Del blog Almaleonor:
Una leyenda soriana cuenta que un pastorcillo de la población de Las Fraguas, municipio perteneciente al Arciprestazgo de Soria, llevaba habitualmente su rebaño hasta la paramera desolada de la Sierra, en un erial bajo un monte de encinas, en medio de un pedregal yermo. Toda la sierra soriana es así, azotada por el cierzo.
Allí, el pastorcillo, del que no se conoce su nombre, pero que bien pudo llamarse Jesús, por ser nombre común en la tierra soriana, entretenía su tiempo vigilando su rebaño, tarea que sus padres campesinos le habían encomendado al no tener posibilidades de dedicarse a labrar la tierra, pues el pastorcillo era manco. Manco de la mano derecha.
El pastorcillo, manco y de posible nombre Jesús, llevaba sus ovejas por el monte, subiendo y bajando laderas de sol a sol. A veces se entretenía buscando atajos que no tomaba, pero que gustaba de conocer. Su ganado se alimentaba pacientemente de las pocas hierbas que ofrecía esa tierra pelada por la aridez soriana.
Un día, nuestro pastorcillo manco de posible nombre Jesús, siguió un extraño resplandor que encontró saliendo de una frondosa encina que halló en su camino. Allí, al acercarse, pudo contemplar una Hermosa Señora que dijo ser la Virgen María. Curioso es que los pastorcillos siempre se encuentren con vírgenes cuando es Dios el pastor de los hombres, pero así es. Ellos encuentran vírgenes en su desolado caminar detrás de las ovejas de su rebaño. Así lo cuentan las leyendas de las gentes.
El caso es que esta Virgen no quería tener trato con el mozo sino con el padre, y mandó a nuestro pastorcillo manco de posible nombre Jesús, que fuese a buscarle. El buen campesino al ver llegar a su hijo tan turbado anunciando que había visto a la Virgen y que preguntaba por él, y no sabiendo cómo desembarazarse de la inquietud que le causaba tal anuncio, mandó de vuelta al monte a su manco zagal con una reprimenda por haber abandonado a sus ovejas. De la madre del muchacho nada dice la leyenda.
Cuando el pastorcillo manco de posible nombre Jesús, vuelve al lado de la Virgen, esta insiste, y el chico, le explica que su padre no le deja volver con el recado por el peligro de que su rebaño se desmande.
Dicho y hecho. Una oveja deja la majada alejándose del zagal y su interlocutora celestial. El chico, avispado, le lanza una piedra con la siniestra, mientras la Virgen le pregunta la razón de no usar la diestra. El pastorcillo, avergonzado, le contesta que él es de izquierda porque nació manco de derecha.
"¡Tírale con ella!" Al decirle esa frase, que en principio puede sonar tan cruel al pedir la Señora que se apedree un tierno cordero, el chico se dio cuenta de que efectivamente tenía su mano derecha entera y presta para arrojar cuantas piedras quisiera sobre su grey o rebaño. Se había obrado el milagro.
Agradecido, tanto el pastorcillo que ya no es manco y de posible nombre Jesús, como su padre (ya más calmado, es de suponer), todo su pueblo de Las Fraguas, y así mismo, todos los pueblos circundantes, que en tiempos de tan escasos entretenimientos todo se sabe y se divulga con presteza, quisieron agradecer a la Virgen el milagro obrado, obedeciendo su mandato de construir un templo en su nombre. Pero, hete aquí, que todos los pueblos quisieron opinar sobre la mejor ubicación del santuario para sus feligreses. Así, los de Villabuena, los de Villaciervos, los de Las Cuevas, Camparañón, Quintana Redonda, Monasterio y los de otros pueblos, fueron preguntando a la Virgen si en su término municipal sería de su agrado construir el templo, a lo que la Virgen contestaba siempre esquiva: "¿Y si no dejo? "
Y así, con ese dicho en cada parada, se acabó por llegar al punto yermo en lo alto de la sierra, cerca de las poblaciones sorianas de Golmayo y Las Fraguas, a donde pertenece y donde hoy se encuentra, ya que allí la Señora acabó por claudicar y ceder su voluntad para que se le elevase el templo. Curiosamente en sus inmediaciones se encuentra lo que parece ser un túmulo íbero en el que de vez en cuando aparecen fósiles y otros objetos que se han llegado a identificar como ofrendas funerarias. Tal vez un lugar de culto pagano prerromano pueda explicar que la primitiva iglesia medieval quisiera establecer allí un santuario cristiano.
Virgen, Santuario y Sierra se acabaron por llamar “de Inodejo” (o Hinodejo, que de ambas formas se escribe), asemejándose al dicho que tantas veces escuchasen las gentes del pueblo en boca de la Celestial Señora al no encontrar acomodo a su gusto para elevar su templo. La etimología de la palabra aún se sigue estudiando, ya que no se ha podido determinar si puede tener un origen prerromano (vinculado al término “in-Odei”, que vendría a significar “contra las tormentas”) o quizá mozárabe recuperado tras la reconquista. En documentos del siglo XVIII el nombre aparece incomprensiblemente trasmutado en “Santuario de Nodoxo”.
Mientras, el pastorcillo que ya no es manco y de posible nombre Jesús, se quedó como ermitaño para servir a su bienhechora en el templo levantado con su nombre. Allí, con el tiempo, posiblemente en el siglo XIII, se construyó también una talla de Nuestra Señora de Iinodejo, que aún hoy se conserva, aunque con muchas modificaciones y restauraciones desde la original.
Lo que no cuenta la leyenda del pastorcillo, antaño manco, es porqué pidió la señora que su talla fuese de factura tan extraña para la época, pues se muestra a la Virgen amamantando al niño Jesús de su pecho descubierto. Este tipo de “Virgen de la Leche”, como se la llama en otros sitios, puede ser de las más antiguas de España, si no la que más. Lo que tampoco puede explicarse.
3 de agosto de 2020
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