Según la tradición, un día en el siglo X, dos niños pastores cuidaban a sus ovejas en un campo de Flandes, cuando uno de ellos se dio cuenta de que algunas de las ovejas parecían estar actuando de manera extraña.
Los chicos corrieron juntos a través del campo hasta que se acercaron a las ovejas que estaban actuando extrañamente. Allí, los muchachos hicieron cuidadosamente su camino por el lugar de pastoreo de ovejas tanteando el suelo y observando algo inesperado mientras se acercaban al lugar.
Cuando llegaron al frente de la manada, los chicos observaron que cada oveja, en un determinado lugar, hundía sus patas delanteras doblándolas y su hocico tocaba el suelo. Luego, con gracia y rapidez, se levantaban y seguían pastando. Parecía como si las ovejas se inclinaban en señal de saludo reverencial hacia alguien. Cuando miraron por delante de las ovejas, los pequeños pastores se encontraron una pequeña estatua de la Virgen María que estaba en un nicho de las rocas.
La noticia de lo que los pastores habían experimentado observando a sus ovejas doblar sus rodillas ante la imagen de la Santísima Virgen, se extendió por toda Flandes. La fe de la gente y las peregrinaciones llegaron a oídos de Balduino IV, conde de Flandes, quien decidió visitar a la Virgen de Smelcem para hallar una cura por una enfermedad que había sufrido durante diecisiete años. Orando a la Madre de Dios por alivio, Balduino fue milagrosamente curado de su enfermedad, por lo que se hizo cargo de la construcción de una capilla en el lugar como acción de gracias por haber recibido el favor de la Santísima Virgen María.
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