En el año 1790, el padre Francisco Xavier Leite Frágoas, párroco de São Miguel de Soutelo, en la arquidiócesis de Braga, enfermó gravemente, hasta el punto de no poder levantarse de la cama, siendo diagnosticado de varias enfermedades graves y sin esperanza de mejora o curación por parte de los médicos.
Conocido por su celo por el pueblo y la casa de Dios, él, que tenía una gran devoción a la Virgen, le pidió una cura porque quería terminar las obras que había comenzado en la Iglesia Parroquial. Como promesa, se comprometió a construir un templo en su honor, si era beneficiado con este milagro.
Un día, su asistente fue a su habitación a almorzar y, sorprendentemente, vio una gran luz al acercarse a la puerta.
Xavier le dijo que la Virgen había estado en su habitación y que le iba a curar. A partir de ese día, mejoró hasta el punto de curarse y volver a sus actividades diarias en la parroquia.
Para cumplir su promesa, pidió a monseñor Caetano Brandão, arzobispo de Braga, permiso para construir una capilla en honor de la Santísima Virgen María, dejando dinero suficiente para su construcción y mantenimiento. Al principio se le negó la autorización, pero insistió con el obispo, diciendo que dicha capilla sería para la veneración de Nuestra Señora del Socorro.
Finalmente, el 18 de agosto de 1794, el arzobispo concedió la autorización y el sacerdote comenzó inmediatamente la construcción, que concluyó el 18 de junio de 1798. La consagración de la Capilla de Nuestra Señora de Alívio tuvo lugar el 7 de septiembre de 1798, un día de grandes fiestas en Soutelo, con una procesión de la imagen de Nuestra Señora de Alívio saliendo de la iglesia principal.
A partir de entonces, la devoción a Nuestra Señora de Alívio creció cada vez más. En 1800 se fundó una cofradía y, en poco tiempo, el gran número de devotos comenzó a formar grandes peregrinaciones; especialmente las mujeres embarazadas adoptaron a Nuestra Señora de Alivio como su protectora.
Las fiestas en honor a Nuestra Señora de Alivio tienen lugar el segundo y tercer domingo de septiembre. Los Estatutos ordenan que la fiesta tenga "al menos, misa cantada con acólitos y sermón".
Oración a la Virgen del Socorro
Señor Jesucristo, nuestro Mediador con el Padre,
que, por la fuerza del Espíritu Santo,
te dignaste elegir a la Santísima Virgen, Tu Madre,
a la que invocamos como Nuestra Señora del Socorro,
nuestra Mediadora y ayuda en la enfermedad y en las preocupaciones,
concédele misericordiosamente que quien te invoque por medio de ella,
buscando Tus gracias, se alegre de recibirlas para alabanza de Tu Gloria.
Amén.
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