Del blog Peregrinaciones:
Hoy, 8 de abril, celebramos litúrgicamente la Fiesta de la Anunciación, una ocasión que nos invita a sumergirnos en la esencia misma del misterio de nuestra fe: Dios hecho hombre. Aunque esta festividad se conmemora el 25 de marzo, este año ha sido excepcionalmente pospuesta debido que el 25 de marzo pasado coincidió en los días de la Semana Santa, en la cual meditamos los profundos misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
En este día especial, queremos dirigir nuestra mirada hacia la majestuosa obra escultórica que adorna la Basílica de la Anunciación en Nazaret, en Tierra Santa: "María de Nazaret". Esta impresionante obra, realizada en 1998 por el talentoso escultor Gregor Mussner, fue concebida como parte de la "Peregrinación Mundial de María", en preparación al Año Santo Jubilar del 2000.
Con una altura de 165 cm y un peso aproximado de 65 kilos, esta escultura de madera de tilo, pintada al óleo, no solo es una obra de arte, sino también un mensaje para nuestra fe.
La escultura representa a la Virgen María en uno de los momentos más trascendentales de la historia: el instante posterior de que recibe el anuncio del Ángel Gabriel que sería la Madre de Cristo. Su juventud y alegría resplandecen en la expresión de su rostro, mientras el movimiento de su pie y sus ropas sugiere una prisa amorosa por acudir en ayuda de su prima Isabel, que también estaba encinta en su vejez como le había anunciado el ángel (Lucas 1,39).
Cada detalle de esta escultura lleva consigo un profundo significado. Las manos de María nos hablan: la izquierda vuelta hacia su pecho, indicando que lleva a Jesús en su seno, ofreciéndolo al mundo con amor materno; la derecha extendida, invitándonos a caminar con Ella en el camino de la fe.
La vestimenta de María refleja con sencillez su triple realeza: Reina del mar (esmeralda), de la tierra (pardo) y del cielo (azul), representadas en los colores de su vestido, capa y manto respectivamente. Esta imagen original de "María de Nazaret" reposa en un nicho frente a la casa-gruta de la Virgen María en la Basílica de la Anunciación, en el corazón mismo de Tierra Santa.
Es importante destacar que esta escultura fue coronada en 1998 por su Santidad Juan Pablo II
en la Plaza de San Pedro, en un gesto que simboliza la reverencia y la
devoción que millones de fieles depositan en la Madre de Dios. En aquel
mismo año, emprendió una peregrinación por 35 países de los 5 continentes, llevando consigo el mensaje de esperanza y amor que María personifica.
Una réplica más pequeña de la misma escultura preside la procesión de velas de cada sábado en Nazaret, conocida como la Fiaccolata, donde peregrinos y cristianos locales se unen en comunión y oración. Personalmente, como otros peregrinos, he tenido la bendición de llevar la hermosa imagen en andas durante la procesión. Sentir su presencia cercana, su mirada serena y su amor maternal nos llena de consuelo y fortaleza en nuestro caminar de fe.
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