La historia de la Parroquia Inmaculada Virgen de Fátima se remonta al año 1940. Cuando Ida Pazzaglini, una vecina de Villa Real, comenzó en su casa a preparar chicos para que hicieran su Primera Comunión. Era una mujer muy humilde. Era corsetera en su casa. Su gran amor y fe, la llevó a reunir a sus “hijitos”, como ella los llamaba, para prepararlos en ele camino del conocimiento de Dios.
Su casa era chalet pequeño en la esquina de Cantilo y Spronceda. Tenía una habitación grande y una más pequeña, cocina y baño. La habitación pequeña hacía de oratorio. Allí tenía un crucifijo, y una pequeña imagen de la Virgen y algunos Santos.
Cuando los chicos estaban preparados para recibir la Comunión, los llevaba a la Parroquia San Rafael Arcángel o a Lourdes. Luego de un examen podían comulgar. Uno de sus alumnos fue mas tarde Monseñor Rodolfo Bufano.
En 1949 Monseñor Copello le obsequió una imagen de la Inmaculada Virgen de Fátima, traída desde Portugal. En lo que era el patio ella hizo levantar un techo. Logró después de mucho peregrinar que domingo por medio se celebrara allí misa.
Una mañana los vecinos la encontraron muerta en su cama. Pero ella había sido previsora y la parroquia San Rafael tenía en su poder un testamento. Ella donaba el salón para que se levantase un Oratorio. La meta principal era que se preparase a los niños en la catequesis. Y estaba segura "que sus hijitos iban a levantar un Templo sin la ayuda de nadie decía en su testamento".
Desde 1950 a 1976 la vivienda fue ocupada por una familia. Recién en 1977, con la ayuda de todos sus “hijitos” y los vecinos del lugar, con rifas, ferias del plato y algunas donaciones se levantó con mucho sacrificio la Capilla. En Julio de 1988, el Cardenal Aramburu la erige como parroquia. Y en 2014 es entronizada la nueva imagen de la Virgen.
El templo mantiene la estructura original. Un chalet a dos aguas. El acceso es por Cantilo, allí han levantado un campanario con una sola campana. Tiene accionamiento eléctrico. Sobre ella una cruz de metal. Sobre el pórtico posee un hermoso vitral con la imagen de la virgen. Su interior es pequeño. El altar sencillo e impacta la imagen de la Virgen con su corona iluminada. Del otro lado, una fotografía de los tres pastorcitos.
Nota de José Luis Salvia:La Parroquia tiene un significado muy especial para mi familia y para mí.
Mi hermana y yo conocimos a la "Capilla" cuando se volvió a celebrar misa después de mas de 20 años. El sacerdote que la ofició fue el Padre Abelardo Silva, párroco en esos momentos de San Rafael Arcángel y que luego fuera Obispo de la diócesis de San Miguel (Provincia de Buenos Aires) y de la diócesis de Presidente Roque Saenz Peña (Provincia del Chaco).
La casa donada para Oratorio en esos momentos estaba destruida. El techo de la capilla eran unas lonas sostenida por palos e hilos y debajo de esas lonas estaba la imagen original de la Virgen y el piso era de tierra.
Pareciera que la Virgen siempre quiso estar ahí. Si uno veía el mapa de lo que abarcaba la jurisdicción de la Parroquia San Rafael Arcángel estaba bien en el límite y después de la capilla estaba la Avda. General Paz, que divide la Ciudad Autónoma de la Ciudad de Buenos Aires con la Provincia de Buenos Aires y a ocho cuadras de allí se encuentra la parroquia de Santo Cristo de los sacerdotes franciscanos, diócesis de San Martín.
Y que se quisiera quedar allí lo confirma este hecho: Un día, cuando la capilla estaba en plena construcción, un fuerte viento hizo caer un palo que golpeó la imagen y la hizo caer de su pequeño pedestal de frente sobre piedra dura. Se pensó que la imagen, sobre todo su cara se había hecho pedazos. Sin embargo la imagen estaba intacta. Solo tenía una pequeña rajadura en la parte trasera que fue arreglada por la hija de una de las primeras colaboradoras que luego se hizo monja.
Recuerdo mucha gente de esa capilla y de tantos también me olvido. En su mayoría todas personas mayores que la amaban y hacían lo imposible para que estuviera impecable. Doña Rosa, quien en los primeros tiempos organizaba la capilla ante la falta de sacerdotes, Adela, que preparaba el altar para las Misas. Los primeros feligreses y colaboradores: Augusta, su esposo y su hija Rita, Ñata y su esposo y su hija catequista, Celina, su esposo y su hermana Alicia, Noemí y su esposo Nestor, Coca una de las primeras catequistas y Blanca, quien me enseñó a rezar al término del Rosario "una oración para aquellos que la necesitan y no tienen quien les rece". Y en especial a la Nona,una abuela italiana de 80 años que tenía la vitalidad de un chico de 18.
También recuerdo a los hijos de esos primeros feligreses que, si bien no eran concurrentes asiduos a la Capilla, nunca faltaban con sus amigos del barrio para ayudar cuando se los necesitaba.
Muchos sacerdotes pasaron por la capilla hasta que fue parroquia. El Rosario se rezaba todos los días a las 17.30. Con el tiempo se comenzó a celebrar misa de 18 horas todos los sábados y después ante el crecimiento se agregó una misa los domingos a las 11 horas. Entre los sacerdotes estuvieron: el Padre Evangelista, párroco de San Rafael, el Padre Caram, que era capellán del Hospital Pirovano, el Padre Joaquín, español, muy devoto de Nuestra Señora y miembro de la congregación de los Hermanos Corazonistas, el Padre Antonio Cavallieri que fuera párroco de la Parroquia de Nuestra Señora de Luján en Italia y el Padre Fernando Rey, quien fuera el último sacerdote en celebrar misa antes de que sea nombrada parroquia y hoy administrador diocesano de la Diócesis de San Martín y que abría y cerraba junto con otro sacerdote, el Padre Boris, las transmisiones de Canal 11.
Tuve la gracia de ser uno de los primeros en enterarme cuando en 1988 fue nombrada parroquia. El Padre Fernando Rey me había invitado a cenar al seminario junto con los seminaristas que iban a ayudar en la capilla y había hablado por teléfono con el Cardenal Aramburu que le comunicó que Fátima era parroquia.
Hablando de seminaristas recuerdo a muchos que pasaron por allí, hoy sacerdotes. Los primeros fueron Esteban Peralta Ramos, Sergio Gomez Tey, Mons. Han Lim Moon, primer sacerdote argentino nacido en Corea y hoy Obispo de la diócesis de Venado Tuerto, Daniel Cuichi, Edgardo y algunos más.
Un hecho curioso que nos pasó con el Padre Peralta Ramos. Había dejado la diócesis y habíamos perdido contacto con él. Un sábado hicimos un paseo a la Basílica de Luján y cuando visitamos a Nuestra Señora en su casa se estaba celebrando su ordenación. Gran alegría para nosotros que tanto lo estimamos.
Podría seguir nombrando gente: Marta y Gabriela las primeras catequistas junto con Coca y Celina, Liliana, profesora de historia y Soraya, estudiante de arquitectura, guitarristas que venían a tocar en las misas, los primeros grupos juveniles con Iris, Silvia, Roberta, Beto, Fernando, su esposa y su hermano Javier, Roxana y su novio Fernando. Todos ellos se conocieron en la Capilla. A Bea y Omar siempre dispuestos a ayudar. Los primeros en hacer la Primera Comunión: Gustavo, Nino, Angel, Eduardo y tantos otros que ayudaron a que hoy Fátima sea lo que es.
Recuerdo también muchas cosas, los paseos a Luján, a San Nicolás de los Arroyos, las cenas a fin de año con toda la feligresía. La vez que la Virgen Peregrina de Fátima proveniente de Portugal pasó una tarde con todos. Las fiestas de Pascua y Navidad. Las reuniones de los jóvenes y muchas veces el choque generacional entre esos jóvenes y las personas mayores. Los juegos por el día del Niño y tantas cosas.
Y a todos ellos, los que recuerdo y los que no recuerdo porque ya han pasado casi 40 años, algunos ya poblando el cielo de rostros y corazones, agradecerles por enriquecer mi vida espiritual y enseñarme a querer más a la Reina del Rosario y del Mundo, nuestra querida Virgen María.
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