Hoy la Iglesia celebra a María Auxilio de los Cristianos, invocación introducida por San Pío V en la letanía Lauretana, conmemorando la victoria alcanzada contra los mahometanos en la batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571, victoria de la que este Papa dominico tuvo conocimiento por una visión en el momento en que se estaba produciendo.
Pío VII instituyó su fiesta, el 26 de septiembre de 1814, como acción de gracias por su regreso a Roma, después de haber estado preso por el corso Napoleón.
La Virgen es poderosísima, y puede ayudarnos con todo, es una auxiliadora que tiene la omnipotencia de la intercesión. Además es muy misericordiosa, particularmente con los cristianos, que son sus hijos espirituales. Ella es verdaderamente Madre. Esas consideraciones, nos deben mover a confiar en el auxilio de Ella, y a pedir ese auxilio.
Si invocamos a María Auxiliadora, Ella nos socorrerá.
Pero no solo debemos invocar su auxilio durante las situaciones difíciles, sino constantemente.
Para ir progresando en el camino hacia Dios, debemos invocarla frecuentemente. En las cosas grandes, y en las pequeñas, pidiendo la asistencia de la Virgen de forma anticipada, pidiendo la fecundidad de todas nuestras acciones en la medida en que para eso se necesite la asistencia de la gracia, pues Ella es la Reina de la Gracia.
Regar el día de jaculatorias a la Virgen es una práctica que atiende la intención anterior: con una simple jaculatoria dirigida a la Madre de Dios, Ella vuelve sus ojos hacia nosotros.
A la Virgen gusta que se le pida mucha cosa, como Madre poderosa y amorosa que es. A diferencia de los potentados de la tierra, que no gustan que se les pida mucho, Ella se agrada con que sus hijos confíen en Ella y le hagan muchos pedidos.
Es claro, los pedidos primeros deben dirigirse a su mayor gloria, que es la misma de su Divino Hijo; luego a nuestra santificación, y también todas las demás cosas, pero siempre condicionadas a estas dos primeras. Pero no hay que temer en pedirle cualquier cosa honesta a la Virgen, que si Ella no atiende un pedido específico, otorgará algo mejor. No hay oración que se dirija a María Auxiliadora que quede sin fruto.
Un pedido ‘completo’ que podemos hacer ya a María Auxiliadora es que ella haga del alma de cada unos de nosotros aquello que Ella quiere. Que Ella nos haga conocer como es eso y con su gracia nos permita caminar en esa dirección.
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