18 de octubre de 2019

Nuestra Señora de Chartres

La historia mariana de Francia comienza temprano, de hecho, la llegada de los primeros evangelizadores del país ocurre en torno al año 40 después de Cristo, cuando una embarcación atracó en la orilla "focea" (hoy en día región de Marsella) llevando a bordo a los amigos íntimos de Jesús; Lázaro, Marta y María de Betania, así como a las primas de la Santa Virgen (a quien María incluso había confiado su reliquia más querida, los despojos de su madre Ana) y algunos discípulos amigos de la familia.

Una "Virgen que va a alumbrar", primera aparición de María en la Galia antes del siglo V

Parece ser que la primera manifestación conocida por los historiadores, de María en la Galia, se desarrolló antes del siglos V, en Chartres, por entonces, capital de los carnutos, con la aparición de una "Virgen a punto de alumbrar" (ahora Virgen de Chartres). 

La Catedral de Chartres

Cuando uno divisa los muros de la impresionante Catedral de Chartres sólo puede sentir admiración. Y es que este tesoro arquitectónico marcó un hito dentro del desarrollo del gótico dando como fruto uno de los edificios más perfectos de este estilo.

Capaz de ser referencia para posteriores construcciones como las de Reims o Amiens. Un templo reconocido por la Unesco como “Patrimonio de la Humanidad” que además tiene una historia particular que a día de hoy se sigue recordando en esta ciudad del departamento de Eure y Loir.

Nos situamos en 1194, año en el que Chartres sufre uno de los incendios más destructivos de toda su historia. Una lengua devastadora de fuego, provocada por un rayo, que alcanzaría de lleno el templo que por aquel entonces había edificado en el actual recinto de la catedral.

Muchos de los habitantes, incluidos los propios hombres de Dios encargados del por aquel entonces templo, pensaron que se trataba de un castigo divino. Y es que ¿Qué otra cosa podría ser? Si ya anteriormente las iglesias ahí construidas habían sido devastadas por diversos incendios y expolios en por lo menos 3 ocasiones más. No cabía duda de que la ira divina había sido desatada, quizá por la construcción del templo con el dinero de los ciudadanos, quizá por las malas acciones de los habitantes, quizá por algún acto de desobediencia que ellos mismos desconocían. El caso es que poco a poco la iglesia de Chartres era engullida por el fuego de manera irrefrenable.

Las alarmas comenzaron a dispararse al reparar en que la reliquia de la iglesia quedaría completamente reducida a cenizas. La Sancta Camisia, que supuestamente era un manto de la Virgen María, había sido traída desde Jerusalén como donación a manos de Carlos el Calvo allá por el 876. Y desde ese momento se había convertido en el elemento que incentivaba las masivas peregrinaciones a la ciudad. Una pérdida que sin duda alguna haría mucho daño a la congregación.

Tras tres días de búsquedas frustradas, el supuesto milagro vio la luz. De entre los escombros salió un grupo de sacerdotes envueltos en dicho manto. Al parecer, este les había protegido durante el incendio, no solo a ellos, también a la capilla en la que se encontraba la reliquia.

Este suceso se tomó como señal clara de que debían construir una catedral, un hermoso templo en honor a la Virgen. Eso sí, esta vez tenían claro que el dinero no lo sacarían de los impuestos al ciudadano, sería construida por aportaciones voluntarias y dinero perteneciente a la misma iglesia. No querían tentar a la suerte una vez más, al parecer. Y teniendo en cuenta la fama que tomó el manto sagrado, las ayudas empezaron a llegar de forma masiva de todas partes de Europa, dinero más que suficiente para comenzar a construir la actual catedral, ese tesoro arquitectónico del que disfrutamos a día de hoy.

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