17 de enero de 2023

Nuestra Señora de la Huerta de Magallón

Del sitio Visita por el Moncayo:

Hacia la mitad del siglo XIII existían algunos bandos en la villa de Magallón, de los que se originaron varias muertes. Nuestro relato se centra en dos célebres familias magalloneras, los Frago y los Albires cuyas disputas eran públicamente muy conocidas.

Sucedió pues, que Juan de Albir, labrador, vecino de la villa de Magallón, en una de aquellas disputas dio muerte a Sancho del Frago. Formado proceso contra el homicida y puesto el asunto en manos de la Justicia, determinó esta por sentencia definitiva, que Juan de Albir deberá sustentar y proveer de alimentos a la mujer e hijos del difunto Sancho del Frago.

Dos hijos sobrevivieron a Frago, Antón y Martín, cuya vida se centraba en la idea de vengar a su difunto padre.

Juan de Albir que vívía con temor de la posible represalia, tuvo que emprender un viaje a la ciudad de Zaragoza. Fue entonces cuando los Fragos esperaron impacientes su regreso a Magallón, para exigir la reposición de su honor.

Un sábado, a las tres de la tarde, Juan de Albir cerca de la ermita de Santa María de la Huerta, descubrió la emboscada que los hermanos Frago le habían preparado
Éste viendo que iba a ser alcanzado por los agresores se refugió brioso en la ermita de Santa María de la Huerta de Magallón.

Los hermanos Frago muy devotos de Nuestra Señora María no quisieron profanar aquel lugar, y Juan de Albir pudo regresar a su casa custodiado entonces por algunos vecinos de la villa de Magallón.

Pasado el tiempo, la escena se renueva, un viernes de madrugada, esta vez los hermanos Frago entraron armados a la ermita, pero volvieron a evitar manchar sus manos de sangre por encontrarse Juan de Albir abrazado a la imagen de nuestra Santa Virgen María.

Un sábado al mediodía, 13 de marzo de 1283, principio de cuaresma. Juan de Albir volvía con su asnillo por el mismo camino de la ermita, y los hermanos Antón y Martin Frago, le dijeron: "Tente traidor, que hoy has de morir y pagar la muerte de nuestro padre".

Juan huyó buscando otra vez el refugio de la Virgen en la ermita donde otra vez abrazó tiernamente la imagen de la Virgen, implorando socorro mediante gemidos y súplicas.

Esta vez los hermanos Frago nublados por el odio y el rencor, le embisten con sus lanzas quitándole la vida, llegando a traspasar el manto de la Santa Virgen y dañandola en el rostro tras el golpe al caer, daños que aún hoy se pueden contemplar.

Conociéndose la noticia, Magallón se conmovió, acudieron a la ermita la Justicia y los Jurados de la villa a socorrer en la medida de lo posible a Juan de Albir, pero ya no fue posible, encontrándolo ya difunto sobre el altar de la Santa Virgen.

Juan de Albir fue sepultado en la misma ermita y en aquella misma noche de sábado, la virgen desapareció, y abandonó Magallón que por medio de unos ángeles consiguió llegar a los montes de Leciñena donde fue encontrada por un pastor apellidado Marcen.

Divulgada esta primera aparición, la villa de Magallón en sospecha de que la virgen aparecida era  la imagen de Nuestra Señora de la Huerta, envió a sus más ilustres vecinos a Leciñena a que constataran de que la virgen aparecida era la virgen perteneciente a la ermita de la Huerta.

Benedet de Jesesa, Notario público de los Reinos de Aragón y Valencia, levantó un Acta donde se relataba que la imagen llevaba un relicario en el pecho que el Rey Don Jaime de Aragón, volviendo de Tarazona, con sus propias manos le puso.

Tras varias discusiones, la imagen fue dada en favor de los vecinos de Magallón, una vez tomado el camino de regreso a la villa con la imagen de Nuestra Señora de la Huerta, acompañados de una nutrida comitiva en oración, a media noche, fatigados del camino se vieron invadidos por el sueño, fue entonces cuando de nuevo desapareció la santa imagen de Nuestra Señora de Magallón.

Sobrecogidos los de Magallón, hicieron nuevos recursos para volver a recuperar la santa imagen para traerla de regreso a la villa de Magallón. Después de varias disputas con las gentes de Leciñena, los de Magallón emprendieron de nuevo el camino hacia la villa con la santa imagen.

Una vez más, con la llegada de la noche se dejaron vencer por el sueño, y en silencio se volvió otra vez la santa imagen a donde había aparecido cerca de Leciñena.

Demostrada la voluntad de Dios, los habitantes de Magallón desistieron de su empeño y renunciaron al derecho que pudieran alegar sobre la santa imagen.

Leciñena erigió un santuario en honor a la Santa imagen de Nuestra señora de la Huerta de Magallón, en donde se realiza una procesión el día 15 de marzo en su Honor y otra el 8 de septiembre.

La leyenda cuenta que la virgen habló y dijo: "Hasta que cualquier vestigio de la familia Frago desaparezca de Magallón, no volveré a pernoctar en mi querida Villa"

En Magallón viven diversas familias Frago, algunos amigos nuestros, y vemos improbable que la imagen de Nuestra Señora de la Huerta regrese a Magallón en dicha circunstancia.

El Santuario de la Virgen de Magallón Leciñena es de origen medieval y fue tomando importancia a medida que fue creciendo la devoción a esta imagen por su protección a la villa ante las epidemias de la época. Y se acondicionó una hospedería para dar cobijo a los numerosos visitantes que acudían a este importante centro de devoción mariana.

Actualmente funciona como albergue donde se ofrece una amplia variedad de alojamientos, celebraciones familiares, amigos, de empresa, aulas de naturaleza y un amplio programa de visitas guiadas.

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