26 de diciembre de 2022

Nuestra Señora de Guanajuato

 

Del sitio A12:

La hermosa imagen de Nuestra Señora de Guanajuato es muy estimada por los mexicanos, no sólo por la abundancia de gracias que, como Madre piadosa, derrama sobre sus devotos, sino también porque es quizá la más antigua de las que se veneran en el Nuevo Mundo, pues existe en España al menos desde el siglo VII de la era cristiana, y era muy estimada en la ciudad de Santa Fe de Granada.

Como es sabido, tras la terrible catástrofe de Guadalete, en el año 714, hordas de musulmanes, procedentes de los desiertos de África, se extendieron por España trayendo consigo la desolación y la muerte. Los fieles españoles huyeron aterrorizados, buscando esconder sus imágenes y otros objetos sagrados en troncos de árboles, en grietas de muros y piedras, en fosas abiertas por la naturaleza, en las cimas de montañas inaccesibles o en pozos excavados en los campos, para protegerlos de la profanación de los musulmanes.

Los piadosos habitantes de Granada, que amaban la imagen de la Santísima Virgen como una joya del cielo, la escondieron en una cueva, donde permaneció durante todo el periodo de dominación árabe en España, es decir, ocho siglos y medio. Por ello, debe considerarse un milagro que la imagen no se haya deteriorado ni haya sufrido el más mínimo daño, a pesar de estar en una cueva húmeda y sin ventilación, condiciones suficientes para destruir la madera más resistente.

Fue descubierta en el siglo XVI con gran alegría de los habitantes de la ciudad, que no pudieron disfrutar de tan rico tesoro durante mucho tiempo, pues era plan de la Providencia que la imagen fuera honrada allende los mares.

Veamos cómo: en cuanto la fama de los ricos minerales que se habían descubierto en Guanajuato llegó a oídos del monarca católico Carlos V, éste pensó en agasajar a sus habitantes con un tesoro que valía más que toda la plata encontrada en las entrañas de sus montañas.

Por ello, Felipe II, en nombre de su padre, envió por medio de don Pedro Afán de Rivera, a quien había nombrado superintendente del mineral, la santa imagen de Granada. El caballero lo tomó con el mayor respeto, y cuando sólo faltaban tres leguas para llegar a Guanajutao, cayó la noche. Como él y el resto del grupo no conocían el camino, estaban muy ansiosos. La colocaron sobre un cajón, encendieron dos velas y le rogaron encarecidamente que fuera su luz y su guía en aquellos caminos oscuros y desconocidos. La Madre celestial los escuchó benignamente, pues al amanecer vieron dos palomas, señal de que no estaban lejos del pueblo, y, siguiendo la dirección que indicaban en su vuelo, en poco tiempo se encontraron en Guanajuato, el final de tan largo viaje.

En cuanto se difundió entre los habitantes de la ciudad la alegre noticia de que la Virgen María deseaba tomarlos bajo su patrocinio por medio de la imagen que el monarca español les había enviado, se entregaron a transportes de la más pura alegría, celebrando muy animadas fiestas con profundo respeto, y, al son de cantos religiosos, la colocaron en la capilla del hospital de los indios tarascos. Como no tenía ningún título o advocación especial, comenzaron a llamarla Nuestra Señora de Guanajuato. 

Permaneció en su primera capilla durante ocho años; después fue trasladada a la iglesia llamada de los Hospitales, donde permaneció durante 131 años, hasta que en 1696 fue trasladada a la iglesia parroquial, donde aún hoy se venera, ocupando el nicho del altar mayor.

La bendita imagen, de 1,15 m de altura, está hecha de madera, por lo que es admirable que, a pesar de los doce siglos transcurridos desde que fue tallada, no haya sufrido ningún deterioro ni daño por carcoma.

Tiene el cuerpo entero, vestido con un manto y una túnica de la misma madera, pero constantemente aparece vestida con telas muy ricas, que le son ofrecidas por la piedad de sus devotos hijos; su cabeza está ceñida con una corona de inestimable valor; en su mano derecha tiene un cetro de plata y en su brazo izquierdo sostiene a su Divino Hijo, hecho de la misma madera y coronado con una riquísima corona imperial.

Los niños de Guanajuato rinden un espléndido culto a quien es su esperanza y consuelo y el imán de sus corazones.

El día del Patrocinio de María, el segundo domingo de noviembre, celebran la fiesta principal, precedida de una solemne novena, que es un momento de regocijo para todos los habitantes.

Los guanajuatenses atribuyen a la bondad de María el no haber sufrido las consecuencias de las sangrientas guerras civiles que asolaron toda la República durante muchos años de anarquía.

Bendita sea María, que no retira a nadie su eficaz patrocinio.

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