María, la humilde sierva del Señor fue elegida por el Padre y sostenida por el Espíritu Santo en cumplimiento del oficio elegido por Dios con su Hijo Redentor como la Corredentora (“co” no significa igual, sino más bien “con”). Ella fue anticipada como la Corredentora ya en el Antiguo Testamento (cf. Génesis 3, 15; Is. 7, 14) y se convirtió en la Corredentora por su obediencia y libre consentimiento en la Anunciación (cf. Lucas 1, 28). La culminación de su papel como Corredentora con el Redentor le fue profetizado por el poder del Espíritu Santo en el Templo (cf. Lucas 2, 35). Y Ella que comenzó como María, Virgen de Nazaret, se convirtió en la Corredentora en todo el sentido de la palabra mediante su íntima cooperación e intenso sufrimiento con el Redentor al pie de la cruz (cf. Juan 19, 26).
Como don a la Corredentora por participar con el Redentor en la redención de la familia humana, María también se convierte en Mediadora y Abogada de sus hijos en el orden de la gracia. El Papa San Juan Pablo II concluye, “el papel de María como Corredentora no cesa con la glorificación de su Hijo”.
Para ahondar en la doctrina de esta propuesta del 5º Dogma Mariano, los invitamos a visitar la sección Teología de la Corredención.
En virtud de la historia reciente, no es de poca importancia que San Juan Pablo II, sin fanfarrias pero de una manera totalmente pública, haya rehabilitado la palabra Corredentora y la haya usado de forma análoga, por lo menos seis veces en declaraciones públicas, esto sin mencionar sus referencias, más numerosas aún, del concepto que representa este término. Analicemos rápidamente la utilización que le ha dado a la palabra Corredentora.
En el saludo que dirigió a los enfermos después de su audiencia general el 8 de septiembre de 1982, el papa dijo: "María, aunque concebida y nacida sin mancha de pecado, participó de una manera maravillosa en los sufrimientos de su divino Hijo, para poder ser la Corredentora de la humanidad".
En ocasión de la fiesta de su santo patrono, Carlos Borromeo, en 1984, el papa ofreció estos pensamientos en su alocución del Angelus en Arona: " Hacia nuestra Señora — La Corredentora — San Carlos volvió la mirada con acentos singularmente revelatorios. Comentando la pérdida de Jesús a los doce años en el Templo, reconstruyó el diálogo interior que pudo haber habido entre la Madre y el Hijo, y añadió: “sufrirás dolores mayores aún, Oh Madre bendita, y continuarás viviendo; pero la vida para ti será mil veces más amarga que la muerte. Verás cómo entregan a tu Hijo inocente en las manos de los pecadores… Lo verás brutalmente crucificado entre ladrones; verás su santo costado abierto por la estocada cruel de una lanza; finalmente, verás derramarse la sangre que tú misma le diste. ¡Y sin embargo no podrás morir!” (De la homilía pronunciada en la Catedral de Milán el domingo después de Epifanía, 1584).
El 31 de enero de 1985, en un discurso pronunciado en el santuario mariano en Guayaquil, Ecuador, habló así: "María va delante de nosotros y nos acompaña. La silenciosa jornada que comienza con la Inmaculada Concepción y pasa por el “sí” de Nazaret, que la convierte en Madre de Dios, encuentra en el calvario un momento particularmente importante. Allí también, aceptando y cooperando con el sacrificio de su Hijo, María es el amanecer de la redención; . . . Crucificada espiritualmente con su Hijo crucificado (cf. Gálatas. 2:20), María contempló con amor estoico la muerte de su Dios, “consintiendo amorosamente en la inmolación de la víctima que ella misma había engendrado” (Lumen gentium, 58)
De hecho, en el calvario, María se unió al sacrificio de su Hijo que llevó a la fundación de la Iglesia; compartió en lo más profundo de su corazón maternal la voluntad de Cristo “de reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos” (Juan. 11:52). Habiendo sufrido por la Iglesia, María merecía convertirse en la Madre de todos los discípulos de su Hijo, la Madre que los uniría . . .
Los Evangelios no nos dicen si Cristo resucitado se le apareció a María. Sin embargo, como ella estaba de manera especial cerca de la cruz de su Hijo, también ella tuvo que haber tenido la privilegiada experiencia de su Resurrección. De hecho, el rol de María como Corredentora no terminó con la glorificación de su Hijo.
En el texto anterior, tenemos una buena demostración de las varias maneras en que el Papa describe la colaboración de María en la redención, culminando su referencia con “el oficio de María como Corredentora.” Nótese que en este texto, el Papa presenta la función corredentora de María en relación con la declaración de Pablo, “con Cristo estoy crucificado” (Ga. 2:20) y también en relación con el misterio de su Corazón.
El 31 de marzo de 1985, domingo de Ramos y día mundial de la Juventud, el Papa habló en este mismo sentido, sobre la inmersión de María en el misterio de la pasión de Cristo: "A la hora del Angelus en este domingo de Ramos, que la Liturgia también denomina como el domingo de la pasión del Señor, nuestros pensamientos corren hacia María, inmersa en el misterio de un desmesurado dolor". "María acompañó a su divino Hijo en el más discreto silencio, ponderando todo en las profundidades de su corazón. En el calvario, permaneciendo al pie de la cruz, en la inmensidad y profundidad de su sacrificio maternal, tenía a Juan a su lado, el Apóstol más joven…" "Que María, nuestra Protectora, la Corredentora, a quien ofrecemos nuestra oración con gran efusión, haga que nuestro deseo corresponda generosamente con el deseo del Redentor".
El 24 de marzo de 1990, el Santo Padre se dirigió a los participantes voluntarios de una peregrinación de la Alianza Confederada del Transporte de Enfermos a Lourdes (OFTAL), así como a los enfermos que atienden, con estas palabras: "¡Que María Santísima, Corredentora de la raza humana junto con su Hijo, les otorgue siempre fortaleza y confianza!"
Asimismo, al conmemorar el sexto centenario de la canonización de Santa Brígida de Suecia, el 6 de octubre de 1991, dijo: "Brigidita miró a María como su modelo y apoyo en todos los momentos de su vida. Habló energéticamente del privilegio divino de la Inmaculada Concepción de María. Contempló su asombroso oficio como Madre del Salvador. La invocó como la Inmaculada Concepción, nuestra Señora de los Dolores y Corredentora, exaltando la singular misión de María en la historia de la salvación y la vida del pueblo Cristiano".
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