Hoy no voy a dedicar el blog a Nuestra Señora. Y sepan disculparme por no hacerlo, porque quiero hablar de algo que me sucedió en forma reciente y que sirva como homenaje a mi madre.
Hace unos días depositamos en la Iglesia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, (foto), en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, las cenizas de mi madre fallecida a los 95 años. Fueron puestas en el mismo cinerario en donde se encuentran las cenizas de mi padre.
Persona sencilla, esposa ejemplar, docente en una escuela primaria, la Escuela Nº 15 Sargento Cabral, en la localidad de Caseros, a pasos de la ciudad de Buenos Aires, entre otras. Dedicó toda su vida a cuidarnos a mi hermana, a mí y en especial a nuestro hermano de capacidades diferentes con oligofrenia.
Ella, junto con mi padre, nos enseñó los principios cristianos y en especial a querer a María Santísima y a su Hijo Jesús. Mi madre tenía una frase cuando algún pedido que yo le hiciera a María se cumplía : "Vos si que sabes tirarle de las polleras a la Virgen".
La misa, celebrada por el párroco, fue sencilla pero su homilía y un comentario que hizo y que no reparé en el momento sino al día siguiente, motivó a que escribiera esta entrada.
El habló de un poema llamado "Se me va poblando el cielo" y después de recitar la primera estrofa pidió que lo busquemos en Internet.
El poema dice así:
Se me va poblando el cielo
de rostros y corazones,
se va volviendo mi hogar,
llenándoseme de nombres.
No es ya un extraño país
lejano en el horizonte,
es cita donde me aguardan
pupilas que me conocen,
labios que me dieron besos,
pieles que llevan mis roces.
Se me va poblando el cielo
de rostros y corazones,
de gestos ya conocidos
de amor, de abrazos que acogen,
en los que revivir puedo
amadas palpitaciones,
y tantos y tantos sueños
que aguardan consumaciones.
Se me va poblando el cielo
de rostros y corazones:
me gusta saber que Dios
prepara para los hombres
Paraísos que permiten
recuperar los adioses.
Allí se me van llegando
uno a uno mis amores,
con besos hoy silenciosos
que tendrán resurrecciones.
Se me va poblando el cielo
de rostros y corazones,
se va volviendo mi hogar,
llenándoseme de nombres.
Lo extraje de un blog llamado El Dardo de la Palabra y en el mismo el autor solo sabe "que fue escrito por alguien llamado Pedro, un monje cartujo, con motivo de la celebración de sus 25 años de clausura".
El poema a medida que lo iba leyendo me hacía pensar en lo cierto que es para quienes creemos en la vida eterna junto a Dios, Jesús y Nuestra Señora. El cielo se nos va poblando con nuestros padres, tíos, familiares, familiares políticos, amigos, etc. y uno al ir desgranando la lectura va pensando en todo lo que interactuó con ellos tanto bueno como malo.
Y yo, debo confesarlo, lloré. Lloré por esas vivencias, por esas alegrías y por aquellas cosas que podía haber hecho con ellos y no hice: Ir a verlos más seguido, hablar más con ellos, dedicarles más tiempo, zanjar algunas discusiones o pedir perdón por algo que les hice.
Hasta que mi esposa me hizo reflexionar diciéndome: "No pienses que algo te faltó con ellos sino pensá que vas a poder abrazarlos, pedirles perdón, cumplir todo lo que no hiciste cuando vos también puebles el cielo".
Se me va poblando el cielo...
José Luis Salvia
3 comentarios:
¡bellísimo poema y muy lindas tus palabras!
Es verdad, cada día estamos más cerca " de ir a Casa".
Mientras tanto, estamos acá, en esta "casa" que Dios nos da. Ahora nos debemos a quienes comparten esta realidad con nosotros.
Un abrazo en María.
Muchas gracias por su comentario
Excelentes vecinos tus padres enormes personas con un corazón inconmensurable Dios los tenga en su santa gloria y la virgen santa les de fuerzas para sobrellevar el dolor .
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