Del sitio Cari Filii:
¿Se apareció la Virgen a dos niñas ucranianas en Jublyk, Ucrania, en 2002, en un prado de bosque con una fuente natural? Donde no había más que prado y bosque, hoy hay un santuario, con casas de retiros, un sacerdote que ha creado una nueva orden y peregrinos en autobús que llegan sobre todo los días 27 de cada mes, también durante la guerra.
Rápidamente, un obispo auxiliar local, de la diócesis católica rutena de Mukachevo acudió a celebrar misa allí y dio crédito informal a las apariciones. También acudió a Roma a explicarlas a San Juan Pablo II. Al año siguiente, murió. No hay aprobación oficial de las apariciones en sí, pero sí permiso al culto y al santuario.
La socióloga polaca Agnieszka Halemba ni niega ni apoya las apariciones, pero su investigación busca enmarcarlas en un contexto de política entre facciones eclesiales, un análisis que puede aplicarse también a otras apariciones. ¿Cuánto viene de los niños videntes, cuánto del cura que acoge y reconduce los hechos, cuánto de la Virgen?
Jublyk o Dzhubyk era un prado entre dos pueblos ucranianos de etnia rusina o rutena, una etnia eslava en las montañas de los Cárpatos, de idioma muy parecido al ucraniano, que algunos consideran ucraniano dialectal. Un pueblo, Nizhne Bolotne, se las arregló para mantener su fe católica rutena durante el comunismo, sin llegar a entregar nunca su iglesia a un cura ortodoxo, como ordenaba el régimen soviético, con una intensa vida de fe clandestina. Allí una mayoría cree en las apariciones. Otro pueblo, algo más alejado, es Vilkhivka, que durante el comunismo fue más dócil a las autoridades soviéticas, y donde se duda más de las apariciones de 2002.
El lugar es la frontera, la esquina suroeste de Ucrania: a 20 km al sur está Rumanía, a 30 km al suroeste está Hungría, a 50 al oeste está Eslovaquia, 100 km al norte, Polonia. Los rutenos aquí se encuentran en una encrucijada entre imperios de fronteras móviles: una parte miraba hacia Viena, al Imperio Austrohúngaro. Otra, hacia Kiev, Ucrania, y el Imperio Ruso.
Civilmente, Ucrania llama a esta región Transcarpatia. Ese territorio coincide con la moderna diócesis católica rutena de Mukachevo o Munkács, donde vive la mayoría de los católicos rutenos del mundo.
La Iglesia Católica Rutena es una de las iglesias católicas orientales, en plena comunión con Roma y el Papa, que usa el rito griego o bizantino. Nació a partir de comunidades de este rito que en el siglo XVII optaron por la unión con Roma manteniendo su liturgia y tradición. Eran al principio de etnia y lengua rusina. Poco a poco adquirieron más etnias. Tradicionalmente celebraban rito bizantino en idioma eslavo eclesiástico. Hoy la Iglesia cuenta con unos 420.000 fieles, y 6 diócesis. La principal es la diócesis de Mukachevo o Munkács, en Ucrania, donde viven unos 300.000 católicos rutenos. Son el 25% de la población de la zona, con unas 300 parroquias.
Hay otra diócesis rutena en República Checa, pero es mucho más pequeña, con sólo 20 parroquias, y otras 4 diócesis en Estados Unidos, fruto de la emigración. En EEUU el elemento étnico se ha difuminado mucho; se ofrece, sobre todo, como una iglesia católica de rito bizantino. Interesados en sus orígenes, en inglés se publican cosas acerca de lo que pasa en Europa. Incluyendo crónicas o análisis sobre Jublyk y Nizhne Bolotne.
Según explica Agnieszka Halemba, en la diócesis rutena de Mukachevo hay un fuerte movimiento «ucranianizante». Incluye ir sustituyendo el eslavo eclesiástico por el ucraniano, llenar los templos de alusiones a santos de Kiev como Santa Olga, San Vladimir o los mártires Boris y Gleb, y peregrinar a santuarios hacia el centro de Ucrania, como Zarvanitsya (de la Iglesia Grecocatólica Ucraniana) en vez del santuario grecocatólico húngaro de Mariapocs, más cercano.
Un impulsor de esta corriente fue el obispo auxiliar ruteno que apoyó las apariciones de Jublyk, Ivan Margitych (de fe indudable, condenado a 25 años de gulag en Siberia, sólo cumplió 4, liberado por la muerte de Stalin). También el rector e impulsor del nuevo santuario de Jublyk, Atanasii Siipesh, que fue durante un tiempo el acompañante de las videntes.
Hasta 1989, las iglesias grecocatólicas estaban prohibidas en la URSS. Al despenalizarse, hubo debate: ¿los grecocatólicos de Transcarpatia debían formar parte de la Iglesia Grecocatólica Ucraniana? ¿O por la historia y gran diversidad de la zona -con rusinos, húngaros, rumanos- estaban más bien ligados a las comunidades católicas rutenas? Se decidió una diócesis propia dentro de la Iglesia Católica Rutena. Incluso en las elecciones se nota una identidad peculiar: los partidos nacionalistas ucranianos, que en la mitad occidental del país sacan muchos votos, en esta esquina sacan muy pocos.
Así, los grecocatólicos rutenos son minoría entre los católicos y minoría entre los grecocatólicos, minoría entre los ucranianos, y el sector ucranianizante es una minoría más. Pero según el rector del santuario de Jublyk, la Virgen María, que hablaba en lenguas regionales en Lourdes, en Laus, en Porzus, en Saint-Bauzille-de-la-Sylve… aquí habría pedido que la liturgia no se haga en el clásico eslavo eclesiástico, sino en ucraniano.
El 27 de agosto de 2002, Olena Kuruts, de 10 años, y Maryana Kobal (de 9 años, hija del sacerdote grecocatólico local, Petro Kobal), fueron a buscar agua a un manantial en la roca que todos consideraban el mejor de la zona, lugar que visitaban de pueblos cercanos. Vieron a una Dama que parecía flotar algo elevada del suelo, sin tocarlo, como sobre una nube, vestida de blanco claro y ceñida con un cinturón azul. Con miedo, le preguntaron quién era. Una oyó que respondía «la Santísima Virgen», y la otra «la Purísima Virgen María». Notaron que ella les seguía, como deslizándose, casi hasta el pueblo.
Cuando lo contaron, los padres de Olena la regañaron, acusándola de leer demasiadas tonterías. El padre de Maryana, siendo sacerdote, les dijo que si volvían a verla realizasen la señal de la cruz, para espantar la posibilidad de un engaño diabólico. Cuando volvieron a verla, así lo hicieron ellas, la Virgen sonrió y también realizó la señal de la cruz. Luego Ella pidió que el sacerdote viniera a hacer misa al lugar. Petro Kobal no quería hacer misa junto a una fuente en la naturaleza sin permiso del obispo. Contactó con el anciano obispo auxiliar Ivan Margitych, quien vino en persona, habló con las niñas y celebró él la misa el 31 de agosto de 2002.
Según el obispo y los sacerdotes, las niñas eran normales, sanas y sin antecedentes de mentir o fantasear. Sin embargo, según reveló luego el padre Atanasii Chiipesh (Atanasy Chiypesh, el rector del santuario, que es la gran fuente de todos los detalles) Olena sufrió los dolores de los estigmas durante la siguiente Cuaresma y por eso dejó de ir a clase unas semanas.
Además, semanas después de la primera aparicion, Olena y Maryana vieron a un hombre junto al sacerdote en misa, que repetía los gestos del sacerdote. Preguntaron a la Virgen si era Jesús, y Ella se lo confirmó. En otra ocasión vieron también a San José, con vara y lirio, por lo que el santuario se ha dedicado a la Sagrada Familia.
En apariciones posteriores, la Virgen fue diciendo a las niñas que vino a promover la autoridad de los sacerdotes entre la gente, a unir a la Iglesia, a unir al pueblo ucraniano que estaba separado y a promover más oración.
Agnieszka Halemba señala que ese llamado a la autoridad de los sacerdotes y a unir la Iglesia y el pueblo ucraniano, parece más interesado en unir a los grecocatólicos rutenos con el proyecto nacional ucraniano (y la Iglesia Grecocatólica Ucraniana) que en unir a los católicos de distintos ritos o incluso a los ortodoxos y otros cristianos entre sí, en un país especialmente golpeado por la división entre las iglesias. Ahora, en 2022, frente al invasor ruso y el dolor de la guerra, sin embargo, los gestos de unidad entre jerarcas y clérigos de distintas iglesias se han multiplicado.
Durante sus apariciones, que duraron hasta el 8 de septiembre, la Virgen dijo también que quería ayudar a Ucrania y pidió rezar el rosario, confesarse y acudir a misa. En unas charlas con el actual rector del santuario, Olena dijo que había visto el infierno, que estaba lleno de obispos vestidos de obispos porque no creían en Dios.
Después, el obispo auxiliar llevó el 4 de diciembre a las dos niñas, sus madres y al padre sacerdote a Roma, a un encuentro con el Papa Juan Pablo II en la audiencia general, a que las bendijera. El obispo murió unos meses después.
El padre Atanasii Chiipesh, monje, dejó la Orden de San Basilio a la que pertenecía y creó su propia orden religiosa, con permiso de sus autoridades rutenas. Luego se volcó en la construcción y promoción del santuario. El mayor apoyo no vino de rutenos ni fieles de Transcarpatia, sino de otras zonas de Ucrania Occidental. Así, mucha gente apoyó para crear un Viacrucis con 14 grandes cruces en la ruta desde el santuario hasta Leópolis, la capital el oeste del país, la zona con más grecocatólicos.
El santuario se decoró con imágenes de algunos mártires grecocatólicos de la persecución soviética, además de santos ucranianos (de la Rus de Kiev medieval) y con algunos sacerdotes de la tendencia ucranianizante dentro de la Iglesia Rutena. Anuncia que reza por los defensores de la patria desde 2014 y que ha alojado soldados heridos en la guerra del Donbass desde esos años. Organiza un encuentro anual de jóvenes grecocatólicos y encuentros de oración cada día 27. Los jóvenes realizan procesiones con estandartes y no falta la bandera de Ucrania.
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