La antigua estatua de la Virgen del siglo XIII está tallada en una sola pieza de mármol muy blanco. En su mejilla izquierda hay una gran mancha lívida, como si hubiera recibido un golpe.
La tradición cuenta que, en el siglo XIII, cierto bebedor escandaloso y blasfemo, habiéndose quedado sin la posibilidad de satisfacer su pasión, en un gesto sacrílego golpeó a la Virgen con una fuerte bofetada justo en la mejilla izquierda. La marca permanecería indeleble en la santa imagen.
Otra leyenda sobre la fundación del santuario narra que un jugador, en la primera mitad del siglo XVI, enfadado por haber perdido, supuestamente golpeó la estatua de la Virgen que se conservaba en la catedral de Vercelli, que empezó a sangrar. El jugador, incapaz de abandonar la iglesia, sería entonces ejecutado. A partir de entonces, se convirtió en un lugar de devoción, sobre todo durante epidemias y calamidades.
Tras el milagro de la bofetada, la estatua de la Virgen se guardó en una capilla al final de la nave izquierda. Esta capilla fue reconstruida y embellecida entre 1630 y 1643.
Oh María, tu dulce mirada de Madre
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