1 de marzo de 2018

Nuestra Señora de la Cruz

Alrededor de la estatua de la Virgen de la Cruz se ha desarrollado una especial devoción, vinculada a una aparición de María Santísima.
La imagen, hecha en madera de cedro dorado, que, según la historia proviene de Puglie, está muy bien trabajada con cincel y se caracteriza por una armonía general que la hace agradable. Se atribuye la misma al siglo XIV.
El historiador Angelo Signorini, en su libro "La Diocesi di Aquila, trae la historia de P. Serafíno di Montoro referente al descubrimiento de la venerada estatua.
Un simple pastor llamado Felice Calcagno, nacido tal vez en Lucoli, en el invierno, como era costumbre llevó a sus ovejas a los pastos de Puglie en el bosque llamado Ruo, donde un día tuvo la desgracia de perder las ovejas confiadas a su custodia.
Ante el temor de un gran castigo por parte de sus amos, oró fervientemente a la Virgen, para que lo socorriese ante tan difícil situación. Movida por la piedad de la oración, la Reina del Cielo se apareció al siervo fiel en forma de una Bella Señora con el Niño Jesús en sus brazos y con suma amabilidad le indicó en que dirección habían huido sus ovejas.
¡El insólito favor celestial dejó en éxtasis al noble pastor! Cuando se recuperó de la sorpresa y encontró el rebaño en el lugar señalado, alegremente informó el milagro a los demás pastores, quienes movidos por una fuerte curiosidad fueron a ese lugar y se encontraron con una estatua en magnitud y formas naturales con las mismas características que el pastor había visto a la desconocida y simple Señora. Era diciembre de 1578.
Tomándola y tratándola con reverencia, Felice Calcagno la llevó a su choza con firme deseo de colocarla en alguna iglesia de Lucoli. En la primavera, momento en que el pastor volvía de los pastos de Puglia, llegó a su casa en las montañas de Abruzzo, colocó la milagrosa estatua en una mula, y comenzó su viaje.
Tras varios días de viaje, llegó al cruce del castillo de Roio, enfrente de la iglesia de San Leonardo. El pastor cayó con sus rodillas dobladas en tierra y no podía continuar. Ayudado por otros pastores decididos a darle un lugar donde poner la Venerada Imagen, lo llevaron en hombros hasta Lucoli y depositó la misma en la abadía de San Juan el Bautista.
A la mañana siguiente, la Santa Imagen no estaba allí: había vuelto milagrosamente a Roio, al mismo lugar donde se postró Felice. Fue entonces que el pueblo de Roio, muy contento con este tesoro del Cielo, construyó en honor de la Bella Madonna un hermoso y artístico Santuario.

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