16 de octubre de 2021

Nuestra Señora de las Rocas


 Del sitio Catholic.net:

Visitado desde hace quince siglos por Papas, santos, nobles y millares de peregrinos, el santuario italiano de Castel Sant´Elia (Roma), acoge bajo esta advocación a todos quienes buscan a Dios en la penitencia, el silencio y la oración
Este santuario dedicado a María tiene una larguísima historia, que se remonta al siglo V. Efectivamente, en las rutas excavadas en las rocas del Valle Suppentonia, vivieron primero numerosos anacoretas, a los cuales sucedieron después los monjes benedictinos. Estos hombres, para corroborar su fe y su piedad, visitaban frecuentemente una gruta, en la cual había una imagen de la Virgen. Entre estas santas personas podemos recordar a los abades Anastasio y Nonnoso.
Otros santos, en los siglos siguientes, se acercaron allí en peregrinación afrontando a veces viajes largos y fatigosos. Los más conocidos entre ellos son San Benito, José Labre, San Leonardo de Puerto Mauricio, San Odón, abad de Cluny, y San Pablo de la Cruz, fundador de los Pasionistas. Estos ejemplos nos hacen comprender bien cómo los santuarios marianos son lugares hacia los que el hombre se siente atraído, porque allí experimenta una particular presencia de Dios y puede reforzar los propósitos de vivir a fondo la vida cristiana.
Tras un período de abandono, el santuario de María Santísima "ad Rupes" recobró nuevo esplendor gracias a la obra del humilde eremita fray Giuseppe Andrea Rodio, que lo embelleció, y excavó en la roca una escalera de 144 peldaños, para facilitar el acceso de los fieles deseosos de permanecer en oración ante la dulcísima imagen de la Virgen. La pintura, que quizá retoma en un fresco precedente impreso sobre las paredes tobosas, representa a la Virgen la cual, con las manos unidas y la vista hacia abajo, mirando al Niño dormido en sus rodillas, lo contempla, rezando por todos los que imploran su intercesión.
El santuario de la Virgen de las Rocas, gracias a la presencia, en el pasado, de los padres franciscanos, y hoy de los religiosos de San Miguel Arcángel, vive una nueva estación como centro de plegaria y espiritualidad para todos los que buscan a Dios en el silencio y en la penitencia tratando, mediante la Santa Virgen, de escucharlo y encontrarlo en lo profundo del corazón, para obtener nuevas energías en el cumplimiento de sus deberes.

El domingo 1º de mayo de 1988 el S. Padre Juan Pablo II visitó el Santuario. En un discurso a la población de la cercana ciudad de Nepi dijo a este respecto:
"María, Madre de Dios y de los hombres, ha diseminado sus santuarios por todos los rincones del mundo, como testimonio visible de su voluntad de permanecer siempre junto a cada uno de nosotros, atenta en todo momento a nuestras necesidades, dispuesta a socorrernos. Los hijos consideran el santuario mariano como su propia casa, porque es la casa de la Madre, y se ponen en marcha incluso desde lugares distantes para ir a visitarla. En este período, con la "Peregrinatio", ha sido Ella quien se ha puesto en movimiento, como hizo ya durante su vida terrena, para devolver la visita, para subrayar que también Ella considera la casa de cada uno de sus hijos como su propia casa.
Aquí radica el significado profundo de vuestra consagración mariana. Dichosas las familias que reciben la visita de la Madre de Dios. Dichosos los que hacen de su propia casa una residencia estable de María. Bendita entre todas las mujeres, colmada de la plenitud de la gracia divina, María no llega nunca con las manos vacías; viene a traer a Jesús: el regalo más grande. Viene a asegurar la comunión con el Padre celestial, fuente de todo bien, a moldear en el corazón de los hijos la docilidad al Espíritu Santo, a desarrollar el sentido del amor auténtico y del respeto recíproco, a dar fuerza, serenidad y paz en el seno de las familias, a crear una sociedad de hermanos, a infundir valor a los enfermos, confianza a los jóvenes, a dar a los pecadores el perdón."

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