Del sitio María de Nazareth:
El 2 de julio, la Iglesia de Oriente conmemora la deposición del precioso Vestido de nuestra Soberana la Santa Madre de Dios en la iglesia de Blachernes, en Constantinopla. Los hechos que dan origen a esta fiesta se remontan a los tiempos del Emperador León I y de su esposa Verine (457-474), cuando dos hermanos de alta nobleza, Galbios y Cándido, que acababan de renunciar a la herejía, decidieron partir en peregrinación a Tierra Santa.
Llegados a Galilea, se detuvieron en la casa de una anciana, llamada Ana, judía de nacimiento, piadosa y virtuosa, que pasaba día y noche rezando, a la manera de Ana, la hija de Phanuel (cf. Luc 2:36). Viendo que algunos cristianos llevaban cirios e incienso al interior de la casa y que muchos enfermos pasaban ahí la noche, los nobles peregrinos le preguntaron a su anfitriona cuál era la razón. Ana, dando pruebas de que la gracia de Dios realizaba allí innumerables milagros, pretextó primero que se trataba de una antigua costumbre transmitida por sus antepasados. Como ellos le suplicaran que les dijera algo más, finalmente, les reveló que el Vestido de la Madre de Dios, legado por Ella en el momento de su Dormición, a una de su dos siervas judías, se encontraba allí, el cual ha sido transmitido de generación en generación, y guardado secretamente siempre por una virgen.
Con lágrimas de emoción, Galbios y Cándido pidieron pasar toda la noche en esa pieza para hacer una vigilia de oración. Aprovechando el sueño de los enfermos presentes, tomaron las medidas de la caja de madera que contenía el vestido, y luego partieron para Jerusalén, prometiendo volver para saludar a quien los había albergado.
Los dos hermanos, Galbios y Candoroso, después de venerar los Santuarios de la Ciudad Santa, hicieron confeccionar una caja similar a aquélla que habían visto en Galilea y que contenía el Vestido de la Madre de Dios; y, de vuelta donde la piadosa judía, encontraron el medio de hurtar la caja que contiene la Santa reliquia y de sustituirla por la caja vacía, que habían cubierto con una manta tejida en oro.
Llegados a Constantinopla, depositaron este tesoro inestimable en un lugar llamado Blachernes, situado en la parte noroeste de la ciudad, fuera de los muros, y ahí hicieron construir una iglesia dedicada a los Santos Apóstoles Pedro y Marcos, con el fin de guardar el secreto. Pero no pudieron ocultar mucho tiempo este tesoro, debido a los numerosos milagros que se realizaban en la iglesia. Tras revelarle al Emperador León III que habían traído este precioso trofeo de su peregrinaje para protección de la Ciudad, él, lleno de alegría, hizo construir una capilla (473), donde se depositó la caja con el santo Vestido y el Maforion (Velo) de la Madre de Dios, que fue objeto del milagro de la Protección de la Madre de Dios.
Desde entonces, la iglesia de Nuestra Señora de Blachernes pasa a ser uno de los Santuarios más prestigiosos de la capital y fue teatro de muchos acontecimientos importantes de su historia. La caja fue sustituida finalmente por un estuche (Aghia Soros) de oro y plata cubierto de piedras preciosas. El Santo Vestido estaba, se decía, tejido en lana delicada, de un solo color y de una pieza única; y, mientras que la púrpura imperial en el cual estaba envuelto se había degradado rápidamente, él continuaba intacto a lo largo del tiempo, manifestando así el milagro de la Virginidad perpetua de la Madre de Dios.
El 2 de julio, la Iglesia de Oriente conmemora la deposición del precioso Vestido de nuestra Soberana la Santa Madre de Dios en la iglesia de Blachernes, en Constantinopla. Los hechos que dan origen a esta fiesta se remontan a los tiempos del Emperador León I y de su esposa Verine (457-474), cuando dos hermanos de alta nobleza, Galbios y Cándido, que acababan de renunciar a la herejía, decidieron partir en peregrinación a Tierra Santa.
Llegados a Galilea, se detuvieron en la casa de una anciana, llamada Ana, judía de nacimiento, piadosa y virtuosa, que pasaba día y noche rezando, a la manera de Ana, la hija de Phanuel (cf. Luc 2:36). Viendo que algunos cristianos llevaban cirios e incienso al interior de la casa y que muchos enfermos pasaban ahí la noche, los nobles peregrinos le preguntaron a su anfitriona cuál era la razón. Ana, dando pruebas de que la gracia de Dios realizaba allí innumerables milagros, pretextó primero que se trataba de una antigua costumbre transmitida por sus antepasados. Como ellos le suplicaran que les dijera algo más, finalmente, les reveló que el Vestido de la Madre de Dios, legado por Ella en el momento de su Dormición, a una de su dos siervas judías, se encontraba allí, el cual ha sido transmitido de generación en generación, y guardado secretamente siempre por una virgen.
Con lágrimas de emoción, Galbios y Cándido pidieron pasar toda la noche en esa pieza para hacer una vigilia de oración. Aprovechando el sueño de los enfermos presentes, tomaron las medidas de la caja de madera que contenía el vestido, y luego partieron para Jerusalén, prometiendo volver para saludar a quien los había albergado.
Los dos hermanos, Galbios y Candoroso, después de venerar los Santuarios de la Ciudad Santa, hicieron confeccionar una caja similar a aquélla que habían visto en Galilea y que contenía el Vestido de la Madre de Dios; y, de vuelta donde la piadosa judía, encontraron el medio de hurtar la caja que contiene la Santa reliquia y de sustituirla por la caja vacía, que habían cubierto con una manta tejida en oro.
Llegados a Constantinopla, depositaron este tesoro inestimable en un lugar llamado Blachernes, situado en la parte noroeste de la ciudad, fuera de los muros, y ahí hicieron construir una iglesia dedicada a los Santos Apóstoles Pedro y Marcos, con el fin de guardar el secreto. Pero no pudieron ocultar mucho tiempo este tesoro, debido a los numerosos milagros que se realizaban en la iglesia. Tras revelarle al Emperador León III que habían traído este precioso trofeo de su peregrinaje para protección de la Ciudad, él, lleno de alegría, hizo construir una capilla (473), donde se depositó la caja con el santo Vestido y el Maforion (Velo) de la Madre de Dios, que fue objeto del milagro de la Protección de la Madre de Dios.
Desde entonces, la iglesia de Nuestra Señora de Blachernes pasa a ser uno de los Santuarios más prestigiosos de la capital y fue teatro de muchos acontecimientos importantes de su historia. La caja fue sustituida finalmente por un estuche (Aghia Soros) de oro y plata cubierto de piedras preciosas. El Santo Vestido estaba, se decía, tejido en lana delicada, de un solo color y de una pieza única; y, mientras que la púrpura imperial en el cual estaba envuelto se había degradado rápidamente, él continuaba intacto a lo largo del tiempo, manifestando así el milagro de la Virginidad perpetua de la Madre de Dios.
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