1 de agosto de 2018

Nuestra Señora del Mar de Encinacorba

Del sitio Foros de la Virgen:
El Padre Faci del Prodigio relata "que por los años de 1515 o siguientes hasta el de 1522 (en que se perdió la isla de Rodas) venían embarcados siete caballeros de la región de San Juan a España. Padecieron una tempestad horrible, en que perdieron todas las esperanzas de llegar a tierra con auxilio humano. En necesidad tan urgente acudieron devotos a aquella, que es Estrella del Mar, María Santísima, cuyo patrocinio lograron luego, no sabiendo esta Reina Soberana dilatar el favor, a quien se la invoca de forma humilde, y apareciendo (¡oh prodigio de la mayor piedad!) sobre las aguas la santa Imagen de Nuestra Señora y luego cesó la tempestad".
"No contenta Nuestra Señora con este soberano beneficio, les guió, andando sobre las aguas, hasta llegar al puerto deseado: aquí humana, tan divina Margarita, se dejó tomar de los caballeros que, agradecidos la veneraron y dieron las gracias por tan raro favor".
Entre los caballeros estaba Jorge de Sena, comendador de Encinacorba e hijo de la ciudad de Huesca, al cual en las siete veces que se sorteó la imagen le tocó. Después de que las suertes, siete veces echadas, le demostraran que la imagen no estaba destinada para Huesca, decidió dejarla en Encinacorba.
La Virgen lleva en la mano derecha un cuaderno, que sostiene abierto con dos dedos, y con la izquierda sostiene a su hijo, que se presenta hacia el fiel con las piernas en la postura que sería lógico estuviera en la realidad: la izquierda flexionada y adelantada y la derecha recta y caída hacia atrás.
El Niño sostiene en su mano un pajarillo al “que comprime y éste se vuelve como para picarle” mientras Jesús le ofrece un dedo de su mano izquierda para que le pique “con ademán muy gracioso”, según dice el Padre Faci.
La Virgen se cubre con el manto (funcionando como manto-velo) y deja asomar la ondulada cabellera que enmarca la cara, un rostro con facciones de aspecto carnoso con respingona nariz, abombada frente, mejillas redondeadas. Las manos de María son largas y de dedos refinados y su mirada meditativa.
La túnica ceñida al cuerpo asoma en la parte inferior en líneas verticales que se muestran por debajo del manto, que cobra absoluto protagonismo y "mantiene aires familiares con algunos trabajos realizados en tierras de Navarra.

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