Victoria es advocación de Virgen unida a la orden de los mínimos, la ascética congregación que fundó San Francisco de Paula, con una larga historia de conventos, masculinos y femeninos, que tuvo y tiene la ciudad.
Victoria es la advocación de una Virgen trianera, quizás no la más conocida, con una larga historia de traslados por diferentes iglesias pero, sobre todo, con la larga historia que escuchó contar hace casi quinientos años a un grupo de navegantes.
Ante Santa María de la Victoria se plantó ese grupo de marineros un día de septiembre de 1522, en un convento hoy desaparecido de la orden mínima que estaba en Triana , en la actual calle Pagés del Corro, probablemente en el sector donde hoy se ubica el colegio José María del Campo, antiguo grupo escolar de la Reina Victoria. Ese grupo de marineros, dieciocho hombres de mirada cansada, estaba comandado por Juan Sebastián Elcano. Ante aquella imagen de la Virgen, sentada, con el Niño en su regazo, probablemente dio las gracias y recordó un larguísimo viaje de tres años. Habían salido más de 200 marinos comandados por Hernando de Magallanes, en una expedición que tenía una locura como fin: dar la vuelta al mundo. Viajarían en cinco naves y llegarían a las Indias desde Occidente, un durísimo viaje en el que vivieron numerosas penalidades.
Sufrieron rebeliones, tempestades, naufragios, enfermedades… Incluso fue asesinado su jefe, Magallanes. También murió Duarte de Mendoza , otro compañero que asesinaron los musulmanes de Cebú. Fue entonces cuando Elcano se tuvo que hacer cargo de la expedición. Con su nao Victoria llegó hasta las Molucas, un sitio que parecía el fin del mundo. Allí cargó su barco con clavo, arroz, canela y ámbar. En el difícil regreso todavía tendría que evitar a los portugueses y luchar con el hambre y con mucha incomprensión. Finalmente, aquel reducido grupo de locos pudo completar el viaje. Probablemente le contaron a aquella Virgen sentada que habían recorrido 14.000 leguas, casi 80.000 kilómetros en tres años, que habían muerto la mayoría de sus compañeros y que se habían perdido cuatro de los cinco barcos que partieron tres años antes. El primer hombre que dio la vuelta al mundo posiblemente recordó en aquel convento de la orden mínima mil y un lugares, sitios exóticos, miedos y alegrías, riquezas y dificultades.
Aquella Virgen sentada sobrevivió al paso del tiempo . Su nombre recuerda la llegada de los mínimos a España, con el recuerdo de la victoria sobre los musulmanes en tierras malagueñas en tiempos de los Reyes Católicos. La llegada de los mínimos a Sevilla se produjo en 1512, con frailes dirigidos por Fray Pedro de almodóvar que provenían de Écija. Aunque se instalaron al principio en el centro de la ciudad, junto a la desaparecida parroquia de San Miguel, en 1516 obtuvieron un gran espacio de terreno de la hermandad que regía el antiguo hospital de San Sebastián y su ermita en Triana, un amplio terreno que abarcaba huertas y tierras sembradas. El compromiso conllevaba que se mantuviera la hermandad de San Sebastián con capilla propia y la celebración de un determinado número de misas.
El nuevo monasterio, el séptimo de la Orden en España, fue consagrado el 28 de noviembre de 1517 por el obispo auxiliar de Sevilla fray Francisco de Córdoba. Situado en la actual calle Pagés del Corro, tuvo el título de Nuestra Señora de la Victoria, debió ser modesto en un primer momento, pero acabó convirtiéndose en uno de los más grandes de la orden. Fue una de las casas de una orden que también tuvo en Sevilla un colegio en la actual calle Jesús del Gran Poder (actual iglesia de los jesuitas) y que tuvo dos conventos femeninos, una desaparecida en la calle Sierpes, y la otra (con comunidades fusionadas) que se mantiene en la misma calle Pagés del Corro, en la acera opuesta del que fue convento masculino de la Victoria.
En la larga historia del convento trianero de la Victoria no faltan noticias relativas a cofradías, como la existencia de una hermandad de la Entrada en Jerusalén y María Santísima del Desamparo, fundada en el siglo XVII, o la fundación, hacia 1560, de una hermandad de luz bajo el patrocinio de la Virgen de la Estrella y San Francisco de Paula , por navegantes y personas vinculadas al viaje a las Indias, hermandad que en 1675 se fusionaría con la cofradías del Cristo de las Penas y Triunfo de la Santa Cruz.
La larga historia del monasterio comenzó su declive en 1810, con la invasión francesa y la expulsión de unos monjes que acabarían volviendo en 1814 para ser exclaustrados definitivamente en 1835, siendo prácticamente demolido todo el conjunto hacia 1840.
Ello motivó un trasiego de retablos y de obras de arte (que habían sobrevivido ya a un incendio a comienzos del siglo XVIII), constatable en el propio retablo mayor actual de San Jacinto, proveniente del convento de la Victoria.
La imagen que nos ocupa acabó en la parroquia de Santa Ana, donde se conserva en una capilla lateral de la nave de la Epístola. De notable belleza y calidad, pudo presidir originalmente el antiguo convento de los mínimos, aunque hay grandes dudas sobre su autoría y sobre su cronología, ya que ha debido ser alterada y reformada en su larga historia. Se mantiene su posición sentada y portando al Niño sobre su regazo, conservando la talla y la policromía completa, a pesar de haber sido revestida con telas naturales en alguna ocasión. Es difícil confirmar que sea la imagen fundacional del convento de la Victoria, la imagen del Niño sin duda parece posterior, pero mantiene los rasgos de las matronas renacentistas presentes en la escultura sevillana del siglo XVI. Tras pasar por varios templos, desde 1881 hay noticias en Santa Ana de la Virgen trianera que estuvo en la mente de unos locos que dieron la vuelta al mundo.
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