El lugar santo de Nuestra Señora de Tongres, en Bélgica, cerca del límite con Alemania, es un lugar de peregrinación desde la Primera Cruzada.
En febrero de 1081 un caballero ciego, retornando a su castillo, escuchó voces angelicales y a la mañana siguiente encontró una estatua de la Virgen en su jardín. El prometió hacer un oratorio adecuado para "la Señora" en su castillo, pero antes el caballero la ubicó en el sitio original donde Ella se apareció. Construyó una capilla al aire libre donde puso la estatua.
En el año 1090, el rey de Francia, Felipe I, en guerra con las tierras Flamencas, acampó cerca de Tongres. Una voz le dijo al caballero ciego que vaya a ayudar al rey en guerra. Implorando la ayuda de María, luego de haber entrado en la batalla, recobró su vista, y cuando el ejército flamenco escuchó del milagro se retiró antes de transcurrir una hora de pelea.
Mucho esfuerzo y dinero fueron usados para enriquecer y engrandecer este Santuario que fue bien conocido a lo largo de las tierras cristianas de ese momento. La gente se acercó en forma especial cuando sus tierras fueron arrasadas por plagas y enfermedades. Durante la Revolución Francesa la estatua original fue escondida para prevenir su destrucción y un duplicado de la imagen fue colocada en la capilla.
En el año 1881, la imagen original fue devuelta al Santuario con una especial recomendación del Papa León XIII.
29 de septiembre de 2018
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