11 de julio de 2023

Nuestra Señora de Moustier

 

Del sitio Mis cosas y Yo:

Santo Tomás de Canterbury tenía la piadosa costumbre de rezar el Ave-María siete veces al día en honor de los siete gozos de la Santísima Virgen, a saber: Anunciación, Visitación, Natividad, Epifanía, Hallazgo en el Templo, Resurrección y Ascensión. Se le apareció en cierta ocasión nuestra Señora, y le dijo estas palabras: «Tomás, hijo mio, mucho me agrada tu devoción; pero ¿por qué honras solamente los gozos que tuve en la tierra? En lo sucesivo, es mi voluntad, que honres igualmente los gozos que estoy ahora disfrutando en el cielo, porque has de saber que pienso consolar, y colmar de inefables dulzuras, y presentar por fin después de su muerte á mi Hijo amantísimo, a todo aquel que honre ambos gozos míos.

Se sintió entonces el Santo inundado de una indecible alegría, y exclamó: "¿Y cómo, Madre mía, cómo podré yo hacer semejante cosa, cuando apenas conozco esos vuestros gozos celestiales?" A lo cual contestó la santísima Virgen que honrase con siete Ave-Marías los gozos siguientes: 

  1. Por haberla encumbrado en el cielo la Beatísima Trinidad sobre toda otra criatura
  2. Por haberla ensalzado su virginal pureza sobre todos los Ángeles y Santos
  3. Por verse alumbrados los cielos con el vivísimo resplandor de su gloria
  4. Por las adoraciones que como la Madre de Dios le están tributando todos los bienaventurados de la gloria
  5. Por otorgarle su Hijo todo cuanto le pide
  6. Por las innumerables gracias que recibiera viviendo en la tierra, y por la gloria singular que tiene Dios aparejada a sus devotos en el cielo
  7. Por el aumento continuo de su gloria accidental.

Dícese haber compuesto el Santo sobre estos gozos la Sequentia, Gaude flore virginali, la cual se cantaba en algunas iglesias y es citada en el Parnassus Marianus .

En igual práctica se ejercitaba Santa Catalina de Bolonia, persona muy devota de Santo Tomás.

Cuenta asimismo el Beato Francisco de la Cruz, que conmemorando un día el Beato Ranulfo los siete gozos que la Madre de Dios tuvo en la tierra, se le apareció esta Señora, y le reveló los mismos siete gozos celestiales que al Santo Arzobispo de Cantorbery, si bien con diferente orden.

Todavía existe otra revelación hecha al Beato José Herman del Orden Premonstratense, que nos muestra a las claras lo muy agradable que es a la Santísima Virgen esta devoción a sus gozos. Eran en su tiempo tan frecuentes los robos de Iglesias, que se vieron los religiosos precisados a designar a un hermano suyo, para que guardase el templo durante la noche. Le cupo varias veces la suerte al siervo de Dios, y semejante oficio le sirvió de pretexto para interrumpir una de sus devociones ordinarias, la cual consistía en rezar cierto número de Ave-Marías en honor de los gozos de esta Señora. Se le apareció entonces la Virgen, no como tenía de costumbre, joven y hermosa, sino vieja y llena de fealdad. Herman se atrevió a preguntarla el motivo de tal cambio, y la Madre de Dios le contestó: —"Para ti soy vieja y fea. ¿Dónde está ahora tu devoción a mis gozos? ¿Dónde aquellas Ave-Marías? ¿Dónde, en fin, aquellos ejercicios de piedad en que antes te empleabas, y con los cuales era Yo joven y agraciada a tus ojos, y tú a los míos? No interrumpas tus devociones bajo pretexto de guardar el monasterio, porque Yo soy su mejor guardián." Advertido Herman con semejante respuesta, tornó de nuevo á sus primeros ejercicios grandemente complacido de saber la suma complacencia que recibía su benditísima Madre con esta devoción á sus gozos.

San Pedro Damián refiere asimismo en sus cartas un caso parecido. Cierto monje, al pasar delante del altar de la Santísima Virgen, solía saludarla con la siguiente antífona: "¡Regocijaos, Madre de Dios, Virgen Inmaculada! ¡Regocijaos con el gozo que recibisteis del Ángel! ¡Regocijaos, Vos, que disteis a luz al Esplendor de la gloria del Padre! ¡Regocijaos, Madre benditísima! ¡Regocijaos, Virgen Madre de Dios! ¡Regocijaos, Vos, la única Virgen Madre: toda la creación cante vuestras alabanzas! ¡Madre de la Luz, interceded por nosotros!" Al cruzar un día la Iglesia este siervo de Dios, oyó una voz que salía del altar, y le decía: "Me anuncias gozos, hijo mio, y los gozos serán para ti.”.

FUENTE: “Todo por Jesús”. Obra escrita en inglés por Federico Guillermo Faber, presbítero,doctor en sagrada teología y prepósito del oratorio de San Felipe Neri. Tomo I.Madrid. 1866. Librería de Don Miguel Olamendi.Págs. 249-252

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