3 de febrero de 2018

Nuestra Señora de Suyapa

Del sitio Virgen de Suyapa:

En el mes de febrero, los católicos conmemoramos 265 años del hallazgo de la Virgen de Suyapa, Patrona de Honduras, acontecimiento histórico que nos legaron: Alejandro Colindres y su acompañante, el niño Lorenzo Martínez, en el caserío de El Piligüín jurisdicción de la Villa de San Miguel de Tegucigalpa. El historiador Juan B. Valladares R., en sus investigaciones que le permitieron escribir en 1946 en el libro sobre este suceso religioso, logró establecer que la pequeña imagen de la Inmaculada Concepción de Suyapa fue encontrada en una despejada noche de un sábado del mes de febrero de 1747; en un sitio boscoso de pinos mientras el joven Alejandro Colindres y el niño Lorenzo Martínez, decidieron pernoctar allí en ese lugar después de las fatigosas tareas en un sitio de la montaña de El Piligüín y cuando se dirigían a su lugar de domicilio, la aldea de Suyapa de donde eran originarios.

En la oscuridad de la noche, Alejandro Colindres no se percató de la imagen tallada en madera oscura y que en repetidas veces le ocasionaba molestias al disponerse a colocar su cabeza sobre el yagual que los labriegos antes terciaban alrededor de su cintura para múltiples usos y que en casos de esta naturaleza utilizaban como almohada. Lo que él consideró esa noche como un estorbo para poder dormir, lo guardó en su alforja y a la mañana siguiente se la entregó a su madre Ana Caraballo y a su hermana Isabel Colindres.

El relato que hizo Alejandro del hallazgo se consideró como una revelación milagrosa como la que había experimentado en el Tepeyac mexicano el indígena Juan Diego con la Virgen de Guadalupe y en la aldea circuló la noticia como la portentosa bendición de Dios a los habitantes del poblado y nativos que trabajaban la tierra y servían en las estancias próximas donde se criaban ovejas y ganado vacuno.

Pequeña, de apenas seis y medio centímetros de alto, la imagen de la Inmaculada Concepción de María, tallada en madera de cedro, cabía en la mano del niño Lorenzo. Su rostro ovalado con facciones de una mujer indígena, con ojos grandes, boca diminuta contrastando con su nariz respingada, se enmarcan en una larga cabellera negra que cae hasta los hombros a la altura de la capa azul oscuro tachonada de diminutas estrellas doradas, saliendo en la parte frontal sus pequeñas manos entrelazadas en acción de oración.

Isabel Colindres se encargó de cuidar la pequeña imagen de la Inmaculada Concepción en su casa de habitación lugar al que acudían muchas personas a orar y a pedirle a la Virgen que curara sus padecimientos y su intersección ante Dios para aliviar sus penas. Muchos fueron los que recibieron las bienaventuranzas de Santa María de Suyapa y pronto sus acciones milagrosas se divulgaron por la comarca incluyendo a los vecinos del Real de Minas lo que motivó a Isabel Colindres para destinar en su hogar una pieza más amplia donde se levantó un pequeño altar que siempre permanecía adornada con fragantes flores e iluminado con velas de cera de castilla.

El gran milagro de la Virgen de Suyapa surge cuando el capitán Joseph de Celaya, mayordomo de la hacienda San José de El Trapiche, padeciendo del entonces llamado "mal de piedras" (cálculos en la vejiga) manda a que le lleven a su lecho a la milagrosa imagen ya que los brebajes y los medicamentos que le aplicaban no le respresentaban mejoría alguna. Desesperado por los intensos dolores, el Capitán de Celaya le prometió a la Virgen que si lo curaba de aquel tormento que sufría, le construiría una ermita en la aldea y a sufragar misas en su honor durante todo el año. Al siguiente día de la visita de la Virgen a El Trapiche, el señor Celaya expulsó las piedras que le martirizaban y aquel milagro se divulgó entre los vecinos del lugar, entre los pobladores del Real de Minas de Tegucigalpa y el prodigio fue revelado en detalles a las autoridades eclesiásticas de Honduras.

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