1 de mayo de 2019

Nuestra Señora de la Corteza

Del sitio Aleteia:

La Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de la Corteza, cuya aparición creen los fieles católicos se produjo en un tronco el 11 de febrero de 1702, es hoy Patrona de Acarigua y del estado Portuguesa. Su aparición se produjo cuando Venezuela todavía era una colonia Española, pero la veneración a esta imagen solo tuvo aprobación eclesiástica a partir de 1757.

En la parte posterior de la iglesia San Miguel Arcángel de Acarigua, hay una pequeña plaza en homenaje a Nuestra Señora de la Corteza, patrona de la ciudad, en cuyo centro se encuentra una estatua que representa a la Virgen, la cual se manifestó en febrero de 1702, sobre la corteza de un árbol frente a algunos vecinos. De allí el nombre de la Virgen. Los lugareños conocen el sitio como “La Plaza de la Burruquita”.

Hay mucho detalle sorprendente en este hecho histórico. La encontró una mulata que viajaba un largo trecho para pagar una promesa; la imagen se parece mucho a la de la Virgen de Coromoto; el lugar donde ocurrió el hecho se llama “Quebrada de la Virgen”, tal y como llaman al enclave cercano donde la Patrona de Venezuela se apareció al cacique Coromoto; el relicario fue robado, estuvo a punto de desaparecer para siempre, pero luego fue recuperado.

El escenario de nuestra historia se desarrolló en la localidad de Acarigua-Araure en el Estado Portuguesa una de las más típicas regiones llaneras del país sudamericano. Es tan productiva y sus tierras tan fértiles que se la conoce como “El Granero de Venezuela”.

El cronista e historiador Armas Alfonzo cuenta que un día de febrero de 1702, la mulata Margarita había ido a Guanare a pagar una promesa a la Virgen de Coromoto en acción de gracias por haberle devuelto la salud perdida al hijo que la acompañaba.

De regreso, días más tarde, se detuvieron a la orilla de una quebrada, conocida después como Quebrada de la Virgen, a semejanza del sitio de Coromoto”. La mujer ató el burro a un árbol de tacamahaca (*) y madre e hijo se pusieron a descansar en una hamaca que colgaron entre dos palos.

Al rato –sigue el relato- el muchacho advirtió que el macho se espantaba, y buscando el origen de la novedad, dio con una luz vivísima en el tronco del tacamahaco”.

Se acercaron y notaron que en la corteza, perfectamente clara entre los resplandores, aparecía una imagen de la Virgen sosteniendo al Niño con sus manos. Margarita La Perla tajó la corteza con un cuchillo y la guardó bien envuelta en una tela. El día tenido como probable de la aparición es el 11 de febrero de 1702.

Iban a seguir su camino, cuando el macho se echó a correr, por lo que debieron de terminar a pie la larga distancia hasta el pueblo. Una vez allí, cuentan que la bestia corrió hasta la puerta misma de la iglesia de Acarigua, y el párroco, el capuchino Miguel de Placencia, extrañado de aquello, mandó a un muchacho de su servicio que averiguara a quién pertenecía el animal. El mensajero halló a Margarita aposentada en la Casa Real. La mujer fue por su cabalgadura”.

El macho, entretanto, se había echado a la puerta de la iglesia y Margarita no consiguió levantarlo por más varazos que le propinó.

Fray Miguel tuvo curiosidad de saber qué contenía la pesada petaca que se suponía había derribado al animal. Margarita La Perla explicó que sólo cargaba su ropa y algunas cosas de viaje, además de una concha de tacamahaco muy extraña, y le contó al religioso cómo la había hallado en la quebrada.

Armas Alfonzo describe la intuición del párroco: “Fray Miguel advirtió la figura de la Virgen y devolvió el pedazo de corteza a Margarita La Perla que la guardó de nuevo entre la ropa. El macho, que se había levantado, volvió a echarse apenas se le cargó la petaca, y de nada valieron nuevos golpes. Fray Miguel intuyó de aquello que la santa aparecida expresaba su voluntad de quedarse en la iglesia, pero Margarita La Perla no consintió desprenderse del pedazo de corteza. El capuchino entonces se la cambió por un rosario y dos estampas religiosas de la Virgen del Rosario y de la Inmaculada Concepción."

El capuchino colocó la imagen en el altar y empezó a propagarse el culto de Nuestra Señora de la Corteza, que tuvo la aprobación eclesiástica en 1757.

El rústico pedazo de madera medía cincuenta y dos milímetros de alto y cuarenta y tres de ancho; la figura de la Virgen dieciocho milímetros.

Para conocer la Venezuela de finales del siglo XVIII nadie mejor que Don Mariano Martí (1720-1792), Obispo de Caracas y Venezuela, quien recorrió todo el país a pie, en mula y en lancha. La relación de su visita fue editada por la Academia Venezolana de la Historia en 7 gruesos tomos. Las pormenorizadas observaciones y comentarios de este diligente obispo son referencia obligada para conocer no sólo aspectos religiosos, sino que son una mina inagotable de información social y demográfica de la época. Esta colección es un verdadero tesoro.

Abraham Quintero, acucioso investigador, sigue el periplo del Obispo Martí.

En octubre de 1778, luego de visitar Ospino, Mariano Martí y su comitiva se dirigen a un pueblo llamado Nuestra Señora de la Aparición de la Corteza, al que llegan el 3 de noviembre a las 7 pm. Allí visita la iglesia y escribe en su bitácora de viaje: “ …baxo la invocación de Nuestra Señora de la Aparición de la Corteza, cuya fiesta principal se celebra el día de la Candelaria o de la Purificación de Nuestra Señora, y de aquí tal vez habrá nacido que la invocación de esta Iglesia es de Nuestra Señora de Candelaria. Esta iglesia es de tres naves, que dividen columnas de palo. Por ahora, a más del altar mayor, sólo hay dos altares con sus capillas hondas a las cabezeras de las naves…"

En esta Iglesia se venera una imagen que no es la original, sino copia de Nuestra Señora de la Corteza, y la historia es como se sigue y me la ha referido el Vicario de Araure…”

  El obispo Martí ofrece unos datos un tanto diferentes que recoge Quintero sobre la Mulata Margarita:

-Margarita (La Perla) era natural de San Carlos, hoy estado Cojedes. Lo pone entre paréntesis porque Margarita es Perla en latín.

-Había ido a visitar a Nuestra Señora del Real, en Barinas, pero no había logrado ver a la imagen, por lo que se volvió a su tierra;

-La peregrina y su hijo vieron “una cosa” en el árbol, “y repararon que era una imagen de la Divina Señora, como pintada en la corteza de aquel árbol.

La copia que se venera en esta iglesia de la Corteza es semejante a una imagen de la Concepción. Será de largo como de una pulgada y media, en el pecho apenas se le conoce si tiene algún niño o si son las manos. En aquel entonces “no havía acá pueblo”. Después se hizo el pueblo y esta Iglesia, y de este milagro toma el nombre este pueblo, nombrándose Nuestra Señora de la Aparición de la Corteza.

Este es pueblo de indios y el Curato de Doctrina. Vinieron estos indios del pueblo de Sanare, jurisdicción del Tocuyo, de la encomienda de Colmenares…

…Todos los papeles que he hallado conspiran a que éste es pueblo de indios, (…) y que se fundó pocos años después de la aparición de la sagrada imagen de Nuestra Señora de la corteza de un árbol, que después lo arrancaron; y he mandado poner una cruz grande, que sin contar lo que va baxo de la (tierra), descubre sobre ella unos treinta palmos, que poco le falta no sea como la del Calvario del Tocuyo, que es de flor amarilla, y ésta de roble; y hoy, día 8 de noviembre, en que se celebra en este año la fiesta del Patrocinio de Nuestra Señora, se ha puesto esta Cruz a las cinco de la tarde “en el mismo lugar donde estava el árbol en que apareció la imagen de Nuestra Señora de la Corteza, y con los compañeros he adorado esta nueva Cruz y cantado la salve a la Virgen…

El relicario donde estaba la sagrada imagen de Nuestra Señora de la Corteza, es una especie de custodia, pequeña, y dentro del sol está pintada una corteza de árbol y, en medio, la pequeña imagen, de un palmo de alto, colocada en un Sacrario pequeño, bajo del Sacrario ordinario. Quienes llegaron a verla muy de cerca aseguran que su aspecto era parecido al de la Virgen de Coromoto, aparecida en el contiguo Guanare.

El obispo viajero visita la iglesia de San Miguel y observa:

La iglesia es de tres naves que dividen columnas de palo; sus paredes de bajareque -barro solidificado-, cubierta toda de paja y palma. La Sacristía, tras el altar mayor. No hay cementerio. Está poco aseada. Hay pila bautismal. Esta Iglesia es muy pobre, y ahora ni tampoco le pagan los veinte y cinco pesos para pan, vino y cera, ni tampoco le dan cosa alguna de los dos reales anuales de la Caxa de Comunidad (…) No tienen abierto sello o estampa alguna de esta sagrada imagen, y puede ser que el padre Puigcerdá les abra algún sello o lámina de madera para hazer estampas”. Nunca las hicieron.

El monumento de La Borriquita, en la plaza de la Iglesia de San Miguel, fue edificado hace apenas unas décadas. Para entonces, la corteza de tacamajaca había sido robada. Pero la municipalidad la recupera en 1963, para regocijo de la diócesis, que la adoptó como patrona.

La desidia no ha dejado “ni una estampita

Abraham confiesa en su blog: “Escribir sobre Nuestra Señora de la Corteza, patrona de la diócesis de Acarigua-Araure (estado Portuguesa), me ha costado mucho. No tanto por falta de referencias históricas, sino por la ausencia total de una imagen devocional que nos ilustre sobre el aspecto exterior de la advocación (ni siquiera una estampita). Todo parece rodearse por un halo de silencio luego del robo sacrílego de que fuera objeto hace como 40 años. Si se busca por Internet, salen las fotos de la Iglesia de San Miguel en Acarigua, el monumento de “La Borriquita”, la iglesia de Nuestra Señora del Pilar de Araure (allí fue bautizado el héroe José Antonio Páez), la iglesia parroquial de la Aparición de la Corteza… y para de contar. Ni siquiera una medalla”.

Su longeva tía Imelda, que llegó a admirar la célebre corteza, reveló: “Estaba expuesta como a un metro de distancia; el relicario estaba puesto sobre la baranda del comulgatorio… Era una invitación a robársela…Ajá! –precisa Abraham- esto nos explica en parte el silencio. Tal vez sea el sentimiento de culpa por el descuido que permitó a los ladrones hacerse con el relicario de plata sobredorada que guardaba la bendita y milagrosa astilla de tacamahaca. Recuerdo haber leído en la prensa que al poco tiempo la Policía logró recuperar la alhaja que encontraron vacía en un basurero. Desconozco si lograron atrapar al sacrílego. ¿Cuál sería el destino final de la reliquia? ¿Terminaría siendo objeto de brujerías? o ¿Sería la presión de la policía que hizo que los ladrones abandonaran la joya luego de haberla despojado del contenido? Espero que algún devoto portugueseño me aclare las interrogantes”.

Acarigua-Araure funciona como la sede de la diócesis de Acarigua (Dioecesis Acariguaruensis) que fue creada el 27 de diciembre de 2002 con la bula Ad satius consulendum del papa Juan Pablo II. Y la Virgen tiene su catedral, sus devotos y custodios.-


(*)La Tacamahaca o tacamajaca es un “árbol americano de la familia de las burseráceas. De su corteza hacen canoas los indios. Resina muy opaca, de olor muy persistente y color que tira a rojizo por dentro y a gris por fuera. Fluye de una especie de álamo”. (tomado de www.acanomas.com).

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