El nombre de La Drèche no es un misterio: en occitano, distinguimos en un valle entre la vertiente orientada al norte conocida como évès y la vertiente orientada al sur conocida como adrech. El primitivo emplazamiento del santuario era, según algunos, una pequeña capilla en la ladera que sube de Albi a Cagnac.
Colocada como está, encima del altar, y envuelta en luz, la estatua de 85 cm de altura llama inmediatamente la atención nada más entrar en la puerta. Vista desde el suelo, su largo busto la haría desgarbada, pero vista desde abajo, como es el caso, sus proporciones son normales.
María sostiene a Jesús en su regazo, ligeramente a nuestra derecha. Con su mano izquierda sostiene al niño, su mano derecha parece seguir el brazo derecho de Cristo, que se levanta para bendecir a la manera heredada de Oriente, es decir, con los dedos índice y medio separados y levantados. En su mano izquierda, Jesús sostiene un globo terráqueo sobre el que se levanta una cruz.
Sobre el cabello de María, dividido en dos bandas por una franja mediana, descansa un largo velo con flecos dorados que cubre los brazos y llega hasta el suelo. Tanto la túnica de María como la de Cristo forman armoniosos pliegues que dejan ver los pies descalzos del niño o los zapatos puntiagudos de la madre.
Los dos rostros son serios y serenos, con coronas que a veces cubren ambas cabezas. La estatua se cubre a veces con un manto de tela dorada o satinada y un velo de fino encaje, añadidos innecesarios que suelen descartarse.
María está sentada sobre un cojín en un asiento con el respaldo erguido, lo que da una impresión de gran dignidad al conjunto. Se trata de un tipo particular de estatua, llamada Auvergnat, de la época románica, que se encuentra con bastante frecuencia en el Macizo Central. Siempre es una estatua de madera, sin pintar, oscura (de ahí el nombre de "vírgenes negras"). La estatua negra de la Drèche también fue restaurada en el siglo XIX en Toulouse, ya que algunas partes estaban agusanadas o incluso se habían caído, y fue repintada en esta ocasión, lo cual es obviamente lamentable.
Pero su aspecto general se mantiene y sigue siendo "la Sede de la Sabiduría", como se denomina a veces a este tipo de estatua. María se sienta en la cátedra y sus rodillas sirven de asiento para el niño que presenta a los hombres como la Sabiduría del mundo, como el que puede traer la salvación.
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