Del sitio 1000 razones para creer:
Caterina Bartolotta nació el 21 de octubre de 1963 en Settingiano, un pequeño pueblo de 3200 habitantes en Calabria (Italia). Sus padres, muy modestos y apreciados por quienes los rodeaban, eran católicos practicantes, pero sin un fervor particular. El padre, Giuseppe, era conserje en una universidad y la madre, Vittoria Virgillo, ama de casa. Con el tiempo tuvieron nuevos hijos: Francesco en 1966, Ana María en 1972 y María Luisa en 1979.
Caterina ve a la Virgen María por primera vez el 12 de julio de 1973. Tiene, entonces, nueve años. María le da un mensaje sencillo: conversión y salud espiritual siguiendo a Jesús. Caterina describe su apariencia: 16 o 17 años, ojos azules muy expresivos, cabello castaño-dorado, dedos largos y delgados... Lleva una corona luminosa de doce estrellas, un manto azul con estrellas amarillas, vestido blanco, y, sobre todo, una corona con treinta y una rosas rojas. Cuatro ángeles, dos a cada lado, la rodean. Es de una belleza incomparable. Al año siguiente, el pintor italiano Giuseppe Grembiale (1919-1992) realizó un cuadro de la Virgen de la Purificación.
En ese momento, Caterina llevaba varios años sufriendo impresionantes convulsiones, cuyo origen los médicos atribuyeron a la epilepsia. Pero ningún tratamiento logró mejorar su condición. Los medicamentos que le recetaron no sirven de nada. Hospitalizada dos veces, en Calabria y luego en Roma, desconcertó a los doctores, que no entendían nada.
La Virgen se le aparece y le dice: "Soy la Virgen de la Purificación, el segundo día del mes próximo me verás y serás curada". María agrega que durante esta comparecencia estará presente la partera de Settingiano, María Ranieri. Al mes siguiente, en el día señalado -2 de agosto de 1973-, se apareció la Virgen y curó a Caterina. Inexplicablemente, María Ranieri está presente en la casa familiar en el momento exacto en que llega María. Ese día, delante de toda su familia, Caterina, sentada en una silla, se tira al suelo cuando aparece María. Cae violentamente de rodillas, sin un rasguño, lo que normalmente es imposible.
Caterina fue examinada nuevamente por varios especialistas en los días siguientes. Todos están de acuerdo: la niña se curó de una manera incomprensible, a pesar de que todos sus tratamientos habían fracasado.
Al día siguiente, 3 de agosto, la Virgen se apareció nuevamente y profetizó la muerte del abuelo paterno de Caterina, que entonces tenía noventa y un años, pero gozaba de buena salud. La fecha anunciada de su muerte estaba prevista para el día siguiente. Esta profecía se cumplió: ¡Francesco Bartolotta entregó su alma a Dios el 4 de agosto de 1973!
Al mismo tiempo, Caterina acompaña con notable devoción a su hermana pequeña Ana María, de siete meses. Padece una patología desconocida que le causa un gran sufrimiento. Caterina tiene la inexplicable intuición de que la causa de la desgracia de su hermana pequeña viene de su cadera. Tras comprobarlo, el Dr. Carnovale, del hospital de Catanzaro, redactó poco después un informe oficial en el que afirmaba que Ana María padecía efectivamente una “luxación congénita de cadera”. Además, durante la aparición del 2 de febrero de 1974, la Virgen de la Purificación sanó total y definitivamente a la niña. El profesor Carbone, que mira las últimas radiografías, explica: "Ya no necesita un separador, solo necesita caminar".
El viernes 8 de noviembre de 1974, ocurrió un hecho excepcional: Caterina vio a Cristo y a María, luego recibió los estigmas de la Pasión, convirtiéndose así en una de las personas más jóvenes de la historia en experimentar este fenómeno (tenía 11 años). Jesús le dice que ahora vive “cada día de su Pasión”.
En los años siguientes, las heridas aparecen en momentos concretos del calendario litúrgico: durante la Cuaresma y, especialmente, durante la Semana Santa. Además, en la piel de Caterina aparecen los estigmas llamados “figurativos”: símbolos y objetos religiosos, como corazones, cruces, custodias, a los que hay que añadir frases perfectamente legibles, generalmente oraciones, en italiano, latín y griego. Este tipo de estigmas, ciertamente sorprendente, no contradice en modo alguno los anales del misticismo. Una multitud de testigos vio sus heridas en la piel.
Caterina sigue creciendo en sabiduría y progresa en sus deberes diarios. Su desarrollo psicológico y moral es normal, y se casa felizmente. Hoy es madre de cuatro hijos, todos felices y perfectamente adaptados a la sociedad italiana. Fundó un grupo de oración que experimentó un gran crecimiento. Sus miembros meditan sobre textos bíblicos y sobre los mensajes de las apariciones. Rezan por el mundo y la Iglesia, por las familias, los pecadores y los difuntos. La misión de Caterina, como le dijo Jesús, es dar amor a todos, como Cristo en el Evangelio.
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