo Don Alfonso Toriz, en nombre de S.S. Paulo VI coronaron la sagrada imagen de la Virgen de Soriano.

El 31 de octubre de 1969, por petición de los religiosos residentes en la Diócesis de Querétaro, tras realizar los trámites correspondientes ante la Santa Sede, Nuestra Señora de los Dolores de Soriano fue jurada Patrona Principal de la Diócesis de Querétaro y el 7 de febrero de 2009 el santuario de Soriano fue elevado a la Dignidad de Basílica.

Muchos acontecimientos entorno a la Santísima Virgen de Soriano han forjado la historia de su devoción, pero son los milagros atribuidos a su intercesión los que han alimentado la fe y la esperanza de los fieles que acuden a Ella como remedio de todos sus males. Uno de los prodigios más recientes y reconocido por la Iglesia es el de la Niña María José Gutiérrez Hernández.

El 4 de agosto de 2004, María José, de entonces dos años y medio de edad, fue a pasear con sus padres y hermanos a un rancho cerca de Colón donde convivieron con otras familias, sin embargo, la niña se separó de sus padres sin que se dieran cuenta y cayó al fondo de una poza cerca del río Colón, quedando atrapada en medio del fango y se ahogó.

Con el paso de las horas el cuerpo salió a flote en medio del agua y los niños que jugaban cerca se percataron de que había alguien en el estanque, pero no lograron distinguir quien era, pues solo se veía la ropa de la pequeña, por lo que los niños avisaron a sus padres. La madre de María José, la señora Josefina Hernández, al percatarse que su niña había desaparecido corrió hacia la poza y reconoció de inmediato el vestido de su hija.

Desesperada, Josefina sacó el cuerpo hinchado y morado de su hija intentando reanimarla desesperadamente. El cuerpo estaba desfigurado sin dar señales de vida, incluso, las personas alrededor le decían a Josefina que no la agitara más o sus órganos se dañarían, pues era evidente que María José había muerto.

"Yo desesperada gritaba, me hincaba y le gritaba a Nuestro Señor -devuélveme a María José, Señor devuélvemela-… las demás personas me decían -ya déjala porque ya está muerta, ya la niña no respira-.

Una de mis primas le dijo a los niños que se subieran a una camioneta a gritarle a la Santísima Virgen de los Dolores, que a ellos sí los escuchaba, que le gritaran que regresara María José. Los niños lloraban asustados y le gritaban a la Virgen de los Dolores… pero la niña no daba señales de vida», declaró Josefina Hernández al periódico El Observador de la Actualidad.

Tras varios intentos de reanimarla, el estómago de la niña comenzó a moverse y algunas personas que se encontraban cerca constataron que María José respiraba, así que la cubrieron y la llevaron con un doctor particular al municipio de Colón. El médico revisó el cuerpo todavía hinchado y de inmediato le dijo a Josefina que la llevaran a un hospital del Querétaro, pues sus órganos había sufrido serios daños debido a la constante manipulación del cuerpo para reanimarlo.

María José fue trasladada a un hospital de Cadereyta y fue ingresada al área de urgencias para su revisión y sacar el agua que estaba dentro de su cuerpo: "Como a la media hora que estuvo ahí me metí con ella y se levantó. Yo le dije -no te muevas hija, por que te van a curar – y me dijo -no mamita, es que ya me curaron-, a esa edad ella hablaba muy bien. Le pregunté quien la había curado, yo pensé que los doctores porque yo no había estado con ella.

-No mami, me curó la Señora, la Virgencita donde me llevas a misa los domingos, Ella me curó, me tentó mi cabecita y me curó-", explicó Josefina Hernández.

El caso de María José llegó el entonces Rector de la Basílica de Soriano, Pbro. Juan Manuel Pérez Romero, quien asegura que la certificación médica constata que a pesar de haber pasado bastante tiempo debajo del agua y en medio del fango, María José no sufrió ningún daño psicológico o físico, por lo que es considerado un milagro que la niña haya vuelto a la vida por intercesión de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano.

La niña comentó a sus padres que "no hay mujer bonita como la Santísima Virgen": "Me decía el Padre Juan Manuel que la niña no podía haber tenido traumas porque estuvo en los brazos de María… porque ella tocó fondo en el lodo y los expertos dijeron que la niña permaneció alrededor de 40 minutos bajo el agua ahogada", manifestó el señor Antonio Gutiérrez, padre de María José, al Observador de la Actualidad.

Así como María José, muchas personas han recibido la bendición de la Dolorosa de Soriano y que han sido registrados en diferentes exvotos resguardados en su Basílica. La semana previa al Viernes de Dolores y los días cercanos al 15 de septiembre, llegan a los pies de la Virgen de Soriano centenares de fieles que presentan su gratitud a la Señora del Cielo, cumpliendo con sus promesas que son testimonio de la piedad y el amor que la Virgen tiene por sus hijos.

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