Del sitio Gaudium Press:
En la Cripta de la Catedral de Nuestra Señora de la Almudena se
conserva un icono mariano muy particular: Nuestra Señora de la Flor de
Lis. Es una hermosa pintura que representa a la Virgen con el Niño
Jesús, quienes sostienen en sus manos una flor de lis. Ella es la
pintura más antigua de Nuestra Señora que se conserva en la capital
española, y el primer objeto de culto por parte del pueblo cristiano de
Madrid, una vez que se vio libre de la dominación musulmana.
Su historia tiene una estrecha relación con Nuestra Señora de la Almudena, Patrona de Madrid.
De acuerdo con la tradición, en el año 1083, con la reconquista de
Madrid del poder los árabes por parte del rey Alfonso VI, uno de sus
primeros deseos fue restablecer el culto a la Virgen que la antigua villa
tenía. Este culto era el de Santa María de la Vega o La Concepción Admirable, hasta que la
misma fue escondida en la muralla para, protegerla debido a la invasión musulmana de comienzos del siglo VIII.
Mientras se encontraba la antigua imagen -que luego de su hallazgo
recibió el nombre de Almudena, por el sitio en que se encontró-, el
monarca mandó pintar en el muro del altar mayor de la antigua Iglesia de
Santa María de la Almudena -que había sido transformada en mezquita por
los moros- un precioso icono de Nuestra Señora: la Virgen de la flor de
lis. Se trata de una imagen frontal de María, quien en sus rodillas
sostiene al Niño Jesús y con su mano derecha una flor de lis, que
representa la triple virginidad de la Madre de Dios: Virgen antes,
durante y después de dar a luz a Jesús. La imagen fue consagrada por el
entonces Arzobispo, Don Bernardo.
Se dice que el autor de la pintura se inspiró en la esposa del rey
Alfonso VI, la reina Constanza, para realizar la obra. Ella era de
origen francés, por esto se cree que podría llevar consigo una flor de
lis, que quedó inmortalizada en el icono. Pero la flor se vincula más
con la pureza de Nuestra Señora.
Con el paso de los años, al construirse el retablo de la Capilla
Mayor, la imagen quedó detrás del mismo, ocultándose y permaneciendo en
el olvido, hasta el año 1623 cuando la reina Isabel de Borbón, antes de
dar a luz a la infanta Margarita, acudió a rezar a la iglesia de Santa
María la Almudena, y pidió se trasladara la imagen al altar mayor.
Cuando se adecuaba el lugar, se descubrió el icono de La Flor de Lis que
estaba pintada en el muro. Allí permaneció hasta 1638.
Ese año, cuando Felipe IV hizo el gran retablo de la Almudena, se
mandó arrancar el trozo de muro de la pintura, trasladándose a los pies
del templo, y colocándole el nombre de Nuestra Señora de la Flor de Lis.
En 1834 el icono es llevado a una capilla de la iglesia, donde se
funda la Congregación de Jardineros, que desafortunadamente desaparece,
fundándose luego, en el año 1841, la Real e Ilustre Congregación de
Nuestra Señora de la Flor de Lis, que fue aprobada en el año 1848 por
Isabel II.
Dos décadas después, en 1868, con la destrucción de la antigua
iglesia de Santa María de la Almudena, la pintura se traslada al
entonces convento de las Religiosas Bernardas del Sacramento fundadas por Cristóbal Gómez de Sandoval y Rojas. Regresando
en 1911 la Catedral, esta vez a la Cripta allí construida. Desde
entonces recibe allí tributos por parte de los fieles.
6 de noviembre de 2018
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