Era el 16 de julio de 1251, y el superior de los carmelitas, Simón Stock, pedía a la Virgen auxilio para resolver no pequeños problemas de su comunidad. La confianza del santo no solo consiguió que la Virgen lo atendiera, sino que ella misma quiso traspasar la muralla del cielo, para aparecerse y decirle: “Hijo amadísimo, recibe el Escapulario de tu Orden, señal especial de mi amistad fraterna, privilegio para ti y todos los carmelitas. Aquellos que mueran con este Escapulario no padecerán el fuego del Infierno. Es señal de salvación, amparo y protección en los peligros, y alianza de paz para siempre”.
Era pues, un mensaje para él, para la orden carmelita, y para todos los que a ella se afilian usando el escapulario. Usar el escapulario con devoción, haciendo que este sea un vínculo que nos une con Nuestra Señora, es el boleto hacia el cielo, aunque antes debamos pasar por las dolorosas y regenerantes llamas del purgatorio. De hecho, decía San Claudio de La Colombière que “no basta decir que el Escapulario es una señal de salvación. Yo sustento que no hay otro que haga nuestra predestinación tan segura”.
Cuántas veces la Virgen del Carmen ha intercedido por sus devotos, por intermedio del escapulario, es algo de lo que ya se perdió la cuenta.
Cuenta Mons. Marcos Barbosa en su obra “El Escapulario de Nuestra Señora del Carmen” que un caballero inglés, bien impío, aún en el trance de la muerte daba todos los signos de condenación gritando: “¡Quiero el infierno y al diablo!”. Locura total.
Fue avisado entonces el fraile Simón Stock que en un exceso de su caridad caminó hasta donde estaba ese insensato bribón, y le extendió el escapulario sobre su cuerpo. Entonces se operó unos de los mayores milagros que pueden ocurrir, que son los de esas conversiones. Al final pidió los sacramentos. Parecería que ese fue un hecho permitido y querido por Dios para demostrar la fuerza de este sacramental por entonces mero retoño, hoy árbol frondoso.
En estos tiempos de descreencia, si hay muchos que no creen en el infierno, pues los hay más que no creen en el purgatorio. No obstante, este sí que existe y le tiene sin cuidado que no crean en él, ni en su fuego purificador terrible que prepara al cielo, pero que es un tormento muy similar al del infierno. Pero para todos los de esta Iglesia purgante, también hay un regalo de la Virgen del Carmen, y es que según una reconocida tradición, la propia Madre de Dios se apareció al Papa Juan XXII, diciendo que liberaría del purgatorio el primer sábado después de su muerte, a todos los que portasen devotamente el Escapulario.
Pero sigamos con Mons. Barbosa, contando signos con los que Dios ha querido resaltar ante los hombres la importancia del escapulario: En Santo André, Brasil, una niña de 5 años cayó dentro de un pozo de 20 metros de profundidad. Una hora después, fue encontrada flotando sobre el agua, con el Escapulario al cuello. La familia, naturalmente, atribuyó el hecho a la protección de la Madre del Carmelo.
Este otro es contado por el fraile carmelita Juan Fernández Martín, en su libro “Milagros y Prodigios del Santo Escapulario del Carmen”: Una niña francesa ve un día morir a su padre, y se va con su madre a París. La chica, para sostener el hogar pues su madre es bien anciana, monta un taller. Pero la madre cae enferma de cáncer, y no solo consume su vida sino también las pocas economías que había en ese hogar. La muchacha se desespera, y un día coge muchos carbones y llena con ellos el brasero para morir asfixiada.
Temprano llega a la casa una amiga que la encuentra como muerta, grita, avisa. Pasaba por ‘casualidad’ un famoso médico, el Dr. Recamier que examina y dice: – No señores, no; no debe estar muerta esta mujer; lleva puesto el santo escapulario, y ningún suicida logra morir, aunque en ello se empeñe, cuando lleva consigo este objeto.
Sin embargo, a pesar de las insistencias médicas de Recamier, el cuerpo estaba yerto, no reaccionaba, por lo que se decidió al uso de medidas extremas que hoy tal vez le hubieran valido un proceso en un comité de ética: Pidió dos palos y comenzó a golpear el cuerpo de la chica, particularmente la región abdominal. Después de unos minutos la vida comenzó a regresar al cuerpo. La joven llegó a ser superiora de las Hermanitas de los Pobres.
Un día en Puerto Rico, por vuelta de 1923, unos jóvenes realizaron una parodia en la que una chica de apellido Domínguez hacía el papel de joven princesa, mientras que el joven Pietri haciendo de cura, insultaba a la princesa porque esta no le daba dinero: “Te vas a condenar, eres mala católica”, decía el actor presbítero.
La ‘princesa’ para garantizar al ‘cura’ su catolicidad, le muestra el escapulario que portaba en su cuello, pero entonces el ‘cura’ Pietri se lo arranca y amenaza con lanzarlo al suelo mientras decía: “Esto es una tontería, una por…”, pero no alcanza a terminar la frase…
El brazo se le había paralizado. Al final, tiene que ser sacado del sitio tieso, paralítico y medio idiota. Varios asistentes atestiguan el hecho.
Lo cierto es que ahí esta Ella, la Virgen del Carmen, casi que suplicante para recibir nuestros pedidos, especialmente el que no nos abandone, que nos auxilie con su gracia, con su afecto materno.
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