Del sitio Catholic.net:
Nabor Cárdenas, que era cura del pueblo de Puruarán, rechazó los cambios adoptados por el Concilio Vaticano II y en 1973 invitó a sus fieles a crear una congregación basada en las visiones de Gabina Sánchez Romero, quien dijo haber tenido una visión de la Virgen María advirtiendo que la Iglesia católica había perdido la ruta y que el mundo sería destruido antes del año 2000. Aunque la Iglesia católica excomulgó a Cárdenas, su mensaje encontró eco, y muchos llegaron a este rincón que no figura en los mapas. El fundador, además de proclamarse arzobispo, se autobautizó como “Papá Nabor”.
Los problemas llegaron en 1981, cuando murió la vidente, y Papá Nabor se encontró una nueva, María Parteaga, de 16 años. Muchos la rechazaron y en octubre de 1982 los seguidores del fundador incendiaron la capilla de los disidentes y los apedrearon. Nadie murió entonces, pero 680 personas fueron expulsadas.
En 1991 ascendió al poder un nuevo vidente, Agapito Gómez, y las doctrinas se volvieron extrañas. Imitando voces, “don Agapito” decía traer mensajes del más allá, en particular de Lázaro Cárdenas, de John F. Kennedy y otras figuras históricas. Como muchos no creyeron en este argumento, la gente de Papá Nabor expulsó a cientos más.
La secta desalentó el tener hijos, para evitarles el horror de un apocalipsis que sigue sin llegar, según ellos porque la Virgen María tiene piedad de sus creyentes. Y empezaron a construir edificios raros, en un pueblo sin pavimentar. Pero cualquiera que cuestionara las órdenes era expulsado del pueblo.
Las purgas empeoraron a partir de 2004, pero el gobierno del estado envió policías para evitar las expulsiones. Desde entonces ha habido muchos enfrentamientos, sobre todo porque desde 2005 Papa Nabor dejó de aparecer: tenía Parkinson. El 19 de febrero Papá Nabor murió a los 98 años. En septiembre murió el vidente Agapito Gómez. Aún no aparece un sucesor, pero la autoridad civil cree que en cuanto alguien se lance habrá nuevos problemas. Pero el pueblo se está muriendo de viejo, y los jóvenes se han ido a trabajar a otras partes. “La Virgen llora por este lugar”, dijo suspirando la creyente Elinda Goll, que llegó a Nueva Jerusalén en 1985.
¿Qué ocurre tras las murallas de Nueva Jerusalén? Los disidentes creen posible que la gente de don Agapito, el vidente muerto en septiembre, se hayan vinculado al narco. Lo cierto es que los creyentes viven en un ambiente de miedo con justa razón: recientemente fue muerto a tiros el ex alcalde de Turicato, José Vázquez Piedra. Su esposa resultó herida.
En La Ermita, la secta religiosa intensifica sus alabanzas y rosarios. No cesan durante las 24 horas del día, con un sentimiento de victoria por las escuelas derruidas por los seguidores tradicionales del culto instituido por los extintos jerarcas María Salomé y Papá Nabor, a cuya muerte se abrieron las grietas de una fe basada en supuesta comunicación fluida con la Virgen del Rosario que se ha “encarnado en su cuadro” y cuya voluntad sería salvar al mundo, hoy bajo el “dominio maniático del diablo”. Lo escribe Martín Equihua en La Jornada de Michoacán.
En un pequeño libro titulado "La Virgen María en la Tierra", en estos Últimos Tiempos se registra el fundamento y la dinámica del culto de la secta apocalíptica de orientación cristiana. Se trata de una edición que narra las sucesivas revelaciones virginales que le fueron dando sentido a la agrupación y a su misión en este mundo perdido en “el orgullo de las delicias mundanas”, al que sólo los justos y puros de pecado, albergados en La Ermita, podrían salvar.
Como toda secta, la de la ermita ha secuestrado la personalidad de los que viven en ella. Inyectar dosis de miedo, sentimientos de culpa y de amor virginal en los adeptos, así como someterlos a una ritualidad de 24 horas, facilita a Martín de Tours y a su séquito el control de los fieles y por eso, los independientes, turulatos o turbados, son vistos como instrumentos del mismo demonio que combate en la frontera más íntima de la comunidad santa.
Se trata, como decía L. Cosser por los mismos años que apareció la Nueva Jerusalén, de una institución voraz, que exige adhesión plena de sus miembros, por lo que no admite interpretación distinta al dogma impuesto, como la que ofrece el sistema de educación público. La suya, dictada letra a letra por la virgen, no es una forma más, sino la única forma de ver el mundo, y sus miembros, con marros destruyendo escuelas por ejemplo, no son cualquier gente que pueda someterse a procuradurías terrenas, sino la élite poseedora de la verdad y que se irá directa al cielo. Todos los demás, independientes y otros, sólo una especie de desecho humano.
Según sus primeras revelaciones, la Virgen habría informado a Gabina Romero (Mamá Salomé) de que durante los últimos siglos pidió permiso a Dios para bajar a enderezar la Tierra, que se perdía bajo un “plan satánico-masónico”, pero “las peticiones le eran negadas”, hasta que, de tanto insistir, Él dijo: “baja a la tierra y forma tu nueva alianza, el arca, con muchos coros de ángeles”, y ella prometió que bajaría y que “habría de encontrar justos que la acompañaran… y muchos Noés que le ayudaran a tallar el Arca”, y así es que bajó con la esperanza de fundar un pueblo que “la ayudara a salvar el mundo”.
Ya pactado el retorno de la Virgen para “completar la obra de su hijo”, Dios le dijo: “ve a la tierra, María, los ángeles no dejarán de acompañarte… encuentra un lugar entre abrojos y espinas. Irás con los campesinos y los humildes, con los que se despojen de la riqueza… encontrarás muchos hombres endemoniados, (pues) el mundo está convertido en ídolos, en fariseos…”
“Los ángeles se regocijaron al oír las palabras de mi Padre Celestial. A los seis días, toda la Corte Celestial a mi diestra, se reunieron (sic) a mis plantas, cantaban himnos, melodías celestiales”. Y los ángeles, para despedirla, le dijeron, a propósito de los cantos y alabanzas: “Así como lo hacemos Madre mía (sic) en el cielo, lo hagan los de la tierra”.
Los ángeles –siempre de acuerdo con el relato del libro citado– pidieron a Dios “todas las gracias” para su enviada, porque “en estos tiempos, en el mundo está triunfando Satanás… y la Tierra está negra de pecado”, y él les habría respondido: “va con los pobres y los campesinos que cultivan los mejores jardines Celestiales”, con el arrepentimiento y la obediencia.
Así, la Virgen anduvo explorando el mundo hasta “la noche serena del nueve de junio de 1973”, cuando fue dejada por Dios para que “salves a tus hijos con violencia porque mi venida al mundo ya está cerca”, y es entonces que se apareció a la campesina Gabina Romero. A partir de aquí el libelo desarrolla una insuperable crónica de la mediación que Gabina, a la postre Mamá Salomé, habría tenido tanto con el sacerdote elegido para encabezar la obra salvífica, como con los primeros creyentes del naciente culto, bajo el mandato de que asumieran como eje purificador “la fe en el Santo Rosario”.
El relato de una Virgen que pide y explica detalles a una campesina que duda, que reclama, que incumple; y esta mujer que se siente incapaz de convencer a nadie, que es tildada de loca y nerviosa, es casi fotográfico: en la primera aparición sólo se oyó su voz en el cruce de dos caminos donde años antes soldados habían asesinado a campesinos que imploraban clemencia. En esa ocasión, Gabina iba despreocupada a encontrarse con su nieto para trabajar la milpa, con azadón terciado y su bule de agua. Al día siguiente, en la segunda visita, vio el rostro más hermoso de una señora hermosísima, la que le pidió que buscara al sacerdote Nabor Cárdenas Mejorada, quien sería el elegido para instalar la fe en el rosario, y de no cumplirse, ambos serían responsables del fin del mundo.
Después, como le pidieron señas a Mamá Salomé, la Virgen estampó su figura en un ayate y le pidió que junto al sacerdote organizara una misa en un cerro para revelar esa señal, y dijo que ese día estaría inundado de azahares. Se organizó la celebración con más de 10.000 personas de Chupio, Pedernales, Petembo, Tavera y “de muchas rancherías más”. Como no hubo azahares se presentaron reclamos, pero la virgen, siempre a través de su primera vidente, habría dicho que ellos, los asistentes, eran los propios azahares. Con quienes creyeron esta versión empezó a organizarse la secta. Después, la figura celestial ordenaría una pintura del “tamaño natural”, a su semejanza, y “se encarnaría en ella para que la vieran diario”.
El resto de mensajes que la Virgen envía desde entonces, siempre a través de sucesivos videntes, rayan en lo ridículo y lo absurdo. Contradictorios, detallistas, simples; y siempre para reforzar el miedo o el valor para acciones como la demolición de escuelas. Papá Nabor, dice el relato que gozaba ya de una cierta autoridad y que “siempre tuvo un gran amor por la niñez y juventud, dejando como recuerdo escuelas parroquiales por donde pasaba”. Valga como ironía del momento.
Como quiera, su liderazgo carismático fue capaz de consolidar y mantener cierta unidad en su grey, pero no pudo heredar carisma, sino que más bien dejó abierta la puerta de la ruptura. Circula en Internet un video sobre el espectáculo grosero en su lecho de muerte, cuando le preguntan sobre su heredero, y donde la cúpula que hoy dirige se burla de sus balbuceos.
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