26 de septiembre de 2022

Nuestra Señora de la Paz del Campo de Criptana

Del sitio Entre dos Amores:

La actual población de Campo de Criptana es el resultado de la unión de otras cuatro más pequeñas: Posadas Viejas, Villajos, Criptana (Chitrana) y el Campo. 

De Posadas Viejas apenas si hay información, salvo que estaba situada en las cercanías del Camino de la Puente, al sur de la actual línea de ferrocarril. Villajos, la más antigua de todas ellas, surgió en tiempos prehistóricos por donde se encuentra la ermita del Cristo de Villajos. El campo se extendía por la ladera meridional de la sierra de los Molinos, en torno al cerro llamado de la Paz. Y muy cerca, donde hoy se alza el santuario de la Virgen de Criptana, estaba Chitrana alrededor de su famoso castillo.

Entre los siglos XIII y XIV hubo una serie de epidemias y pestes que llegaron a diezmar las poblaciones de manera alarmante, tanto que algunas llegaron incluso a desaparecer y a despoblarse. Esto ocurrió con Criptana, Villajos y Posadas. El Campo recogió buena parte de aquellas gentes y desde ese momento se convirtió en una nueva entidad que pasó a llamarse Campo de Criptana.

Dice la tradición que un lunes de Pascua de Resurrección del año 1222, a los pocos años de expulsados los árabes, un labrador de Villajos llamado Alonso Miguel, junto con su mujer, subieron al cerro del castillo de Chitrana, mientras la yunta de mulas descansaba de las faenas de arado en una tierra que dicho matrimonio poseía en la ladera de dicho cerro, sin pensar que iban a ser protagonistas de un portentoso suceso, ya que a la vista de ambos apareció, rodeada de luz singular, la imagen de Nuestra Señora, oculta quizá durante años por temor a un posible sacrilegio.

Otra tradición que de boca en boca se contaba en Criptana, totalmente descartada históricamente, afirmaba que la mujer de Alonso Miguel, de nombre Ana, era muda, y que el marido, postrados los dos ante la contemplación de la Virgen, le suplicaba: "¡Grita, Ana!", y que de aquella exclamación, que pasó a ser realidad, pues Ana recuperó la voz, con el tiempo se derivó el nombre de Criptana

Y una leyenda más, que entronca con las anteriores, y que nos explica cómo se escondió la imagen, afirma que en el año 43 del nacimiento de Cristo, el Apóstol Santiago predicó en el cerro donde hoy se venera la Virgen. De aquí el Apóstol se trasladó a la ciudad de Alternia o del Muro ( hoy Alcázar de San Juan), dejando a sus habitantes cuando se fue, una imagen de María Santísima, que conservaron hasta el año 715, año en que fue ocupada esta ciudad por los musulmanes. Se dice que la ocultaron en una gruta que distaba de la ciudad legua y media por el saliente ( la hoy llamada Cueva de la Laguna), donde quedó en el olvido y sepultada. 

El castillo o fortaleza de Chitrana estaba en el cerro que hoy llamamos de la Virgen y fue construido en tiempo de los árabes. Luego a finales del siglo XII pasó a poder de la Orden de Santiago. Y es muy posible que en él se acondicionara una capilla para dar culto a esta imagen encontrada de Nuestra Señora. 

Sí se sabe que don Juan Pacheco, marqués de Villena y maestre de la Orden de Santiago, era el dueño y señor del castillo en los años de la guerra que enfrentó a los partidarios de Juana La Beltraneja y de Isabel La Católica por el trono de Castilla, y que dio su apoyo a la desgraciada hija y legítima heredera de Enrique IV. Por ello, por desgracia, nuestro antiguo castillo de Chitrana fue arrasado en 1477 y casi cierto que con él también desapareció la imagen de la Virgen. 

Sobre las ruinas del castillo, a partir del año 1513 empezó la construcción de un santuario y se trajo una imagen de la Virgen para reemplazar a la antigua, al parecer de origen italiano, y que por una vieja estampa se ve que no tenía manto. También desapareció, quizá en un incendio, pues no es la que llegó hasta la Guerra Civil, igualmente perdida. La actual es una réplica que se hizo en 1940, obra del valenciano Federico Zapater, y que es la que veneramos. 

La Virgen de Criptana había sido declarada patrona del pueblo en el ya lejano año de 1547.  

Aquel santuario antiguo de la Virgen de Criptana, erigido bajo los auspicios del comendador de la Orden de Santiago, Martín Fernández Ramírez, y según proyecto de Juan García y Esteban Sánchez, sufrió multitud de destrozos en la Guerra Civil. El actual, reconstruido tras la contienda, tiene planta rectangular, con un pórtico de entrada orientado al mediodía. Su interior se compone de tres naves, con bóvedas vaídas y decoración a base de casetones en la cabecera.  Santuario de la Virgen de Criptana en 1948  Santuario de la Virgen de Criptana.

En su exterior debe destacarse la portada de acceso, un arco de medio punto y columnas de orden toscano. En su interior hay tres naves que se cubren con tramos abovedados, alternando las bóvedas vaídas de la central con las de arista de las laterales.

Según documentos existentes, en el año 1546 hubo una plaga de langosta que no causó mucho daño por lo avanzado de la estación estival, pero sí dejó los campos plagados de huevos que fecundarían al año siguiente, por lo que el Concejo de la villa acordó acudir a la mediación de la Santísima Virgen para que alejara el mal, decretando mediante voto que en adelante y para siempre jamás se dijera una misa solemne en su fiesta costeada por todos los vecinos, y a la que habría de acudir al menos una persona mayor de quince años en representación de cada una de las familias.

Con el correr de los años el voto dejó de cumplirse, y los gastos de la misa empezaron a ser satisfechos por fieles devotos que a ello se ofrecían. No ocurrió así en el año 1803, en el que hubo una gran hambruna en el pueblo y en vísperas de la fiesta no había dinero para tal menester. Es entonces cuando un vecino, Francisco Flores y Díaz de Quirós, se ofreció de por vida, encareciendo a sus descendientes a que lo hicieran también, a sufragar la función religiosa. Y de esta suerte viene sucediéndose desde aquella fecha. Es habitual que miembros de esta familia porten la imagen en algún momento de la procesión que alrededor de la ermita se celebra después de la misa, cediendo después las andas a representantes de los antiguos gremios: carpinteros, pastores, cardaores...   

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